Una Luz en Ti

VERLO -07 | LEYLEY

Pude volver a verlo y me permití disfrutarlo por más chicos que ahuyentaron de mí, por querer evitarme dolores innecesarios.

— Tenía ganas de verte— aún recuerdo la conversación en el bar al lado y me sonrojo al recordar lo que le dije sin pensarlo antes de decirlo.

Cuando menos ganas tenía de separarme de él, veo que me tengo que ir.

— Me tengo que ir— le comento mirándome las piernas.

— Vámonos.

Cuando ya no tenía por donde verlo y no podía volver atrás, veo a mi mejor amigo sonriéndome de frente y me abraza con fuerza.

— Hey— me río siendo rodeada por sus fuertes brazos.

— Te echaba de menos ley— le miro a los ojos y veo la sinceridad con la que me lo ha dicho.

— Yo a ti también Eze, estuve un rato con un chico que me ayudó hace unos días.

— ¿¡Que te pasó!?

— Me esquincé un tobillo, pero hace poco ya me liberé de eso.

—¿Todo bien ahora?— asiento.

>> —¿Y a donde ibas?

—Volvía a casa, ¿Por qué?

—He quedado con Marcos, es por si quieres venir.

— Un momento— saco el móvil y llamo a mamá.

—¿Mamá, puedo ir con Eze y Marcos?

— Bueno, pero, en dos horas vente que comeremos.

— Gracias mamá.

Guardo el móvil y asiento, luego sonrío y me giro.

—Vámonos, tirando que vamos tarde— Eze sonríe y andamos.

>> — ¿Dónde habéis quedado?

—En la playa.

— Vale.

— Por lo menos no hace frío.

Eze me mira y se sonríe, y acerca una mano para entrelazarla conmigo, pero cuando la roza, la quita, y yo hago como si nada para no darle esperanzas, aunque hace años, podíamos darnos la mano como si nada, una vez, me hizo daño y ya no fue igual, pero no rompimos amistad.

El camino que quedaba se tornó silencioso y algo incómodo, pero pronto se relajó, porque no me di cuenta del bordillo y pise como si no estuviese y casi me como el suelo, el me coge por un codo y me tira hacia él, salvándome.

— Gracias, Ez.

—No es nada Leya.

Cuando llegamos a la playa nos cuesta encontrar donde está Marcos, pero finalmente lo vemos sentado en la orilla mojando los pies.

—¿Catle?— asiento y digo que me encontré con Ez y me invitó y que mi madre me dejó un par de horas.

Luego se levanta y me abraza y dice de ir al pinchito de al lado, que invita él y aunque diga que no, insiste y no queda más remedio, llegando le doy las gracias y le doy un beso en la mejilla.

A Marcos lo conocí en preescolar y siempre hemos tenido esa amistad que parecemos más hermanos que amigos.

Luego al llegar, la camarera que nos atiende le tira la caña a mi mejor amigo Marc y esté se le sonríe mientras Ez y yo aguantamos la risa que estalla a la que ella se aleja y Marcos nos mira mal.

—¿Qué os pasa? Como si solo vosotros pudierais ligar, algo habrá visto.

Lo dejamos estar porque llegaron las bebidas y le dimos un sorbo y al terminar, ya se había pasado.

Luego hablamos de un examen y al pagar, andamos el paseo, volviendo a nuestras casas. Primero se despide Marcos en un desvío y luego Eze decide acompañarme a mi casa aunque tenga más camino a la suya.

—Gracias.

Luego de entrar en casa, saludo a mis padres y subo a cambiarme las deportivas, con tierra dentro de ellas por lo de la playa.

— ¡A comer Catleya!

— ¡Bajo!

Antes de bajar, voy al baño y descargo líquidos, meando, me lavo las manos y bajo, mis padres ya me esperan la mesa, me siento y me pongo coca cola y le doy unos sorbos.

—¿Antes de beber, no deberías comer un poco?— miro a mamá con la mirada fija y cojo el cubierto.

Comemos en silencio, hasta que me levanto y mi madre me mira seriamente, pero recojo mi parte. Más tarde tras dos horas de siesta me levanto y veo que Cannes me ha escrito y sonrío. Esté chico está despertando en mí, emociones que tenía bien alzados en barrera y empiezo a temer que la destroce y acabe peor.

Pero… ¿Por qué no? Le daré una oportunidad, y espero que sea el definitivo.

Tras unos minutos de haberle repuesto.

—Acabo de despertar de una larga siesta de princesas.

Me vibra el móvil en señal de una llamada entrante de WhatsApp de él y lo cojo justo cuando aún se ríe de lo que le he contestado.

—¿Qué?— sonrío.

—Me ha hecho gracia que hayas puesto lo de princesas.

— Bueno.

— ¿Y responderás a lo que te había mandado?




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