Estupefacto, el hombre queda asustado con lo que le dijo Rubén, y se desespera porque está en el agua, que Rubén le dice:
— ¡Cálmate! ¡Cálmate!
— ¡Yo no sé nadar!
— Yo te ayudo, tranquilízate o nos ahogaremos los dos.
— ¡Llévame a mi yate, por favor! Te aseguro que no se nadar.
— Eso trato, pero tranquilízate.
Rubén se acerca al yate del hombre. Cuando tres yates y dos lanchas los rodean e intentan embestir a Rubén, pero estos se hunden y vuelven a salir a la superficie, y llegan hasta el yate...
En ese momento, Rubén le pregunta al hombre:
— ¿Por dónde subiremos?
— Por acá, en el lado de acá hay una escalera.
— Vamos, antes que estos nos embistan con sus lanchas.
El dueño del yate y Rubén encuentran la escalera y comienza a subir. Cuando son golpeados por una lancha y un yate, y se agarran duro para no caer al agua...
Después de subir al yate, Rubén en el suelo, y agotado, le grita al hombre:
— ¡EN CIENDE ESTO Y SACANOS DE AQUÍ!
— ¡SI!
De inmediato, el hombre corre hacia los controles de yate, y lo enciende, y se van a toda velocidad de ese lugar, pero los demás yates y lanchas los persiguen...
Después de quince minutos de persecución, Rubén se levanta del suelo, y mira hacia tras, y ve los yates y las lanchas que los siguen, y dice:
— No se dan por vencidos.
El hombre mira a Rubén que se levantó del suelo, y le pregunta:
— Habías dicho que sacaste algo de mí.
Rubén se acerca al hombre, y le responde:
— Si, literalmente, te saque un demonio.
— ¿Qué?
— Así como lo oyes, y estos que nos siguen, también tienen demonios.
— Lo último que recuerdo es que tenía el celular en mis manos, y no recuerdo más.
— Utilizaron el teléfono para envenenar a las personas que no son cristianas, y así; acabar con los que si son cristianos.
— ¿Quién hizo esto?
— No lo sé aun, lo único que sé, es que tenemos que perder a estos, yo buscar la manera de solucionar esto.
— Ya veo.
El hombre suelta su mano derecha del manubrio del yate, y extiende su mano a Rubén, diciéndole:
— Gracias por liberarme.
— De nada.
— Me llamo Raúl.
— ¡Rubén!
— No te preocupes Rubén, yo voy a perder a todos estos.
Rubén comienza a ver una isla y le pregunta a Raúl:
— ¿Y esa isla?
— Esa isla se llama Tierra bomba. Ah, se me ocurrió una idea.
— A mí también, pero di la tuya primero.
— Bueno, para agradecerte loque hiciste por mí, yo me ocupare de todos estos, dejándote cerca de la isla, para que me sigan, y así te puedas liberar de esta persecución.
— Algo así estaba pensando, pero es mejor que no te acerques mucho a la isla.
— ¿Entonces?
— Yo voy a lanzarme desde antes y nadaré a la isla, solo tienes que hacer una curva hacia la derecha cuando eses cerca de la isla, y yo me tiraré al mar, y buscaré un lugar donde no allá personas.
— Como tu digas, ¿estas preparado?
— Si.
— Fue un gusto en conocerte Rubén.
— Lo mismo.
— Aquí vamos...
En ese instante, Raúl hace como Rubén le dijo, y antes de acercarse tanto a la isla; hace una curva hacia la derecha, y Rubén aprovecha ese momento y se tira en clavado al agua sin que sus perseguidores lo vean...
Los tres yates y las dos lanchas siguen a Raúl, mientras Rubén está sumergido por unos segundos y luego sale a la superficie, y comienza a nadar hacia la isla. Mirando que no haya gente por donde va a llegar...
Minutos después, Rubén llega a una parte de la playa donde no hay personas y cae en la arena completamente cansado de tanto esfuerzo, y queda tendido, por más de veinticinco minutos...
Rubén abre sus ojos y llora pegado su cachete derecho a la arena, y se levanta lentamente, y se pone de rodillas, y mira el cielo para después poner su mirada de frente hacia la naturaleza, y cierra sus ojos, y dice:
— Señor mío, oh Jehová, creador del cielo y de la tierra, creador de los mares, y de todo lo que hay en ellos... creador del sol, y de la luna y las estrellas, yo te ruego, te pido y te imploro en el nombre de nuestro Señor Jesucristo; Señor, yo te ruego que me ayudes, y que vuelvas todo a la normalidad. Sacándole todas esas cosas que hacen que la gente se porte de esa manera agresiva contra tus hijos...por favor ayúdame Señor...
En ese preciso momento, Dios escucha la oración de Rubén, y envía un tremendo viento; que sopla por varios minutos por toda la tierra. Haciendo que Rubén se sorprenda por lo que está pasando. Y mire el cielo...
De repente, las nubes se acumulan por todos lados, y comienza a caer un descomunal aguacero, y este aguacero lee cae a toda la gente que está en la isla Tierra Bomba, y todos son liberados de los demonios, lo mismo pasa con las personas que están en las calles de la ciudad de Cartagena, el aguacero lo libero.
En el hotel, una gota de agua se filtra por la edificación, y le cae en la cabeza a Jhoana, y el demonio sale corriendo de ese cuerpo, y Jhoana queda libre, al igual que todos en ese hotel, porque el agua está entrando hasta los lugares más secos, y seguros, y libera a todos; estando afuera en la calle o dentro de un hotel o casa...
Rubén no se dio de cuenta, pero su oración cubrió toda la tierra, y llovió por todas partes del planeta.
En todo Brasil, toda la gente se liberó con la lluvia, en Costa Rica, en Estados Unidos, en Argentina, en Canadá, en España, en Italia, en Rusia, en Portugal, en Afganistán, en Japón, en Nigeria, en Congo, en Australia, en Nueva Zelanda, en China, en Nepal, no hubo rincón de la tierra que no haya caído este tremendo aguacero de parte de Dios, todos quedaron liberados...
Cartagena – Colombia, Jhoana toca su cara y ve sus dos manos, y luego con gran desespero busca a su esposo, gritando:
— ¡Rubén! ¡Rubén!
Jhoana intenta abrir la puerta, pero no puede, porque está cerrada con llave. Cuando escucha los gritos de Jhoana un trabajador que estaba controlado como a todos, pero ahora ya está libre por la lluvia, y este busca las llaves de esa habitación, y abre.