Una Luz en Ti

MARGARITAS-02 | NNES

Estaba ayudándole a la tía Mar a colocar margaritas por todo el local, estamos en el local que alquilaron mis tíos.

— Cannes— me saluda mi prima Tuli.

— Neni— Tuli es un año más pequeña que yo, nos llevamos tan bien que parecemos hermanos.

Nos abrazamos y ella me susurra; — Yo acabo de ayudar a mamá.

Le doy las gracias y antes de salir, me despido de los tíos y de Tuli.

— Hey— me dice ella.

—¿Qué?

— Si sales ya, creo que en un tiempo me lo agradecerás—la miro confundido, pero sin saber por qué, le hago caso.

Justo cruzo la puerta y ando un minuto, calle arriba, una chica, cruza sin darse cuenta con sus propios pies y se cae.

— ¿Oye? ¿Estás bien?— pareceré tonto por preguntar una tontería.

¿Cómo va a estar bien? ¡Que se ha caído!

— Sí, sí— la ayudo a levantarse, pero no puede sostenerse de pie por mucho tiempo.

Decido cogerla en brazos y volver a la tienda de mis tíos y pedirle el coche a la neni para llevar a la chica al hospital; cuando llegamos a la tienda mi tía se acerca velozmente a nosotros y habla con ella al dejarla en el banco mientras yo busco a mi prima para pedirle el coche. Cuando ya tengo las llaves de su buga, la vuelvo a coger en brazos y nos vamos.

Al llegar, nos hacen esperar en la sala de espera, valga la redundancia y se queda medio vacía hasta que nos llaman por fin. Ella suelta un quejido al ponerse de pie y anda como puede, yo la acompaño hasta la consulta y le pregunto si quiere que pase, ella asiente y se apoya en mí.

Le hacen unas pruebas y ven que tiene el tobillo izquierdo esquinzado. Se lo envuelven y le digo de llevarla a su casa directamente y que voy a buscar el coche mientras ella me espera en la puerta del hospital. Cuando volvemos a estar en el coche de mi prima, le pido la ubicación de su casa y la llevo.

—Gracias Cannes— freno en un semáforo en rojo y la miro.

— No es nada Catleya.

Sonríe y me parece adorable. Veo de reojo como apoya su cuerpo a la ventana y mira a través de ella el paisaje hasta llegar a su calle y ponerse bien.

—Llegó la hora Catleya.

— Demasiado formal Nnes, llámame como quieras, pero por motes me gusta más, ya no somos desconocidos que se tenga que ir con formalidades.

Asiento y la sorprendo con un beso en una mejilla antes de que salga del coche.

— Nos vemos Leyley.

— Nos vemos Nnes.

Cuando empieza a ir lentamente hacia su casa como puede, al dentro de mí me empuja a salir del coche y ir hasta donde está, para ayudarla a acabar de llegar. No dejándola sola hasta que sus padres abren la puerta.

— ¡Catleya!— su madre se alerta y anda más de prisa hasta ella apartando a su marido cuando le impide pasar bien.

— ¿Qué ha pasado?— le pregunta el padre más tranquilo.

— Me he esquinzado el tobillo patinando.

— Ay, los patines, ahora los traigo.

Asienten y la madre me sonríe, al llegar al coche respiro agitadamente aun sin haber corrido, pero andado rápido. Cuando abro la puerta de atrás del copiloto y cojo la mochila de los patines, aparece el padre de ella y me agradece que la haya ayudado y lo que he hecho por ella. Y me dice que ya la han ayudado a entrar y que si quiero ya puedo estar tranquilo y hacer la mía.

Le doy los patines y me despido de él.

— Adiós señor.




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