Una luz de colores

Capítulo 13: Jennifer

Por un momento se me pasó por la cabeza que Tucker sintió algo de celos al verme con el tal Clayton Lennox luego del beso compartido, pues él me devolvió el beso, luego me contó sobre la ex asistente que le hizo perder un contrato y alejé los pensamientos de celos.

Lo confirmé al saber que él tiene novia, o sale con alguien, no estoy segura. El punto es que me pidió que hiciera reservación en un restaurante para dos y ordenara un ramo de flores. En este momento debe estar cenando con ella.

Quise indagar un poco y no me pareció correcto. En especial porque las cosas están raras entre nosotros desde el día del beso y del malentendido. Supongo que prefiere mantener las distancias y me parece bien.

Lo que no entiendo es que teniendo dos restaurantes en París, me pidió que hiciera reservaciones en otro restaurante.

Puede que la relación con esta mujer no sea formal todavía y no quiere que sus empleados lo vean.

Estoy segura de que Matilda no sabe nada o ya habría dicho algo, no es que seamos las mejores amigas, nada más nos entendemos y compartimos el gusto por las mariposas.

Sí, amo las mariposas, hasta mi cuaderno tiene mariposas y no me importa andar con él y me consideren vieja de treinta y dos años con cuaderno para niños. Eso me dijo Luke, no con esas palabras exactamente, él es muy educado, mas entendí.

—Hola.

Levanto la mirada y le sonrío a Aegon. El asistente de Ragnar que tiene un nombre tan raro como el de su jefe.

Aproveché que Ragnar no necesita a su asistente para pasarme por la galería e invitarlo a cenar.

—Hola. Gracias por aceptar cenar conmigo.

Él sonríe dibujando un hoyuelo del lado derecho de su mejilla. Es un lindo joven y digo joven porque tiene veintiséis años. Es alto, flaco, sin músculos y de cabello espeso de color castaño oscuro, tiene ojos verdes que oculta detrás de unas horribles gafas de montura.

Lo que importa es que es un francés muy inteligente y buena persona. La mejor parte es que no desea acostarse con Ragnar y adora a Sophie y a los niños.

Y conoció a su novia mediante Sophie y Ragnar. Una chica que es pintora novata, toma las clases de pintura que imparte Sophie. Ragnar le ofreció una exposición en la galería y ahí conoció a su asistente.

No los he visto juntos, mas Sophie dice que son tiernos. Él es tímido y dulce, ella toda una locura con patas.

—Ragnar me dijo que quieres consejos para ser una buena asistente.

Asiento sonriendo.

—Sí. Es que soy nueva en esto de asistencismo y Ragnar habla maravillas de ti como asistente. La verdad, no conozco a mucha gente aquí y no tengo ningún amigo o contacto que sea asistente.

—Asistencismo no creo que sea una palabra real.

Me encojo de hombros.

—No lo sé y no importa. ¿Vamos a cenar? Me pareció más apropiado ir a cenar y tomar esto como una charla de un amigo dándole consejo a otro antes que sentarme con un cuaderno e interrogarte.

—Eso me parece bien. Mi novia…

—Dile a tu novia que no debe preocuparse por mí. Estoy en celibato de hombres. Sin ofender, tú no eres mi tipo y no salgo con hombres con novias, casados, comprometidos o inseguros de su sexualidad. Salí con uno casado, pero no sabía que era casado… Larga historia. Vamos.

Él ríe.

—Mi novia sabe que saldré a cenar contigo. Ella tenía que terminar una pintura que debe presentar el lunes. Sophie le dijo que se podía quedar tranquila contigo, que si estaba seguro con alguien, era contigo.

—Mi amiga me conoce.

Dejo que él elija el restaurante, pues yo no conozco casi ninguno, le pido que no sea uno muy caro porque mi bolsillo llora y no libras ni dólares ni euros, llora de pobreza de cualquier tipo de moneda. En especial desde que acá en París se usa el euro y no la libra.

Me lleva a un restaurante donde conoce al dueño, los precios no son tan caros y puede obtener buenos descuentos. Bueno, comida es comida y no soy especialmente delicada.

En cuanto llegamos, él saluda al chico de la recepción, nos hace esperar un momento y un hombre de traje se acerca y saluda a Aegon, me presenta como su amiga y el señor, quien es el dueño, nos asigna una mesa de inmediato y envía al camarero a tomarnos la orden.

—Aquí sirven el mejor bistec de París y los mejores Escargots de Bourgogne.

—¿Has dicho caracoles con algo? Y me da igual que sea ese algo, ya con las palabras caracoles haces que me cierre el estómago. ¿No hay comida normal? Un pollo con verduras, un bistec con ensalada, hamburguesa con papas fritas.

Él ríe.

—Bistec con ensalada es posible. Deberías probar la ratatouille.

—He oído hablar de eso, pero me suena a rata.

—Es un plato vegetariano. No tiene rata ni ningún tipo de carne… Vamos, estás en París, en un restaurante parisino muy bueno con grandes descuentos. Anímate.

Cuando el camarero regresa le pido una botella de vino, por suerte Aegon y yo tenemos el mismo gusto en vinos. Blanco dulce y ácido.




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