¡Por fin!
Es el día de salida y la volveré a ver, me intriga saber si dijo espárragos o no, si lloró o no pudo delante de ellos, porque su familia estaba allí.
— Cannes, hoy a las tres de la tarde te daré el alta, pero, pasado mañana debes volver a una revisión periódica para examinar como sigue todo ¿Okey?
Asiento y ellos sonríen, pero no les presto atención, ya que solo pensaba en ella y en irme. Aunque los planes tendré que aplazarlos dos días y empezarlos entonces.
— Ya estoy aquí.
— Princesa…
—Ness…
Se acerca y me da un apretón en una mano y sin previo aviso la beso.
— Ahora sí, hola mi vida.
— ¿Cómo estás mi amor?
— Mejor, me acaban de decir que a las tres me largarán, pero que pasado mañana tengo que venir a una revisión.
Ley asiente y me da un beso en medio de la frente, nos quedamos mirando en silencio hasta que abrieron la puerta y me trajeron de comer.
— Voy a bajar un momento y ya subo ¿Vale?
Asiento y cuando sale yo me pongo a comer. Cuando voy por el postre ella llega, Ley con una botella de agua de un litro mientras que me acabo el postre ella la deja en una mesa a una esquina de la cama del hospital y yo la observo. Después me da el sueño y antes de dormirme la escucho decirme te quiero y besarme.
—Cannes.
— Msnm.
— Cannes, despierta.
Abro los ojos y veo al médico y a su lado, mis padres, mi prima y a ella.
—Toma— cojo el papel que me da y veo la palabra alta.
— Ahora te quitarán la intravenosa y podrás irte cuando te vistas y reposar mejor.
— Okey doctor— él se va y hablo con ellos.
Llegan las tres y salimos de la habitación, decidimos bajar en ascensor y lo llenamos por la gente que somos.
— Gracias por todo, estos días y estar conmigo— les digo a todos.
Y acercándome a ella le susurro. — Gracias por cuidarme, y no querer dejarme solo en esto Leys, te amo— ella se sonroja y me da un leve empujón en el hombro, después se acerca más y nos besamos.
Hoy va a ser la primera vez que Ley vea donde vivo y por alguna razón me emociona y se convierte en un paso más en nuestra relación. Llegando al coche Caty, no me suelta ojo y menos solo, mi familia van desperdigados, unos detrás, otros más adelante, pero ella… Aquí, a mi lado.
— Catleya, ¿Te vienes?—le pregunta mi madre mirándola suspicazmente, luego de acabarse de conocer hace media hora.
Ella me mira y yo asiento con tantas ganas que me da un micro mareo, ella me sostiene y me abre la puerta del coche para que entre, después entra ella.
Vamos en tres coches, parecemos por la carretera unos famosos, sin serlo por ahora. Durante el camino nos acabamos durmiendo no sé como, mi prima nos despierta, mira cabizbaja a Leys, pero Leys no le da importancia, su relación no empezó muy bien que digamos.
En casita ya cada uno a su rollo, alguno sé van a la suya, otros se quedan un poco más, pero muy al tarde se van, cuando solo quedamos mis padres, ella y yo. Mamá empieza a hacer la cena y a poner la mesa, mi chula intenta ayudar a mamá aunque sea con la mesa, pero ella se niega.
— ¿Qué, impresionada por la casa de supertail?
Ella me mira riéndose de mi ocurrencia y con la cara fruncida en confusión y niega.
— Es muy bonita.
— Gracias — suelta mi madre por el fondo la sala, nosotros reímos y la cena se termina de hacer.
— ¿Quiere enseñarme algo el señor? — me pregunta mirándome a los ojos sonriéndome en un guiño.
Me levanto y cojeando ayudándome de una muleta, la guio hasta mi habitación con salida a una terraza pequeña al abrir la puerta de la ventana que es de esas grandes.
— Qué vistas tan maravillosas…
Me acerco a ella por la espalda y colocándole mis manos en cada lado de su cintura, le susurro en la oreja derecha.
— Pues imagina las mías…
— Me encanta tenerte aquí loca mía.
Ella se gira y me pone sus manos en mis mejillas y me besa calurosamente, y yo me derrito con ese gesto por su parte.
— ¿Te tienes que ir…?
— Supongo que sí…
—Te llevo.
— No; recuerda que aún no puedes conducir y te han mandado reposo, ya ha sido suficiente hasta ahora que no has podido por tenerme aquí y moverte demasiado, ahora acuéstate y duerme, mañana hablamos.
No le llevé la contraria, ya que en algo tenía razón, debía descansar.
— Te amo.
— Yo también Nessy.
— Adiós pendex.
— Adiós enano.