Cannes suspiraba con la cabeza apoyada en mi cadera, mirábamos el amanecer, ya que hacía un rato nos habíamos desvelado. Recordé como empezamos a relatar mi vida, en uno de mis tantos desvelos y como lo vivía sola, y luego me despedía de mamá o estaba un rato con ella.
Ahora ya no estaba tan sola, ahora lo tenía a él, y salía más de casa, no me encerraba tanto. Aunque mañana tenga de nuevo clases, el día de ayer y el rato del de hoy, serán el motor de estos días para seguir aunque me flaqueen las fuerzas.
— ¿Desayunamos Leys?
Asiento y se levanta, al levantarme, mi cuerpo cae de nuevo, sentándome al contrario de lo que estuve anteriormente.
— Anda, dame la mano.
Luego de dársela y levantarme no vuelvo a caerme por inercia o desequilibrio. Entramos en la caravana y él saca un desayuno sorpresa que me dijo anoche que tenía pensado. No me deja ayudarle y me propone que me siente ya en la mesa.
Esa mesa plegable que tiene en el maletero y que sacamos para cenar anoche, sigue tendida al lado de un arbusto.
— Toma.
Pone dos cuencos con fruta en chocolate, dos platos con creps, nata; lo miro sonriente, luego me levanto y él me mira expectante, entro en la caravana y saco la bebida.
Cuando me ve volver con eso, me sonríe y cuando estamos cerca nos besamos.
— Gracias Leley.
Desayunamos tranquilamente junto al airecito de las ocho y cincuenta. Luego decidimos movernos de allí, y luego de cambiarnos la ropa, lo recogimos todo y nos fuimos de ese lugarcito.
En medio del viaje, sonó una canción que me entro muy bien y empecé a gesticular, él se lo estaba pasando muy bien mirándome de reojo mientras conduce.
— ¿Te ha gustado ee?
Asiento y cuando acaba empieza una llamada, hablamos con Tuli y su tía, desde la tienda, en esa calle lo conocí y fue un cambio brutal.
— Adiós Catleya.
— Adiós, chicas.
Cuando ella cuelga, nos paramos en una gasolinera para repostar gasolina y beber algo.
Fremantle, allí paramos cuando volvemos a Perth, es uno de los puertos marítimos más guapos que he podido ver en persona. Aparca donde puede y luego andamos por todo el puerto, parándonos en lo más clásico de allí.
— Vamos a comer.
Lo miro, aprieto haciendo fuerza en la mano que tenemos cogidas y sonrío. Cuando veo el cartel de Garum, mis ojos bailan de emoción.
— Gracias Nnes.
— Vamos…
Al entrar lo miro todo, no recuerdo haber venido desde mis once años con mi familia.
— Disfruta pequeñaja.
— Tú también grandullón.
— Eso está hecho contigo.
Antes de que llegará el camarero nos besamos, tuvimos que esperar unos minutos más después de aquel beso, pero mi rollo se cortó cuando llegó ella.
¿Camarera? ¿No era que solo había camareros?
Catleya, no te vas a sentir mal porque sea de tu mismo sexo, ¿Verdad? No tienes por qué.
— Hola, buen mediodía, ¿Sabéis qué elegir?
— Sí, mira, yo quiero, pulpo carpaccio de pulpo.
— Yo, Tonnarelli con queso y pimienta, queso pecorino, pimienta.
Ella asintió y se fue, pero a mí no se me fue ese rollo resentido que ella me había dado. En ese momento me vinieron a la mente ese par de mejores amigos que tanto me subían y sube el ánimo, es una pena que Marcos se fuera de viaje. Sí, al principio de saberlo, me enfadé con él porque habíamos quedado, pero luego de hablarlo lo entendí. Pero agradeciendo por haber recapacitado a tiempo de seguir disfrutando de él.
— ¿En qué piensas lovi?
— En ellos… Papá, Marcos y Eze.
Justo antes de que él diga nada, llega la comida, nos quedamos callados. Luego, sonreímos y empezamos a alimentarnos.
— Cómo ha pasado…
Quiero suponer que se refiere a cómo he acabado pensando en ellos y respondo a base de eso.
— Por ese sentimiento que me ha dejado que fuera ella en vez de él…
Sí, sé que eso puede malinterpretarse de mil y un montón de maneras más y diferentes, pero así ha pasado y no puedo hacer que cambié ya habiendo pasado.
— Bueno… Ahora iremos a la playa y miraremos de despejarnos, ¿Sí?
Asiento y pagamos a medias, ya que yo aún llevaba algo de calderilla. Cuando salimos, respiro aire puro, ya que estaba empezando a estar ansiosa.
— ¿Estás bien?
— Si…
— ¿Pasa algo?
— Nada, vamos a la playa.
Le cojo una mano y estiro de él para ir para la caravana. Al llegar, nos subimos y vamos a la playa. Llegamos a la playa y tendemos las toallas, cuando me recuesto echo la cabeza hacia atrás y respiro profundamente, lo veo sonreír y sonrío yo.
Vemos el atardecer en la playa y luego me lleva a casa.