Una Luz en Ti

VERDES - 05 | LEYLEY

Al salir a que me dé el aire, me siento en una tumbona y pruebo a respirar profundamente sin perder el control, pero cuando me llevo una mano el centro el pecho… Noto como lo pierdo y la respiración profunda se quiebra, y por algo me acuerdo de la nada de que me he traído el móvil y del teléfono de Cannes y lo llamo antes de pensarlo.

— Cannes…

— ¿Estás bien Catleya?— no respondo y empiezo a pensar en que se desespera con mi silencio.

—No… Yo…— él me pide silencio con un sh como a los niños pequeños y me pide que intente tranquilizarme y que él me acompaña hasta que dure, no importa el tiempo ni la hora.

Quizás está sintiendo pena por ti y solo quiere asegurarse de que no te matas…

—¿Nnes…? ¿Te doy pena?

Él se queda en completo silencio y luego oigo como suspira y suelta un bufido.

—No Cat, no me das pena, solo quiero ayudarte y porque me preocupas, no es que me des pena, pena me da no poder quitarte lo que sostienes sola.

Me quedo en silencio y siento que vuelve a entrar algo de aire por mi ser.

—Cannes…

— Por la tarde nos vemos, descansa.

Asiento sin que me vea y me siento más calmada.

— Gracias Cannes, por estar conmigo, por acompañarme y no verme una loca por llamarte, gracias por querer ayudarme. Ha sido muy reconfortante para mí.

— No es nada, ves a descansar de verdad, preciosa.

— Buenas noches, Cann.

— Buenas noches, Leys.

Cuelga y yo me quedo con la mirada fija mirando al móvil y la llamada finalizada sin creer lo que acaba de pasar y lo rápido en comparación a otras, se me ha pasado este ataque. Me levanto y entro en casa, paso por el baño de abajo para hacer necesidades y me cepillo el pelo como antiestrés.

Al volver a mi habitación me sorprende ver a papá sentado en mi cama, esperándome.

—¿Papá…?

—¿Dónde te habías metido Catleya?

Su voz sale más seria y neutra de lo normal y mis ojos se nublan, con el corazón encogiéndose, por haber preocupado y despertado a papá.

—¿Te desperté papá?— él niega y nos abrazamos.

—¿Entonces pequeña?

— Ataque de ansiedad, insomnio, angustia, no despertaros, terraza, Cannes…

— A ver si entiendo, te ha dado un ataque de ansiedad, por el insomnio, tenías angustia y no querías despertarnos a mamá y a mí, te has ido a la terraza y has acabado llamando a Cannes y te ha ayudado— asiento y vuelvo a hacerme bola en sus brazos.

—¿Y ahora, como te sientes?— bostezo y él se levanta.

— Cierra los ojos al acostarte y recuérdalo, creo que te ayudará a descansar, esté muchacho hará lo que no pude cuando era mi turno.

Sonrío y me tapa con el nórdico. Me da un beso en la frente y se va. Yo hago lo que me mandaron y me quedo dormida por fin. Por la mañana, todo sigue igual, quitando que no puedo ir a la universidad por males, y me quedo en casa con mamá que tiene fiesta del trabajo.

—Desayuna Catleya.

— No tengo hambre mamá.

Una mirada me hiela y me voy al baño avisándola, cuando vuelvo, tengo un bol de leche con colacao y cereales de chocolate.

— Mamá…

— Tienes que comer Cat…

— Está bien mamá.

Desayunamos juntas y luego nos pasamos por urgencias. Al salir tenemos que pasarnos por la farmacia. Porque he cogido una crisis de ansiedad y necesito las pastillas.

—¿Mamá, podré ir con Cannes que me lo ha dicho cuando me ha ayudado esta madrugada en la llamada socorro?— ella me da una mirada preocupada y supongo o que debe pensar.

— Estaré bien mamá.

—Bueno, está bien.

— Aún no me ha dicho cuando, me ha dicho que a la tarde.

Asiente con la cabeza y entramos en casa, luego la ayudo a hacer la comida y preparo la mesa para cuando llegue papá, comer.

Pasan tres cuartos de hora, papá llega y comemos, luego me echo en el sofá y vuelvo a quedar dormida, hasta qué mamá me sacude un poco para aligerarme y decirme que tengo una llamada de Cannes.

Lo vuelvo a llamar y lo coge a los cinco segundos.

—¿Esperándome?— le pregunto con gracia y ironía.

— Sí pequeña.

Eso me deja parada y sonrío, luego quedamos en la punta de mi calle en cinco minutos aunque creo que ya está preparado.

Subo rápido y me cambio pantalón y zapatos, luego corro al baño y me cepillo la melena dejándola suelta. Al bajar, me despido de mamá y salgo de casa, miro hacia abajo y ubico el coche, ya que él justo sale del coche para sacudir las piernas.

—¡Hola!— corro hacia él y extiende sus brazos al verme correr y acercarme.




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