Una Luz en la Oscuridad.

5.- Las que recuerdan

Jaden devolvió el último fideo al plato, había disfrutado parte de aquella sopa, pero ahora el apetito lo abandonó, su mente volaba con las nubes mientras que su mirada solo se clavaba en la mesa de madera que imaginaba frente de él. Con un suspiro dejo los palillos en la tabla, tomó su báculo y se puso en pie.

Escuchaba el cantar de los pájaros que volaban en la cima de los árboles, algunos animales en celo, el viento entonando melodías que inspiraban una paz singular. El aire fresco movía las hojas en una danza esplendorosa, Jaden no podía verlo, pero todo lo imaginaba con cada cambio en el soplar del aire.

Kalan observo el plato de su amigo, igualmente que el último fideo, aún quedaban algunas verduras y algo de pescado, además del caldo, contemplo a Jaden alejarse un par de pasos por el empedrado camino, con un par de saltos felinos lo alcanzó y le tomo del hombro deteniendo su marcha.

-Jaden ¿te sucede algo miau? No has dicho nada desde que dejamos la ciudad.

El elfo alzo la mirada vendada escuchando los sonidos de la selva, estos le serenaban la mente, y le daban las palabras correctas para que Kalan comprendiera con claridad.

-Es esa sensación otra vez. Viene y se va, la sentí un año entero, luego desaparece una semana, la sentí otra vez pero al día desapareció, esta mañana llego una vez más pero… ahora es diferente, se ha fortalecido, está cambiando.

Kalan lo incitó a sentarse y le devolvía el plato con sopa. Habían partido de Nuevo Tulum aquel mismo día, según la ideología de Kalan debían recorrer algunos pueblos cercanos y algo distantes, antes de comercializar en la capital, si bien no podían darle la vuelta al mundo de las dos lunas y las veinticinco horas al día, al menos podían bordear el continente.

-Es algo extraño, Kalan, es como si yo estuviese en una balanza y esta se desnivelara, pero cuando llega ese poder… es como si la balanza se equilibrara.

El gato le indico con un movimiento donde se encontraban los últimos bocados de su platillo, aún estaba caliente y Jaden pudo sentir con los palillos el contacto con los últimos vegetales, el pescado y el fideo.

-No está bien que te preocupes por ese tipo de cosas Jaden, miau, lo que sí debería preocuparte es alimentarte bien miau, quien sabe lo que nos espera en el siguiente pueblo. Escuche que es un pueblo elfo, miau.

-Si, tal vez tengas razón Kalan, y solo estoy alucinando cosas.

El cambio de temperatura en el aire le indico a Jaden que el atardecer llegaba, muchos pájaros habían guardado silencio al igual que todos los monos que se escuchaban en las alturas. Kalan empezó a guardar la tabla y los platos en su voluminosa mochila, Jaden palpo el camino que seguirían al siguiente pueblo.

El camino estaba tapizado con piedras de todo tipo de formas y tamaños, unidas con un hormigón áspero y arenoso, una que otra piedra salida de su lugar llamaba la atención de Jaden, dándole una sorpresa, sintió el vibrar de un vehículo que se acercaba, al instante quito la mano del camino y escucho como un carruaje tirado por dos caballos pasaba justo frente a sus narices.

-Es una lástima miau-, le dijo Kalan asegurando la bolsa-, hoy en día nadie quiere ver lo que traen los vendedores ambulantes miau.

Jaden sonrió y le dijo-, eso es porque piensan que solo somos viajeros, si mostraras tu mercancía mientras descansamos, podría despertar interés en los que transitan.

-Eso nos quitaría tiempo miau-, dijo sujetándose la mochila a la espalda-, si quiero mostrar mis cosas debo armar un puesto digno miau, no soy un sujeto que solo pone sus cosas en un tapete en medio de la selva miau.

Jaden extendió la mano, Kalan lo sujeto y le ayudo a ponerse en pie. Empezaron a caminar cuando un segundo carruaje pasó frente de ellos, Jaden sentía en sus pies descalzos aquella extraña forma de camino, antes había sentido el suelo de las arenas de combate, los caminos de tierra e incluso los caminos cubiertos con raíces y enredaderas. Esto era algo nuevo, incluso incómodo.

Las piedras y el hormigón diseñados para mantener los vehículos tirados por bestias podían funcionar para quienes viajaban en aquellas cosas, incluso serian cómodos para seres con pesuñas, como los centauros y los sátiros, pero Jaden sentía en cada paso un mal estar similar al caminar por un río seco, las piedras le causaban un dolor singular a sus pies, el hormigón se clavaba en sus plantas o se incrustaba entre sus dedos.

Kalan vio el sufrimiento de Jaden, pero sabía que él prefería sentir las vibraciones del camino y avisarle al gato de los carruajes que podía sentir acercarse, a usar un par de cómodas botas de cuero que cuidarían sus pies de aquel mal estar.

Había momentos en los que Jaden perdía la paciencia y se apartaba del camino, con mal humor se limpiaba los pies y seguía caminando por la tierra, maleza y raíces de la selva. La noche se acercaba, ambos viajeros mantenían un paso lento, dieron por hecho que no lograrían llegar a ninguna parte, tendrían que dormir a la intemperie durante varios días.

Al caer el sol se detuvieron a descansar a las raíces de un gran árbol, Jaden se sentó con ayuda del gato en una de las raíces, después este saltaría sobre las ramas del gigante en búsqueda de algo seco para poder avivar el fuego.

La flama era pequeña, pero acogedora, el calor del fuego les relajo la mente y el cuerpo, a pesar de los contratiempos con los carruajes, ambos se sentían más tranquilos un tanto cerca del camino, las bestias salvajes no se acercarían a ellos aun con el fuego dando su posición, algunas preferirían que los viajeros se internaran en la espesura para tomarles por sorpresa.



#18666 en Fantasía
#25635 en Otros
#3445 en Aventura

En el texto hay: elfos, magia, magia fantasia

Editado: 27.09.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.