Una Luna para cada Lobo

Capítulo 11

  Pasaron 5 días. Era 24 de diciembre. Ese día Julián se despertó muy temprano para recibir a sus tres cocineras. Las llamó para que prepararan toda la comida navideña. Ellas rápidamente se dirigieron a la cocina en donde Julián ya había hecho las compras de los ingredientes necesarios.
  Ellas se sorprendieron al ver la casa por primera vez decorada de navidad. Estaban felices de ver a su jefe Julián bromeando y hablando con sus amigos.
  Los demás fueron levantándose sorprendiéndose de lo que ocurría. De la cocina salía el delicioso olor de la comida.
—Buenos días, amor -dice Sandra dándole un beso que Julián le correspondió. Los dos se encontraban tan felices, habían tenido su regalo de navidad adelantando.
—Te veo con algo de sueño ¿No dormiste pensando en mí? -dice Julián con un tono egocéntrico.
—Pendejo. Claro no fue por eso.
—Pero soy tu pendejo.
 Él la abraza con cariño.
—¿Sólo mío?  -le responde Sandra con una sonrisa.
—Todito tuyo mi vida.
 Ella apoya su rostro en su pecho mientras él la abrazaba. Julián poseía todas las cualidades que ella buscaba en un hombre y sentía su protección.
—Si te pondrías un disfraz de duende te quedaría perfecto, el tamaño ya lo tienes -se burla Julián.
—Me enamore de una busca pleito -ella lo golpea en el pecho.
—Esa fue una de las razones por las que te enamoraste de mi.
—¿Eso crees?
—Estoy muy seguro -responde Julián con prepotencia.
—Hay muchas razones por las que me enamore de ti.
—¿Muchas? ¿Muchas?
—Muchísimas -contesta ella dándole un beso tierno.
 Aparecen Lion y Magnu conversando.
—La parejita ya se levantó -dice Lion- Y de muy buen humor por lo visto.
—El amor se respira en el aire -se burló Magnu inhalando con exageración.
—No coman delante de los hambrientos.
—Envidiosos -les dice Julián.
—Te doy un consejo, no te dejes dominar por Sandra -le dice Gus que aparecía.
—Lo dices porque Johana te domina a ti -contesta Lion.
—Ella no me domina.
—Cuidado que dicen que el amor vuelve locas  las mujeres -dice Magnu.
 Ayudaron a preparar todo lo que hacía falta para esa noche. Estaban emocionados y alegres. Se fueron cada uno a arreglar.
 Sandra se vistió con un vestido azul claro corto sin mangas. Se maquilló. Se colocó el bloqueador, luego la base, la sombra en los párpados, la máscara de pestañas y por último el labial que no podía faltar. Se observó en el espejo. Ese día quería estar lo más hermosa posible. Iba a sorprender a Julián.
  Se roció un perfume nuevo que recientemente compró con un aroma exquisito.
  En la sala estaban sus amigos ya listos. Magret fue una de las última en terminar que hasta le tuvieron que tocar la puerta para que se apurara. A Sandra la dejaron tranquila porque las chicas dijeron que ella se preparaba para sorprender a Julián.
 Margret modelaba su blusa verde claro y una falta corta negra.
—¿Cómo me veo? Y no te estoy preguntando a ti, Lion -dice ella señalándolo.
—¿Y por qué soy el único que no puede opinar? -se queja él.
—Porque tú nunca dices nada bueno.
—Aquí están los regalos de Niebla y Aries -dice Óscar con dos franelitas de perro, una roja y otra azul claro.
—¿Lo vas a vestir? -pregunta Magnu incrédulo.
—Para que se sientan más parte de la familia. Mis cinco perros, Duke, Rey, Oreo, Nina y Nube tienen sus ropas.
—Ya se han ido acostumbrando al lugar -comenta Lion observándolos cuando Johana le hace cariño.
—Aunque todavía son un poco inseguros, pero al estar juntos se les ha sido más fácil -dice Julián.
