Desde la última palabra que me dirigió Eze antes de colgarme y dejarme en finos trozos de trigo pisado y pensando en silencio en lo que nos habíamos dicho. No he hecho otra cosa que mirar por la ventana de mi habitación, justo como me pilló cuando me llamó.
Suspiro y escucho la puerta principal cerrarse y pasos acercándose a las habitaciones y luego me giro y veo a mamá y a Cannes asomados en la puerta de la mía.
— Os dejo solos.
Luego los veo como mamá le cuchichea algo en una oreja y se va, él se me acerca y su beso me hace sentir algo mejor.
— Mi Leyley — lo miro a los ojos y me pillo en ellos.
— Te amo Nnes.
— Y yo a ti Leys.
>> — ¿Ha pasado algo?
—¿Por qué lo dices?
—Porque lo noto y en el fondo sé que sí, pero ya me conoces, a tu ritmo todo sanará mejor.
—¿Recuerdas a Eze?
Él se me queda mirando y su cara muestra que no del todo.
— Más o menos.
>> —¿Él, no?
Asiento y siguiendo abrazados, acomodo mi cabeza en un lado de su pecho y escucho sus latidos estando en silencio. Todo lo que me calma, justo en el momento.
—¿Mamá te ha llamado o os habéis encontrado?
— Nos hemos encontrado en la puerta, justo iba a llamar.
Asiento y lo beso; luego me pregunta por lo que hacía, sin rodeos le dejo todo lo que me tenía presionada. Y lo que tengo pensado hacerle a mi habitación.
—Salgamos a que te dé el aire.
— Vamos— asiento dándole la mano para irnos; nos despedimos de mamá y nos vamos.
— ¿A dónde quieres ir?
— No tengo pensado nada, y he venido andando, así que podemos dejarnos llevar y solo andar por las calles.
El aire que corre cae de lujo y no llega a hacer frío, justo en la medida. Asiento y le abrazo de lado, le hago sonreír.
— ¿Sigues dándole vueltas a él?
— Sí; no puedo evitarlo. Es el único mejor amigo que me queda, ya que Marcos hace un día que se ha ido de viaje familiar y me duele esto.
— Ves a hablarlo, llámale y te acompaño allí, te espero y luego seguimos. Quiero que estés bien.
>> — Llevas tiempo pasando malas rachas y ya es suficiente.
Nos besamos y saco el móvil del bolsillo.
Contactos > E > Eze > Llamando.
Tras la primera llamada fallida y un segundo intento me lo coge y miro a Cannes suspirando y él me susurra un, tú puedes pequeña. Y eso me da fuerzas para saludarle y decirle, quiero que nos veamos.
Tras palabras intercambiadas y un pinchazo en el pecho, nos dirigimos al bar en el que Marcos nos presentó, luego de clases, en primero de secundaria.
— Todo irá bien. — me susurra andando.
— Espero.
— Esperamos— bendito el momento en el que Tuli y el destino jugaron con la situación para juntarnos.
Lo amo. Es mi pilar.
Llegados, mis nervios sucumben a mi manía de morderme el labio inferior. Lo veo sentado en la mesa, la primera en la que nos sentamos cuando vinimos solos, sin él.
— Ves.
>> —Mucha suerte Leys, sé que podrás.
— Te amo.
— Y yo a ti preciosa, y yo.
Suspiramos y doy la vuelta para adentrarme allí. Pidiéndole al mundo que vaya bien.
— Hola Eze.
— Hola Catleya.
— Eze… — suspiro en voz suave y un estremecimiento en el corazón y la piel.
Sus ojos muestran dolor y un brillo especial que poco le vi. Él tiene una Schweppes delante y yo pido una Coca-Cola.
— No nos demoraremos.
— Perdóname.
—¿Por qué no pudiste decírmelo Catleya? Me removiste todo.
—Pensé que como solo somos mejores amigos no tenía que decírtelo todo y eso me pillo por sorpresa y papá me lo dijo a último momento. No quería ponerte así.
>> — A más, nuestra quedada no era hasta la tarde y cuando llegó, no vi que no llegaría a tiempo, si no, sabes que yo aviso. Lo siento si te herí.
Veo como suspira y se lame los labios levantándose; cuando lo veo acercarse a un lado de mi silla y me pide que me levante, mis ojos se humedecen llenándose de lágrimas que escapan en cuanto nos abrazamos.
— Te he echado de menos Cat.
— Y yo a ti Ezi, y yo a ti. Siento mucho si tienes esa percepción de mí, hago lo que siento, nunca quise hacerte mal. Intentaré ser mejor por ti.
— Te quiero nens.
— Nunca más ¿Vale? No quiero que nos distanciemos nunca más.
Asiente y al terminar de bebernos los refrescos salimos, y yo tengo la espina de sí aún esperará. Cuando veo que si mi amor por él crece y me da un algo en el pecho que me dan ganas de llorar. A mares, lanzarme a sus brazos y no bajarme jamás.