¿Quién sostiene mi mano esté como esté? Él.
Él que llegó para hacerme ver lo que nadie me quiso enseñar, él con el que vi la palabra amar coger su fuerza natural. Sonrío ante estos pensamientos a la vez que los escribo por qué antes de él solo he podido ver por encima lo que el amor me hace y no sé qué prever.
Pero sé que ambos sabremos sostener lo que hay. Ese par de delicias en los que nos volvemos al juntarnos. Es de noche, estoy en mi cama mirando el techo con la luz de la lámpara pequeña iluminando levemente la habitación.
— Ring ring… Pase, gracias.
Me río al escucharlo darse permiso él solo y entrar, al verlo me acomodo y cuando estamos al rozar las narices no aguanto más y provoco un beso de los largos, ayer no pudimos vernos y lo extrañé como nunca a nadie.
— ¿Extrañándome?
— Siempre— digo en un tono susurrado y que nos enciende a ambos.
Le dejo acomodarse a mi lado y me mira como si no entendiese lo que hago.
— ¿¡Qué!?— ríe y salta encima de mí sin llegar a aplastarme y atrapa mi labio inferior con los dientes llamados paletas de los dientes superiores.
Al soltarlos me los muerdo yo mirándole a los ojos y él me lanza una mirada que me indica que no provoque si no la quiero liar.
Pero él no sabe que precisamente es lo que quiero, liarla hasta que no quede nada de nosotros y el aire se haya expirado.
Me subo encima de él después de decirle que se acostará y mirará a la derecha que tenía algo para él, cuando me mira se ríe y me pone sus manos en la cadera apretándola y provocándome un jadeo.
Cannes acerca su cabeza hasta tenerla justo en mis pechos y pellizcarme el pezón derecho con los dientes. Yo al soltar un gemido y él quererlo silenciar con un beso lo incrementa al jadearle encima de sus labios y nuestro beso.
— ¿A qué juegas petarda?
— A entrar en erupción y quemar la casa a tu lado.
— Nos dejamos llevar y sabemos a lo que arriesgamos.
— Contigo arriesgo hasta mi cajón de ropa interior.
Ríe y me besa, me recoloco y él jadea, siento la energía hacer efecto y los punzantes pinchazos en mi bajo y las ganas llamar a mi lado enciéndante.
Miro a un cajón apartado que solo sé yo y está bajo llave, al tener dentro unos preservativos de los que mis padres saben, pero no quieren ni ver, ellos en estos momentos están de cena, pero en cualquier momento vuelven. Eso no me hiela por decirlo de alguna manera y menos con él.
Me bajó y al andar noto como todo me arde, segura de mí voy a ese cajón y lo abro decidida a coger uno y gastarlos por primera vez en mucho tiempo.