—Y les encanta su comida -dice Gus.
  Sandra llega a la sala. Julián al verla su corazón daba grandes latidos. Ella estaba deslumbrante.
—Ve por ella, galán -dice Magnu y lo empuja.
—Estás... no sé como describirlo. Decirte hermosa es poco -le dice Julián agarrando su mano y haciéndola girar.
—¡Que lindo! Muchas gracias -ella se puso roja de la vergüenza. Estaba feliz porque obtuvo la reacción que esperaba.
  Sandra se sienta y hace una videollamada a su mamá Carolina para darle el feliz Navidad y para charlar con ella.
—¡Feliz navidad, mami!
—¡Feliz navidad, hija! Estás hermosa. Que mal que no la celebres con nosotros, pero que bueno que la estés pasado bien -contesta Carolina con un delantal puesto.
—¡Feliz navidad, suegra! -dice Julián.
—De eso tenemos que hablar tú y yo.
—¡Mamá! Conoces a Julián desde hace años. Sabes el buen hombre que es -se queja Sandra. No quería que su madre asustara a Julián.
—Pero ahora es tu novio y eso cambia muchas cosas -se rie Carolina- Debes hacer muy feliz a mi hija, ella vale oro.
—De eso estoy muy seguro y prometo que la cuidaré por siempre -responde Julián. 
—Más te vale cumplirlo. Tú no me conoces realmente enojada.
—Puedes confiar en mí, suegrita. La cuidaré más que a mi vida.
  Magnu llamó a su hija. Ella le dio muchas veces el feliz navidad. También habló con su padre.
—Hola hijo, me alegro tanto escucharte ¿cómo está tus vacaciones? Ayer hablé con Gabriela, esa niña habla hasta por los codos.
—Ni me lo digas -se ríe Magnu- Acabado de hablar con ella por casi un hora.
 Gus le escribió a todo el familión que tenía. Margret felicitó a su padre y a su hermana. Óscar a sus padres, hermanos y primos. Lion a su madre y a su tío. Johana tuvo una videollamada con su hermano y con Victorio, su gato.
—Feliz navidad, Victorio ¿Te ha tratado bien? ¿Te da tu comida a tiempo?
—El día que te llegue a responder me avisas -responde el hermano con el gato entre sus brazos.
—Y feliz Navidad para ti también.
—Como siempre, primero el gato.
 Ayudaron a las cocineras en lo que necesitaran. Después de terminar ellas se despidieron deseándoles feliz navidad y se fueron.

***
  Luego comenzaron a colocar todo en la mesa.
—¡Vaya! Las cocineras se lucieron con la comida -comenta Magnu viendo la comida.
—Una cena completa navideña venezolana -dice Óscar.
  En la gran mesa se entraban las hallacas, el pan de jamón, la ensalada de gallina, el pernil horneado, la torta negra, el turrón, el panetón, los frutos secos y las frutas, que no podía faltar las uvas.
—Ya me doy hambre con sólo ver -dice Johana entusiasmada.
—Esto es una buena cena navideña -dice Lion en voz alta.
—Antes de comer, primero las fotos -interrumpe Margret con su celular en la mano.
 Tomaron muchas fotos para mantener esos buenos recuerdos para su futuro. Los pequeños momentos de la vida son los que vale la pena atesorar.
 Se sentaron sirviéndose y conversando.
—Antes de comer tenemos que brindar -dice Julián levantándose de la silla.
—Que sea rápido, por favor -comenta Gus.
—No seas glotón. Debemos celebrar.
—Yo brindo porque el próximo año venga dinero para mí -dice Óscar levantando su copa.
—Deseo un ascenso en el trabajo -Magnu levantó en alto su copa también.
—Un trabajo donde paguen bien y no haya que trabajar mucho -contesta Lion.
—Que todo mejore para mí -dice Gus sin saber que decir.
—Comer sin engordar -grita Margret.
—Que se me de lo que estoy pensado -dice Johana.
