Una Luz En La Oscuridad

LIBERACIÓN EN LAS AGUAS

Elizabeth ya se siente mejor emocionalmente y con confianza con Rubén, y le dice a Rubén que la espere allí en la sala, mientras ella va a su lugar, a su aposento, para hablar con Dios, y pedirle perdón.

Rubén se queda en la sala, y se queda viendo un cuatro donde esta Elizabeth con su esposo, y se acuerda de Jhoana, y dice:

— ¿Cuándo volveremos a estar juntos, como un matrimonio feliz?

Rubén deja el cuadro en la mesa donde estaba, y se pone a mirar por la ventana a las personas en la calle. Cuando Elizabeth sale de su habitación, y mira a Rubén que está viendo la calle, y le pregunta:

— ¿Qué ocurre en la calle?

Rubén se da vuelta, y ve a Elizabeth como más alegre, le responde:

— Lo mismo, la gente anda de aquí para allá... esperando ver a un cristiano para atacarlo.

— Ah.

— Veo algo diferente en ti.

— Le perdí perdón a mi Padre Celestial, y me siento con una paz increíble.

— Que bien.

— Hasta llore de alegría.

— Yo te dije, que la misericordia de Dios es grande y te perdonaría.

— Si, y cuando termine de orar, me acorde de mi conversión.

— ¿Hace cuanto eres cristiana?

— Tengo un año y dos meses.

En ese instante, Elizabeth y Rubén, escuchan fuertes golpes en la puerta del primer piso, y dice ella:

— Tiene que ser Gregorio.

— ¿Quién es Gregorio?

— Mi esposo.

— ¿Es que no tiene llaves?

— ¡Míralas ahí!

— Ah.

— Cuando se puso, así como loco, dejo todo.

Rubén va hacia la ventana, y lo ve, y le expresa a Elizabeth:

— Tienes que irte. Sal por la ventana conmigo.

— Si, lo sé yo también tengo que salir de aquí, pero yo no me la voy con las alturas, y otra cosa; tú te tienes que ir primero que yo, si Gregorio te ve aquí conmigo, sería fatal. Porque ese hombre es muy celoso.

— Lo que él tiene es contra los cristianos, así que los dos estamos peligrando.

Gregorio comienza a patear la puerta, porque se dio de cuenta que su esposa oro a Dios, y quiere con todo entrar...

Rubén siente que la puerta no va a resistir más, y coge de las dos más a Elizabeth, diciéndole:

— Si no me dices algo que me convenza yo voy a sacarte por la ventana, y escaparemos por ahí, así te guste o no las alturas, pero no te voy a dejar aquí.

— Ya entendí el mensaje, primero bajemos al primer piso y pongámosle todos los muebles que podamos a esa puerta, y luego subimos hasta el cuarto piso y nos pasamos a la otra casa.

— Me parece bien, ¡vamos!

En seguida, Rubén y Elizabeth, bajan al primer piso, y tapan la puerta a punto de muebles. Haciendo que Gregorio no pueda entrar...

Al ver que no puede entrar, Gregorio llama a otros más, y hacen una fuerza descomunal a esa puerta, mientras Rubén y Elizabeth corren por las escaleras hacia la azotea del cuarto piso...

En ese momento, Gregorio y cincuenta y cuatro personas más, dañan la puerta y empujan los muebles. Entrando con todo a la casa y corren todos por la escalera hacia el cuarto piso...

Rubén ayuda a subir a Elizabeth hacia la casa vecina, y tiene agachado su rostro porque Elizabeth tiene vestido...

Elizabeth logra estar en la edificación vecina, y extiende su mano derecha, diciéndole a Rubén:

— ¡Ahora te toca subir!

Rubén intenta coger la mano de Elizabeth para escapar. Cuando los cincuenta hombres acompañados dé Gregorio, llegan a la azotea, Rubén baja su mano, y rápidamente le dice a Elizabeth:

— Metete en el tanque de agua.

— ¿Qué vas hacer tu?

— Es mejor que no te vean a ti, yo voy a escapar por otro lado.

— ¿Por dónde?

— Elizabeth, entra al tanque de agua. No te preocupes, Dios está con nosotros.

— Bueno.

Elizabeth se mete en el tanque de agua, y Rubén sale al frente de Gregorio y los cincuenta, y todos les dicen a Rubén:

— ¡SOLO TIENES QUE NEGARLO!

Rubén no se deja intimidar por el número de hombres que tiene al frente, y les dice a todos:

— No voy a negar a Jesús, y ustedes no me asustan, el creador del cielo y de la tierra es más grade que todo esto.

Todos se enfadan y se le tiran encima a Rubén, para acabarlo, pero este ya tenía un plan, y corre hacia el límite de la azotea, y se tira al vacío. Agarrándose de quiebra sol que tiene las ventanas de la casa de Elizabeth, y mira hacia arriba, y ve a todos que están muy furiosos...

Rubén pasa de quiebra sol a quiebra sol, y ve una moto de alto cilindraje, y dice:

— Oh, y a mí que no me gustan las motos, y preciso la veo con llaves...

Mientras Rubén baja por cada quiebra sol, Gregorio y los cincuenta, bajan las escaleras, dispuestos a quitarle la vida a Rubén por no negar a Jesús...

En ese momento, Rubén baja al piso, y se monta en la moto de alto cilindraje y mira la azotea y el tanque de la edificación vecina, diciendo:

— No veo a esa gente, ojalá me sigan, para que Elizabeth pueda estar más segura.

Toda la gente sale de la casa de Elizabeth, y ven a Rubén en la moto, y corren hacia él, pero este enciende la moto y hace que lo sigan, para quitarle esa carga a Elizabeth.

Rubén casi no puede controlar esa moto, y llega hasta las playas de Bocagrande, y comienza a esquivar por la arena a cientos de vallistas que se le lanzan a cogerlo, hasta que este pierde el control totalmente y se mete con todo al mar...

Rubén nada y nada hasta ver varios yates, y quedar fuera del alcance de la gente, que lo quieren acabar. Y queda de frente hacia la playa, y trata de descansar. Cuando escucha que le dicen:

— ¿Crees que vas a escapar? Niega a Jesús.

Rubén mira hacia su izquierda, y ve a un hombre que desde su yate le dijo eso, y otras personas que están en otros yates también le dicen cosas, y dice:

— Estoy cansado de todos ustedes, nunca voy a negar a mi Dios.

De inmediato, el hombre que no sabe nadar, se pone tremendamente agresivo, y se tira al agua en busca de atacar a Rubén, pero este se comienza ahogar...



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En el texto hay: persecucion, dios, salvación y esperanza

Editado: 03.06.2025

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