He venido a ver a Cannes al hospital en el que me dijo Tuli que está y al llegar a su habitación alguien me quiere impedir la entrada.
— De aquí no me voy hasta que me dejes verlo.
Esa chica me estaba sacando de mis casillas porque quién es para negarme el ver a Cannes, ni que fuera una amante que yo no tuviera ni idea. Con solo pensarlo ya duele, pero lo aparto de la mente. No es momento para eso.
— ¿Eres?
— La novia de él.
— Ah, no sabía que tenía — relaja la frente y su anti-socialidad conmigo y me tiende una mano.
Yo se la doy con cuidado desconfiando de lo que haga y ella sonríe cuando acepto el estrujón.
— Perdón por este pollo que he dado, lo que pasa que me sale la sobreprotección con mi primo pequeño. Me llamo Annette.
— Catleya.
La prima… Y yo pensando en una posible amante. Qué mal Catle, más positividad mujer…
— ¿Entonces, puedo verlo?
— Adelante pasa—me dice abriéndome la puerta y pasando detrás de mí.
Lo miro y él me devuelve la mirada, pero no es la de siempre que tiene conmigo… Es como si nuestro amor se hubiera apagado unos grados y eso me atormentaba porque yo lo amo tanto que ya no me veo sin él.
Sin las mañanas en mi casa, sin los paseos matutinos hacia la universidad, o esos días de fiesta que lo acompaño a la tienda de su tía.
—Amor.
—Catleya…
Al escuchar mi nombre completo un respingo corre por mi cuerpo. Me asusta que ya no sea el mismo y decida dejarme ir.
—¿Cómo estás?
—Te quiero.
Su prima le echa un vistazo y después se va para dejarnos solos.
—Y yo…—iba a continuar hablando, pero mi cuello, mi voz, mi alma, todo de mí me pedían un descanso.
>> — Pensaba que....
— Frena Ley.
Cannes me interrumpe y coge una de mis manos.
—Si pensabas que te iba a dejar, que tenía una amante, que a raíz de esto algo iba a cambiar, voy a dejarte más tranquila.
>> — Porque no hay nada de eso.
—Te sigo amando, incluso más, no quiero que pienses que por quedarte allí a apoyar a tu prima y no venir conmigo yo estaré enfadado, porque no hay nada más bonito que el apoyo familiar ¿Vale?— asiento físicamente a un segundo de estallar a llorar si hablo.
— Abrázame anda.
Me acerco más a él y nos abrazamos como podemos, respirar su aroma de nuevo me hace renacer, ya lo echaba de menos y sentirlo cerca era una cosa que me hacía más que falta.
—¿Estás bien?
—Sí, algo mejor que cuando nos desviemos con Centauro, ahora más que estás aquí conmigo amor.
Lo miro en silencio y él acuna una mano en una de mis mejillas y pasa un dedo por mi nariz delicadamente y baja hasta el arco de cupido de mis labios y entreabre los suyos, incitándome a besarlo. Y lo hago.