En cuanto Tuls me dice que está segura de qué me vaya un rato a verla al hospital, yo me pongo de pie y salgo del trabajo. Al subirme al coche, mi pulso tiembla, así que decido tranquilizarme antes de empezar a conducir.
Llevo diez minutos haciendo respiraciones profundas y masajes en las manos y siento qué ya puedo empezar la conducción hacia el hospital. Salgo de la calle donde se localiza la tienda de mis tíos. Llego al párquing y al dar tres vueltas encuentro un sitio en el que mi coche cabe medio justo pero cabe. Finalmente, estaciono y voy al hospital.
— Hola, buenos días, me podría decir la habitación en la que reside Catleya Montes Núñez por favor.
— Sí, señor, piso uno, habitación 130.
— Gracias.
Voy al ascensor y espero pacientemente a qué llegué al piso uno. Al llegar aligero el andar hasta estar enfrente de la habitación en la que está Catle.
— Catleya soy Cannes, he venido a verte, ¿Puedo pasar?
— Pasa— paso y me sorprende verla sola.
Me acerco a su camilla y le cojo una mano, ella mira nuestras manos entrelazadas y sonríe, no sé imagina cuanto la he echado de menos.
— Cannes.
— Sí, bonita.
— Te he echado de menos— terminamos a la vez y sonreímos.
Pasa el tiempo velozmente mientras estoy con ella aunque estemos en un hospital y llego a ver el atardecer a su lado por esa pequeña ventana que hay en este cuartelillo.
—¿Y ahora, cómo estás?
—Viva por lo menos— la miro y muevo la cabeza a los lados sonriéndome, pensando en que no tiene solución, siempre con su humor aún empotrada en una cama de hospital.