—Tienes que decir lo que deseas -se queja Magnu.
—Es un secreto -responde ella viendo a Gus.
—Que continúe la felicidad para mí -dice Sandra agarrando la mano de Julián.
—Y aumentará esta felicidad -dice él abrazándola.
—¡SALUD!
  Y empezaron a comer. Bailaban, cantaban y se divertían. Fueron unas navidades diferentes a lo que acostumbraban.
—Son las doce. Hora de los regalos -dice Margret con alegría.
—¿Quién empezará? -pregunta Sandra.
—Que sea al azar -dice Óscar.
 Buscaron papel, lápiz, tijera y una bolsita. Escribieron los nombres en los papelitos, doblando y colocando en la bolsa.
—¿Quién será la mano inocente que saque el primer nombre? -pregunta Lion con la bolsa en la mano.
—Aquí no hay manos inocentes. Hazlo tú -dice Gus.
 Sacó un papel —Margret.
—Bien, el primer regalo será para Sandra -dice ella con una caja cuadrada y le susurra al oído- Te gustará y a Julián también. Abrelo en privado.
—¡Abrelo! Que lo muestre -dice Magnu.
—Me acaban de decir que es algo muy personal -responde Sandra.
—El siguiente para Johana.
  Era un collar con un dije de gato. Y así fueron repartiendo los regalos hasta que le tocó el turno a Julián.
—Esto es para ti, amor. 
  Sandra lo abrió y era un hermoso collar de oro con la mitad de un corazón. El mostró el otro trozo de corazón del collar que él tenía puesto.
—Vamos Sandra ahora entrega tú el regalo para no quitar el momento especial -le anima Johana.
 Ella fue hasta el árbol y le dio una pequeña caja. Él la abrió y era un reloj que tenía grabado sus iniciales y con una carta.
"Estoy agradecida de haberte conocido, nuestro encuentro fue extraño, pero a la misma vez divertido. El destino nos unió de una manera inesperada,  pero eso sólo significa una cosa, que es el amor que realmente esperábamos. 
Estos sentimientos que tengo presentes son por ti y para siempre. Nunca esperé enamorarme realmente, pero tú hiciste que mi mundo fuera diferente. Cambiaste mi vida de una manera importante y te has convertido en mi amor más grande.
Desde el día que te conocí se olvidó de mi mente que existen más hombres porque para mí eres el único existente. Yo no buscaba a cualquier hombre,  sino al indicado y por fin lo encontré en el lugar menos pensado"
Era un bello poema dedicado a él. Siguió leyendo.
"Amo lo que conozco de ti y también amo lo que aún no conozco. Lo que me queda por conocer, lo que los años me mostrarán de tu ser. Amo lo que eres y lo que serás"
  "Gracias por llenar mi vida de felicidad. Eres el hombre que siempre soñé y fui una tonta por no darme de cuenta antes. Eres todo para mí y has estado a mi lado en los momentos más difíciles de mi vida y de mi enfermedad y nunca me abandonaste, al contrario, me diste fuerzas para seguir adelante. Te amo"
  A Julián se le salieron las lágrimas de la emoción y la besó diciéndole al oído.
—El que debe dar las gracias soy yo por estar con una mujer tan maravillosa como tú.
—Nosotros queremos saber que dice la carta -comenta Lion indiscreto.
—La carta es mía -responde Julián guardándola en el sobre.
  Terminaron la repartición de regalos y siguieron comiendo, tomando, hablando y bromeando entre ellos.
—Más no -dice Johana quitándole la cerveza a Gus.
—Pero casi no he tomado.
—Has tomado mucho. Tú te emborrachas rápido.
—Después sucede lo que pasó cuando apenas llegamos -dice Magnu.
—Y puede que esta vez si te nos ahogues -se ríe Óscar.
  Pasaron las horas y el sol comenzaba a salir. Se reunieron a ver el alba juntos. Y así culminó su navidad.




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