Una luz en la oscuridad

Capitulo 2

POV Ivón 

Despierto y lo primero que veo es una pared de color blanco, pestañeo varias veces algo confusa porque en mi casa las paredes no son de ese color y entonces, lo recuerdo.

Que iba caminando con dos fundas de comida en la mano y al pasar escuché gritos luego ella murió y...—no puede ser—me inclino en lo que parece ser una camilla y veo a un hombre con traje blanco de rasgos asiáticos a mi par con una inyección en la mano.

Lo que me espanta e intento ponerme de inmediato de pie—es mejor que te quedes quieta—susurra—o podría irte mal si te resistes a ellos.

Lo miro sin entender del todo y él voltea el rostro con dirección a la puerta. Yo fijo mi mirada hacía allá notando que hay dos tipos con armas, diría que los que me secuestraron.

Siento un punchazo en mi brazo y observo que me está sacando sangre él asiático—¡¿qué haces?!—vocifero.

—Shuss—hace como si me fuera a tapar la boca y yo detengo su mano en el aire impidiendo que me vuelva a tocar. Él voltea hacía ellos mirándolos y luego a mí como si estuviera nervioso—¿quieres que te pase lo mismo que la otra persona?—dice y yo de pronto vislumbro que hay una camilla al lado con una persona ensangrentada por el pecho pareciendo estar...

—Santo cielo—me llevo la mano a la boca asombrada.  Miro al asiático el cual, está hechando mi sangre en un frasco, le agarro el brazo para captar su atención—por favor, ayúdame—le suplico por lo bajo y me observa fijamente dejando de hacer lo que estaba haciendo—por favor—me sigue observando como si estuviera procesando lo que le digo.

—Hey, ustedes dos. ¿Qué tanto murmuran?—se acerca uno de los tipos armados a nosotros peligrosamente y yo quito mi mano de su brazo rápidamente pidiéndole a Dios en mi mente que me ayude.

—Na-nada—tartamudea el asiático claramente inquieto.

El tipo de negro fija su mirada en el frasco en manos de él—si ya terminaste llévalo al laboratorio para proceder con los análisis.

—Claro—el tipo de negro se da la vuelta y él pone la jeringa debajo de mi falda y yo lo miro—los distraeré tu sal de una vez—no digo nada.

—Ya es suficiente, sal— dice el de negro que se había acercado y abre la puerta saliendo todos ellos para luego cerrarla otra vez.

Me paro de inmediato con la jeringa en mano para abrir la cerradura pero no se abría—o vamos—me desespero y pasan como tres minutos hasta que por fin abre la puerta.

Ya abierta asomo la cabeza un poco y no veo a nadie entonces, salgo cerrando la puerta para evitar sospechas y me doy cuenta que afuera lo que hay es un pasillo que conduce a dos partes  y esta puerta de donde salí está en el medio—¿hacía dónde debería de ir?—pienso no sabiendo que camino tomar— me iré por el de la izquierda—decido y camino deprisa por si alguien llega.

Escucho pasos acercarse y me asusto—oh no—me paralizo. Pienso en la posibilidad de volver al cuarto de donde salí y volteo la mirada hacía atrás—tal vez no me da tiempo, rayos—musito.

No se porque pero, observo hacia al lado izquierdo mío y noto que hay una puerta—bueno, que sea lo que Dios quiera—le quito el seguro y entro rápidamente cerrando tras de mí inmediatamente y cierro los ojos suspirando.

Abro los ojos para saber donde me encuentro y por consiguiente, vislumbro que estoy en un cuarto similar al mío fijandome además, que hay una chica morena de pelo rojo vivo vestida con un vestido azul con mangas hasta la muñeca con algunos agujeros un poco notable algunos más que otros y el largo del vestido diría yo, hasta un dedo abajo de las nalgas o sea, muy corto con unas botas altas hasta la rodilla de color marrón sentada en una camilla mirándome—uh, hola—expreso sin saber muy bien que decir.

—¿Hola?—me observa de arriba abajo como con desconfianza.

Por su vestimenta pienso que no es uno de las personas que trabajan aquí debe ser que la trajeron—te secuestraron ¿verdad?—le pregunto y puedo ver en su gesto que se asombra un poco.

—Si, ¿cómo lo sabes?—me acerco hacía donde está.

—Porque también me lo hicieron a mí.

—Oh—dice con gran alivio.

—¿Cómo te llamas?

—Soy Clara ¿y tú?

—Pues yo soy...—no termino de hablar cuando escucho la manecilla de la puerta—rayos—me voy para atrás al lugar que está al lado de la puerta porque es lo único que se me ocurre y en ese momento en que me coloco allí se abre y yo quedo detrás de ella ocultándome.

—Ya estás despierta, muy bien—escucho una voz de hombre hablar—parece que le temes a las inyecciones y te desmayaste. Solo decidí pasar por aquí para saber como estabas.

—Estoy bien, ¿no me ves?—manifiesta algo molesta Clara.

—Claro, solo déjame tomarte la presión y ya está.

—No te atrevas a tocarme—articula ella.

—No te inyectaré nada solo...

—Parece que estas sordo ¿o qué?—añade Clara y puedo asegurar que debe estar muy molesta.

El hombre no dice nada—¿qué está pasando aquí?—al parecer entra al cuarto otro hombre.

—No es nada—oigo como respuesta.

—Okey, te estaré esperando en la sala de estudio—el tipo que entró agarró la puerta y la cerró dejándome a la vista de todos en el cuarto.

El hombre de bata blanca me mira y yo también sin saber que decir y me doy cuenta que es el mismo que estuvo hace unos minutos conmigo—pensé que tal vez habías logrado salir...—dice él.

—En eso estaba hasta que escuché pasos y entré aquí—digo acercándome a él.

Clara nos mira a ambos—ústedes dos...—comenta ella.

—Él me ayudó un poco podría decirse—respondo.

—Deben marcharse cuanto antes si quieren salir de este lugar—manifiesta él.

—Entonces, ¡ayúdanos!—Clara se levanta de la camilla de pronto.

—Esta bien, síganme—él abre la puerta y asoma su cabeza—vengan—nos hace señas con la mano para que lo sigamos.

Salimos pues, detrás de él caminando muy de prisa por el pasillo hacía el camino que yo había tomado antes y cuando logramos salir de ese pasillo entramos como a un espacio de descanso diría yo, donde hay muebles, una máquina de comida y...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.