Pasaron los días, muchos fueron los que respondieron al llamado de los reyes, otros volvían a sus hogares tras conseguir armas y entrenamiento, algunos más eran enviados a la galaxia donde se encontraba el Árbol de la Esperanza, otros se quedaron en Sirilan preparándose física y mentalmente para la batalla que estaba próxima.
Habían pasado por lo menos siete semanas desde que Ilse se había ido, Jaden solo deseaba que estuviera en donde estuviera la ninfa, ella supiera perdonarlo, aunque dudaba que lo hiciera, él no se perdonaría con facilidad.
Jaden observaba a los que llegaban poco a poco por los portales, muchos cargaban sentimientos de aflicción, sus emociones oscurecían sus corazones y los hacían dudar de muchas cosas, entre ellas su fe en los reyes del sol y la luna. Otros aun con la tristeza desbordándose parecían contener un gran sentido del honor, de amor, de responsabilidad.
El joven elfo, se paseaba por las torres observando una y otra vez a todos los que llegaban, o incluso entrando por los portales a planetas vecinos sin acercarse a la tumba de la reina, su objetivo era simple. Al acercarse a una persona cuyo corazón estuviese oscurecido, Jaden con un solo toque de su mano, le robaba toda aquella oscuridad, a todos aquellos que tocaba se levantaban con una mirada distinta y parecían más seguros en la victoria que en la muerte.
Al igual que Kalan con los recolectores, Jaden también se preparaba para lo que viniese, todos los días sin falta recolectaba toda la oscuridad que podía encontrar en los corazones que lo rodeaban, y al anochecer la guardaba toda en el colmillo de su maestro.
Creyendo que en el campo de batalla él sería aún más vulnerable a los susurros de las sombras no quería depender de ellos, el utilizar la oscuridad de los otros era una fuente de poder que le ayudaría a no rebuscar en las sombras, a pesar de no ser tan poderoso aquel mana, era mucho más seguro.
Cada día, cada semana, era de pesar, los voluntarios llegaban y se marchaban, razas que Jaden jamás hubiese imaginado estaban ahí, apartando el odio que sentían unos a otros, como los Licántropos y los Felinos, o los Orcos y los humanos, a su alrededor las tensiones crecían o aminoraban, pero no desaparecían.
Pasaron dos meses tras la partida de Ilse, Jaden había recolectado suficiente poder oscuro dentro de la daga para tres días continuos de combate, sabía que el mago Taida estaría ahí, y seria Jaden quien lo cazaría.
Sus ojos le mostraban la verdadera forma del colmillo, un largo cuchillo curvo de color hueso, que emanaba un aura oscura que aumentaba ligeramente con cada noche que él le inyectase más y más poder.
-Has vuelto temprano-, dijo tras escuchar al gato entre los arbustos.
-Hoy hemos acabado con las hierbas de este planeta miau, Mañana continuaremos con el siguiente miau.
Kalan entraba y salía de su mochila con total facilidad, sacando y metiendo hierbas que podría usar o vender, algunas las agrupaba para la preparación de medicinas mientras que otras eran simples hierbas para té.
-Creía que los medicamentos los prepararían en Sirilan-, dijo ocultando la daga.
-La gran mayoría miau-, respondió el gato desde el interior de la gigantesca mochila-, pero en la capital no se dan abasto miau, tienen a los alquimistas, boticarios, chamanes y sacerdotes sin parar con todos los preparativos miau, a algunos recolectores nos pidieron que ayudáramos con lo que pudiésemos miau.
Kalan salió con un molino de madera y un pocillo de piedra, quitándose los guantes empezó a triturar, machacar y moler algunas hierbas verdes, Jaden le ayudo poniendo algo de agua a hervir pero el gato estaba absorto en su tarea, no tomaría té esa noche.
-¿alguna noticia?
-El titán de la sabiduría miau, afirma que los demonios llegaran en un par de semanas cuando mucho miau, pero hay quienes dicen que no llegaran miau, entre ellos los orcos.
Jaden suspiro, el agua hervía y desprendía un aroma agradable, con cuidado puso un poco de miel en el agua y un par de cucharadas de la poca azúcar que les quedaba, su mirada se perdía entre brasas y ascuas, eso lo noto Kalan al vaciar la pasta de hierbas molidas en un cuenco de madera.
-Jaden ¿estas preocupado por Ilse miau?
-Me preocupo por lo que está por llegar, siento que hay algo que el titán de la sabiduría no nos está diciendo y eso me pone nervioso, tampoco mi maestro me ha hablado, no importa cuanto lo busque, no ha logrado hacer contacto con él.
-Sé que no es de mi incumbencia miau, pero ¿Quién es tu maestro Jaden miau?
-Me hizo prometer que no revelaría su identidad, pero es alguien en quien yo confió, me ha ayudado mucho y durante mucho tiempo.
-Seguramente te responderá miau, tarde o temprano estoy seguro miau, los maestros quieren despedirse de sus alumnos antes de la guerra miau.
-O los dejan elegir su destino hasta el final.
Jaden se quedó dormido tras comer un poco de pan y algo de té, Kalan se quedó despierto aquella noche, quería terminar de preparar todo para la guerra, sus medicinas debían hervir, sus armas necesitaban filo y sus nuevas armas de fuego brillo.
Jaden abrió los ojos, consciente de que se encontraba en una visión, estaba envuelto en oscuridad, no había nada, no había voces, no había rostros, únicamente una ligera neblina blanca que envolvía su cuerpo desnudo antes de ser rodeado por una llamarada carmesí que no podía tocarlo.
Editado: 27.09.2020