Una Luz en la Oscuridad.

3.- Maestro.

Así pasaron los días, de pueblo en pueblo, en negocios y festivales, en llegadas y huidas de lugares tan maravillosos y únicos, hasta que finalmente al completarse un año entero, llegaron a la capital del planeta Valhala, Gloria de Erpentaria, la primer ciudad humana fuera de Pangea, su esplendor combinaba la naturaleza con tecnología, grandeza y humildad.

Aun tras el ataque del rey demonio, los humanos habían sabido salir adelante, si bien la ciudad original había sido destruida durante el cataclismo, esta nueva había rescatado todo cuanto la Titanide de la tierra les había obsequiado a la raza humana, había quienes decían que la propia Erpentaria vivía dentro del gran templo de la ciudad, donde muchos devotos le realizaban ofrendas y canticos de agradecimiento.

Si la titanide habitaba entre ellos, era a escondidas. La ciudad estaba construida desde la pendiente de una montaña de la cual nacía un gran rio, y era limitada por las dulces aguas de un vasto océano, aquella zona del planeta era selvática y las montañas se alzaban como gigantescos pilares que se alzaban para sostener el cielo.

En la zona central abundaban diversos balnearios, ya fuesen públicos o de aguas termales que nacían en el centro de la ciudad, a diferencia de muchas otras ciudades del planeta, Gloria de Erpentaria era reconocida por las incontables fuentes de agua que la decoraban en cada esquina. Algunas en representación de la serpenteante titanide de cuyas fauces surgía el agua, o de alguna deidad humana.

Por las mañanas toda la ciudad era envuelta en una gran niebla, que le daba un toque mágico a las grandes montañas que la rodeaban, sin mencionar a las grandes criaturas que habitaban en ellas, de entre las cuales se encontraban los serpenteantes dragones celestiales, grandes serpientes con cuatro patas pequeñas, de largos bigotes y cuernos, muchos con melenas doradas y rojas, que aun sin alas eran capases de volar como gigantescas serpientes marinas.

Otra gran admiración de la ciudad, era el gran puerto espacial en el corazón de una de sus montañas, el gigantesco pilar que una vez pudo haber sido un volcán, había sido tallado y modificado para que en sus grandes hangares pudieran reposar naves de todo tipo, desde pequeñas naves individuales hasta un crucero estelar, los cuales empezaban a escasear en todo el cosmos.

Pero ni las aguas termales, ni el gran puerto espacial, eran tan visitados como el gran coliseo, una gran arena de combate “legal” en el que cientos guerreros probaban día a día su valía como luchadores, ya fuese contra bestias gigantes o contra otros voluntarios.

Era un lugar de gran tamaño que hacia honores a su modelo original en Pangea, lo que asombraba más era su construcción, a diferencia del resto de la ciudad, cuyos cimientos habían sido establecidos por la gran Erpentaria y modificados por los primeros pobladores, el coliseo había sido construido por mano de obra, cien por ciento humana. Ninguna otra raza había colaborado, ni enanos ni elfos, orcos o torum, el coliseo era el orgullo de los humanos que habían poblado su primer planeta fuera de su hogar en Pangea.

Al principio se había pensado en construir una gran pirámide, pero también querían hacerlo funcional, habían pensado en convertirlo en el mercado más grande de su raza, pero con la llegada del rey demonio un gran meteoro cayó en su centro dejando solo la estructura exterior. Así fue que el coliseo nació.

Y ahí era donde Jaden entreno durante varios meses el arte del combate, ahí no era un gladiador, ya que peleaba para fortalecerse, no era un esclavo, ya que peleaba para él, y para que Kalan pudiera crecer como mercader.

Ambos viajeros habían llegado a Gloria de Erpentaria tras un viaje sin rumbo por la selva, Jaden quería mejorar en el arte del combate, pero Kalan era un peligro, por lo que llegaron a un acuerdo, Kalan no estafaría a nadie durante su estancia en la ciudad, a cambio Jaden le entregaría la mitad exacta de lo que ganara en los torneos que se celebraban todos los días en el gran coliseo.

A Kalan no le gustó mucho el tener que sentar cabeza durante un tiempo, pero se lo debía a Jaden, quien no lo había abandonado en las múltiples oportunidades que había tenido, disfrutaba de su compañía y se habían vuelto amigos casi inseparables. Había ocasiones en las que Jaden salía del coliseo con una bolsa llena con al menos treinta monedas de oro, contadas por el mismo, otras en las que solo había ganado un pescado.

El hombre gato tampoco se quedaba atrás en sus negocios, si quería salir del planeta, lo haría con una gran cantidad de mercancías, historias, oro y comida, el viaje a Teera V había sido cancelado por lo que ambos viajeros decidieron que partirían directamente al planeta de Olimpia, el tercer mundo humano.

Un evento cercano era el que mantenía a Jaden en el coliseo, entrenando sin parar durante días, en ocasiones incluso de noche, se trataba del festival a los reyes caídos del cielo y las estrellas, un festival en el que el rey sol o la reina luna volvía a Valhala para honrar a sus compañeros, este sería el decimoctavo festival oficial, por lo que ambos reyes viajarían desde el árbol de la esperanza a visitar las tres ciudades capitales de los humanos.



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En el texto hay: elfos, magia, magia fantasia

Editado: 27.09.2020

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