Una Luz en Ti

¿FORMALIZANDO LA RELACIÓN?-23 | LEYLEY

El día de ayer fue de novela, de esas qué me cuesta creer haber vivido. Cannes me besó y sentí más qué en las primeras veces, temí y pensé, creí y amé. Al final del día me llevó a casa en su coche y mis padres esperaban en la puerta, nada pasó, me bajé, me despedí y se fue.

Mis padres me abrazaron y estaban sonrientes, papá ha mejorado mucho, ya no controla tanto, ya no tiene tanta sobre-protección conmigo y eso me calma.

—Ese chico te gusta— dijo mamá, no sonaba a pregunta, sonaba a afirmación y yo no supe decir nada, papá la miro y me miro, mis mejillas coloradas decían de todo.

—Sí— dijo mi padre por mí, ya que lo vio muy claro y yo era incapaz de responder.

Los miré y sonreí. Cenamos y pasé una buena noche de sueños en los que revivía el día vivido.

Hoy.

Me acabo de levantar y estoy en la cocina con mamá desayunando, y papá en el baño duchándose, tiene una entrevista de trabajo del bueno y normal en una agencia de viajes.

—Qué vaya bien— le deseo a papá cuando se está por ir.

Me da un beso en la coronilla y se va, yo me levanto y voy a cambiarme para ir a estudiar. De camino me cruzo con un coche que reconozco y miro al chico y sonrió, él se para en una esquina sin molestar a la circulación y me invita a subir, cuando estoy adentro arranca a la que me he puesto el cinturón y sin saber donde voy me lleva al edificio en el que estudio.

—¿Nos vemos al salir?— asentimos los dos y me da un ligero beso en los labios.

Al salir me dirijo a mi mejor amigo y nos abrazamos.

—Qué pillina, el chico ese es el que me explicas por whats, que aún me tienes que presentar, maldito Eze que se me adelanto— sonrojada, asiento y luego río por el último comentario de Marcos.

El timbre suena y vamos a la clase, el día pasa medio lento, con mis ganas de volver a verlo, cuando el timbre de fin suena sonrío y voy saliendo.

—SSH, que vaya bien sirena— me río de Eze y salimos.

Ya en el coche de Cannes, le saludo, me abrocho el cinturón y le beso, me mira sorprendido y lo acelera, pero pronto nos amargan la existencia, obligándonos a circular.

—¿A dónde quieres ir?

—Kings Park, nuestro sitio— respondo con mi voz acaramelada.

Él, hasta que no estuvimos en el estacionamiento, no me habló de nada de que comeríamos allí y de que ya había avisado a mis padres.

— ¿Y esto?

— Comida.

— Eso ya lo sé— digo girando los ojos.

>> —Decía el porqué.

— Número 1 > cita, número 2 > sorpresa.

Me sonrojo y empezamos a subir esas puñeteras escaleras interminables. Cuando llegamos damos una vuelta por ahí antes de situarnos y comer.

—¿Cómo ha ido el estudio de hoy?

—Normal y lento, quería verte— se acerca, terminando el pequeño espació que nos separaba y nos besamos.

—Tenemos qué hablar.

No sé deciros todo lo qué sentí en este momento, fue brutal.

— ¿De?

—Tranquila no es malo— suspiros constantes, hasta que…

— Quiero decirte que estos días he estado pensando en nosotros, en la relación que mantenemos y en lo que yo quiero en realidad. Mi corazón se iba acelerando.

—Yo soñé contigo anoche sobre el día de ayer.

Nos damos unos besos antes de continuar.

—Total, quiero que formalicemos de algún modo nuestra relación, menos amigos, porque ya no siento que podamos ser solo amigos.

Explosión instantánea, nos enamoramos sin remedio.

— Okey, vamos a decirnos lo qué sentimos y si nos sale nos declaramos al otro, pero ¿Quién empieza? ¿Tú? ¿Yo?

— ¿Cara o cruz?— asiento.

—Cara— él.

—Cruz— Yo.

Él tira una moneda qué tenía en el bolsillo y toco cara, así qué dejo salir un suspiro de esos que poco se le ve dar y empezó.

— Mi guerrera, como podría empezar… Te conocí ese día en el que al enredar tus pies sin darte cuenta, te caíste delante de mis morros y te socorrí, gracias a mi prima que me dijo que si salía en ese momento se lo acabaría agradeciendo ahora sé que si, por qué decidimos hablar y nos fuimos conociendo en los días qué nos íbamos viendo, te quiero y no como una simple amiga, te quiero de verdad. Ayer fue cuando vi lo claro qué estaba, estoy enamorado de ti y no hay más.

Me toca.

— Aish nene, que te digo yo que no hayas dicho tú ya, siempre te estaré agradecida por socorrerme ese día y por haberte conocido, me diste más luz, me acompañaste en lo malo y hiciste los buenos más brillantes, tus besos me tomaron por sorpresa y lo acogí alegremente por qué sentía que era correcto, lo qué vivíamos juntos, ayer, supe que todo iba a más, hasta mis padres sin hablar casi contigo, solo viéndonos ayer anoche, y en la cena, sin yo decirles nada, asintieron que me gustas y no lo negué, no sabía que decirles, porque ha pasado y me gusta sentir eso por ti, me encantas y te quiero a montones.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.