Me levanté con una rara sensación de qué hoy me llevaré una gran sorpresa y qué puede llegarme a dejar deslumbrado. Hoy es mi día libre del trabajo, pero aun así, me paso a ver a mis tíos y me quedo un rato con ellos, Tuli pasa a verlos de paso a la academia y después se va.
—¿No ves rara a Tul últimamente Canns?— me quedo mirando a la tía y mi expresión se lo dice todo.
—¿No te ha dicho nada?
—¿A mí de qué?— me la quedo mirando.
—No sé algo que nos saque de está rareza, por qué últimamente la veo más cambiada y no me quiere decir si le pasa algo cada vez que le pregunto— me río y me reprocha con la mirada.
—No yo tampoco sé y ni se lo pregunto, puede qué quiera simplemente pasarse— la qué se ríe ahora es ella.
—Rey, ella desde los quince qué le cuesta darnos estas muestras de cariño— sonrío a sabiendas de que es cierto.
—A lo mejor quiere volver a acercarse de nuevo.
Cuando desiste y alguien entra, despego los ojos de los de la tía y miro a la recién entrada. La explosión qué sentí era algo jamás sentido, ni con mis exnovias, ni con mi primer amor. Ella me sonreía y yo me la miraba con la boca y los ojos abiertos.
Algo vi en la luz de pequeño por qué todo lo importante para mí, lo relaciono con la luz.
—¿No me dirás nada?— sonreí abiertamente y la abracé con toda la fuerza qué me ha dado verla.
Estaba gloriosa, guapísima, brillante, lleva un vestido primaveral largo azul metálico, una diadema negra con flores del mismo azul del vestido y unas sandalias con plataforma.
—No te hacía por aquí de nuevo— dejo salir el pensamiento qué ya no podía sostener dentro.
—¿Señora Mar, le hace algo si me lo llevo?— miramos a mi tía y ella niega en un movimiento y nos hace con las manos que nos podemos ir cuando queramos.
—Nos vamos tía— ella asiente y yo voy un momento a recoger mis cosas en el despacho que tienen en el almacén, al volver y cogerle una mano para salir, Catleya me frena antes de qué siga y dice.
—Espérame afuera ahora salgo— me da un beso en la mejilla y se acerca a la tía.
Ya no sé qué paso dentro, hasta que salió. Traía un jarrón con flores de una gama de rosa en las manos.
—¿Y eso?
—Para mamá.
—Okey.
>> —¿Lo quieres dejar en tu casa?— asiente y la acerco con el coche. Después sale y me dice qué hoy tiene festivo.
—Y yo el día libre— reímos.
—Sorpréndeme— la miré y ella me tentó.
La besé antes de arrancar, todo se volvió un silencio algo incómodo, a excepción de la circulación de vehículos.
—Catleya ¡Di algo! Me está matando este silencio— frené en un estacionamiento.
Ella me mira, y veo ese miedo y ¿Nostalgia?, en sus ojos, tarda en hablar, pero finalmente lo hace y fui un poco más feliz.
—Temo quererte y sentí algo cuando nos besamos esas veces y en la reciente.
—Sin prisas tómate el tiempo qué necesites con calma hasta qué sepas qué quieres— y la abracé como pude.
Catleya temblaba, lo asumí muy pronto al miedo ese qué me acababa de hablar. Pero cambié de pensar cuando fue ella esta vez la que me besó.
—Sin marcha atrás, te quiero— la besé alocado y después quise que esté día jamás se le olvidará y le hice caso a lo que me dijo.
La sorprendí.
Nos llevé a un parqué de atracciones y disfrutamos, lo qué no supe hasta ese momento es que ese era su parque de atracciones favorito.
Nos subimos a varias de sus atracciones favoritas y a las que de pequeño temía subir y me sorprendí de que me gustará, luego en un restaurante paramos a descansar y comimos. Al dejarla en su casa, sus padres esperaban en la puerta sonrientes, y yo estaba a la expectativa de lo que sucedería.