-Te veré una vez haya terminado la batalla.
Insistió Jaden en un intento de soltarse del fuerte abrazo de Kalan, quien lo sujetaba con fuerza aferrándose al joven elfo, los portales empezaban a abrirse, Jaden al igual que todos aquellos seleccionados para ir al Tártaro debían partir y eso no le gustaba a Kalan.
-No Jaden, quédate conmigo miau, no me dejes solo en este momento miau.
Las trompetas resonaron por todo el planetoide, pronto los titanes abrirían las puertas a aquel lugar. Jaden acaricio las orejas de Kalan, susurrándole.
-Tranquilo, los reyes del sol y la luna irán con nosotros, además de diecinueve titanes, ¿en verdad crees que no regresare?
Kalan se apartó de Jaden ofreciéndole un pequeño frasco de aquellas gotas que utilizaba, las lágrimas del gato estaban ocultas bajo su cabellera azulina pero su voz era clara y firme, como si ya hubiese afrontado el hecho.
-Llévalas con tigo miau, el efecto esta por acabarse… miau, no vayas a quedarte aturdido en pleno combate miau.
Jaden tomo el frasco, juntando las frentes de ambos le prometió verlo de nuevo, y dejándolo atrás con el segundo grupo que protegería el árbol de la esperanza, partió con el resto del ejército.
Ahí fue donde pudo ver con total claridad el poder de uno de los Titanes. Aquella criatura similar a un gigantesco pájaro con plumaje de luz extendía sus imponentes alas doradas abriendo una enorme puerta, semejante a una cascada dorada que los llevaría del centro mismo del universo físico, a fuera de este.
Poco a poco, soldados, máquinas de guerra, sanadores y hechiceros entraron en aquella cascada de luz, a un lugar desconocido aun para los Superiores, una tierra más allá de cualquier conocimiento mortal. Únicamente los Titanes serían capaces de imaginar la grandeza del verdadero mundo fuera de los cuatro universos.
Al cruzar por la cascada de luz, Jaden pudo ver con claridad un extenso puente por el que todo el ejército cruzaba sin dificultades, un puente de ópalos de todos los colores que lo hacía parecer un arcoíris, pudo ver como un cielo oscuro sin estrellas se extendía frente a todos y bajo el puente un desierto de vientos caóticos.
Lo que más asombro a Jaden fue lo que pudo ver tras las filas, una gran esfera gris cuyos bordes eran incontables tormentas y agujeros negros que luchaban entre ellos para mantener el contenido dentro, esa esfera sin duda eran los cuatro universos.
-Impresionante, ¿verdad?
Le dijo un elfo de piel negra como sus largos cabellos, su cuerpo era el de un noble y tenía puesta una larga túnica azabache, su voz era fría y sus ojos blancos delataban su identidad.
-Maestro ¿en verdad es usted?
-En persona-, le dijo mientras avanzaban al ritmo de la retaguardia-, Dime Jaden ¿puedes verlo todo?
Jaden observó atentamente todo cuanto los rodeaba y se lo mencionaba a su maestro, pudo ver como todo el ejército estaba rodeado por una especie de barrera invisible invocada por los titanes a modo de sustento vital fuera del universo físico, impresionado le comento que no se trataba de un solo ejército, sino ocho.
-No se comentes a nadie-, dijo su maestro-, puede que para los demás ellos sean fantasmas, pero en verdad son seres de otros mundos similares a los cuatro universos, reunidos aquí y ahora para la batalla que se aproxima, nosotros los titanes hemos creado una ilusión para que ninguno se meta en los asuntos del otro, pero si para que todos puedan luchar como aliados.
Le señalo el sol falso que iluminaba el camino de las fuerzas defensoras y la luna que se dirigía a ocultarlo.
-Te has topado con un tal Taida con anterioridad-, le dijo observando aquel astro rey-, el al igual que muchos otros demonios no pueden morir, únicamente en este día, cuando se complete el anillo de fuego, será la única oportunidad que tendremos para matarles de verdad, ese sol nos indicara el momento.
Jaden también le mencionó a las montañas vivientes que podía ver bajo el puente como gigantescas tortugas de piedra avanzando junto con el ejército, pero lo que más le llamo la atención fue el grandioso castillo que flotaba más allá del puente.
-Espera un segundo-, le dijo el maestro deteniéndolos-, ¿puedes ver el palacio? ¿Estas consiente de que sobre de nosotros hay un castillo? ¿de nueve torres y una cascada de aguas termales?
Jaden afirmó, al escucharse el grito de guerra de las primeras líneas la batalla comenzó. El titán oscuro maldijo su suerte, desapareciendo entre las filas delanteras para informar a sus hermanos de lo que había descubierto Jaden.
El choque de fuerzas fue contundente, apenas los demonios fueron visibles algunos se desvanecieron como polvo de piedra, otros fueron recibidos por una lluvia de flechas y disparos de las armas de fuego. Era inútil disparar al corazón y a la cabeza, la armadura negra de aquellas criaturas era gruesa y resistente, aun para las armas de fuego, pero no en los ojos ni en las articulaciones.
El cielo fue plagado por demonios voladores y dragones negros, su líder, lejos de la vista de Jaden, no era otro que el mismo hechicero Taida, pero al igual que ellos los protectores del mundo también defendieron el cielo, liderados por un elfo de verdes túnicas montado en un hermoso dragón celestial de escamas azules.
Editado: 27.09.2020