Ni dormida me podía olvidar de la última conversación que tuve antes de dormir, con él y lo que me dijo.
— Y tú como me vuelvas a amenazar te voy a penetrar tan fuerte que te desmayarás.
— ¿Lo comprobamos de nuevo Ley?
Ahora que me acabo de despertar sigo igual, desayunando y pensando en él y ese par de frases que me dijo que no me saco de la cabeza. Hoy he despertado con su primer mensaje.
— Buenos días, vacilona.
Aún no le he contestado, no sé qué decirle, porque por dentro sin querer admitirlo estoy deseando que tengamos esa comprobación a fuego lento y luego hacer una carrera de Hot Wheels. Lavándome los dientes decido que después le responderé, sin dar vuelta atrás.
— Buenos días, alcachofa vencida.
Le envié y me fui para mi habitación, en ese tránsito él me contestó.
— Como te coja…
— Píllame y cómeme entera.
No respondió más y eso me hizo darle vueltas, pero mamá necesitaba que saliera a un par de recados.
La lista era.
> Supermercado.
> Bazar.
> Pastelería.
En el supermercado tardé unos veinte minutos y me crucé con varios conocidos, que, sin embargo, solo nos saludamos de paso. En el bazar, ni diez minutos, ya que fueron dos cosas y rápidas de ver, además la cola en caja estaba a mi favor y casi ni había.
En la pastelería estuve y fue un pispas. Nada más el pan; y a la vuelta a casa me lo encontré, iba acompañado por alguien desconocido para mí, no quise hablarle, pero me vio y quiso acercarse.
— ¡Hola!
— Hey.
— ¿De compras?
— Sí, recados de mamá.
Intercambiamos un par de frases más y se fueron, yo seguí mi camino a casa; al llegar lo ordeno, ya que veo que no están y me voy a duchar.
— ¿¡Catleya!?
— ¡En la ducha!
— ¡Okey solo era para decirte que ya hemos llegado!
Seguí duchándome y dejé de oírlos, al salir olí el buen aroma de la comida, y me vestí fugaz para ir a comer. Dejé que mi mano rozará el tacto de la pared al bajar las escaleras, estaba nostálgica y me sentía tan abrumada que mi pecho rebotaba en mi pecho.
—MMM, qué olor.
— Ven a comer entonces enana patosa.
— ¡Jayden!
— Sabe que la amo, no sé lo toma mal, ¿Verdad pequeña?
— Verdad.
Después de comer, decidí salir a dar una vuelta, avisé y salí de casa, no duré en el paseo sola ni dos minutos porque al salir visualicé el coche de Cannes al final de la avenida, ande más rápido al verlo hasta llegar a él y entrar al coche. Me abrochó el cinturón y al mirarle le beso; él sonríe y me besa de nuevo dándome un glorioso saludo casi orgásmico.
— Buenas ee.
— Hola.
— ¿A dónde iba la señora?
— De paseo.
— ¿Quisiera la dama venir conmigo de cine?
—¿¡De verdad!?
— Si nena, sí, ya puedo conducir y quiero celebrarlo contigo, y además, eliges la peli tú.
— ¿Ya estás mejor?
— Estoy bien y más si estoy contigo.
Aproveché que el semáforo estaba en rojo para girarle la cara con cuidado y besarle justo para que al volver el semáforo se pusiera verde. La música que tenía puesta era la ideal para el momento y yo no paraba de sonreír, y cuando lo hacía él decía alguna chorrada para hacerme reír.
— Te extrañé mucho. — dijimos ambos a la vez, le miré y le di un beso veloz en su mejilla.
Llegamos un par de minutos más tarde al cine y aparco donde pudo; al elegir tuve un cortocircuito en la mente a la hora de elegir, al final nos fuimos a Ferdinand, la del toro hablador. Él compró las palomitas y coca-colas y yo fui tirando por petición suya, ya que acababan de abrir la sala y habían muchos a verla.
— Ya estoy aquí.
Lo besé y me despeiné, de un beso parecía un revolcón que me moría por darle. Durante la peli le di muchas acciones de cariño que aceptó encantado y él no sé quedo corto, qué va. Incluso salimos de la sala en cuanto salieron las primeras líneas de los actores que ponen al final de la película.
— ¿A dónde vamos?
— A donde dejarse llevar sea normativa.
— Discotecas no, plis.
— No Ley, vamos a mi caravana a estar solos.
— ¿Tienes caravana?
— Sí, cuando no estoy con mi familia, me la paso allí.
— Molará conocer donde pasa horas mi chico.
Frenó de golpe y sé giró, coloco dos dedos en mi barbilla, levantó mi cabeza un poco y me beso desesperadamente.
— Tu chico ¿ee?