Una Luz en Ti

CANNES ME AYUDA Y EZE ME HABLA -39|LEYLEY

Desde la última palabra que me dirigió Eze antes de colgarme y dejarme en finos trozos de trigo pisado y pensando en silencio en lo que nos habíamos dicho. No he hecho otra cosa que mirar por la ventana de mi habitación, justo como me pilló cuando me llamó.

Suspiro y escucho la puerta principal cerrarse y pasos acercándose a las habitaciones y luego me giro y veo a mamá y a Cannes asomados en la puerta de la mía.

— Os dejo solos.

Luego los veo como mamá le cuchichea algo en una oreja y se va, él se me acerca y su beso me hace sentir algo mejor.

— Mi Leyley — lo miro a los ojos y me pillo en ellos.

— Te amo Nnes.

— Y yo a ti Leys.

>> — ¿Ha pasado algo?

—¿Por qué lo dices?

—Porque lo noto y en el fondo sé que sí, pero ya me conoces, a tu ritmo todo sanará mejor.

—¿Recuerdas a Eze?

Él se me queda mirando y su cara muestra que no del todo.

— Más o menos.

>> —¿Él, no?

Asiento y siguiendo abrazados, acomodo mi cabeza en un lado de su pecho y escucho sus latidos estando en silencio. Todo lo que me calma, justo en el momento.

—¿Mamá te ha llamado o os habéis encontrado?

— Nos hemos encontrado en la puerta, justo iba a llamar.

Asiento y lo beso; luego me pregunta por lo que hacía, sin rodeos le dejo todo lo que me tenía presionada. Y lo que tengo pensado hacerle a mi habitación.

—Salgamos a que te dé el aire.

— Vamos— asiento dándole la mano para irnos; nos despedimos de mamá y nos vamos.

— ¿A dónde quieres ir?

— No tengo pensado nada, y he venido andando, así que podemos dejarnos llevar y solo andar por las calles.

El aire que corre cae de lujo y no llega a hacer frío, justo en la medida. Asiento y le abrazo de lado, le hago sonreír.

— ¿Sigues dándole vueltas a él?

— Sí; no puedo evitarlo. Es el único mejor amigo que me queda, ya que Marcos hace un día que se ha ido de viaje familiar y me duele esto.

— Ves a hablarlo, llámale y te acompaño allí, te espero y luego seguimos. Quiero que estés bien.

>> — Llevas tiempo pasando malas rachas y ya es suficiente.

Nos besamos y saco el móvil del bolsillo.

Contactos > E > Eze > Llamando.

Tras la primera llamada fallida y un segundo intento me lo coge y miro a Cannes suspirando y él me susurra un, tú puedes pequeña. Y eso me da fuerzas para saludarle y decirle, quiero que nos veamos.

Tras palabras intercambiadas y un pinchazo en el pecho, nos dirigimos al bar en el que Marcos nos presentó, luego de clases, en primero de secundaria.

— Todo irá bien. — me susurra andando.

— Espero.

— Esperamos— bendito el momento en el que Tuli y el destino jugaron con la situación para juntarnos.

Lo amo. Es mi pilar.

Llegados, mis nervios sucumben a mi manía de morderme el labio inferior. Lo veo sentado en la mesa, la primera en la que nos sentamos cuando vinimos solos, sin él.

— Ves.

>> —Mucha suerte Leys, sé que podrás.

— Te amo.

— Y yo a ti preciosa, y yo.

Suspiramos y doy la vuelta para adentrarme allí. Pidiéndole al mundo que vaya bien.

— Hola Eze.

— Hola Catleya.

— Eze… — suspiro en voz suave y un estremecimiento en el corazón y la piel.

Sus ojos muestran dolor y un brillo especial que poco le vi. Él tiene una Schweppes delante y yo pido una Coca-Cola.

— No nos demoraremos.

— Perdóname.

—¿Por qué no pudiste decírmelo Catleya? Me removiste todo.

—Pensé que como solo somos mejores amigos no tenía que decírtelo todo y eso me pillo por sorpresa y papá me lo dijo a último momento. No quería ponerte así.

>> — A más, nuestra quedada no era hasta la tarde y cuando llegó, no vi que no llegaría a tiempo, si no, sabes que yo aviso. Lo siento si te herí.

Veo como suspira y se lame los labios levantándose; cuando lo veo acercarse a un lado de mi silla y me pide que me levante, mis ojos se humedecen llenándose de lágrimas que escapan en cuanto nos abrazamos.

— Te he echado de menos Cat.

— Y yo a ti Ezi, y yo a ti. Siento mucho si tienes esa percepción de mí, hago lo que siento, nunca quise hacerte mal. Intentaré ser mejor por ti.

— Te quiero nens.

— Nunca más ¿Vale? No quiero que nos distanciemos nunca más.

Asiente y al terminar de bebernos los refrescos salimos, y yo tengo la espina de sí aún esperará. Cuando veo que si mi amor por él crece y me da un algo en el pecho que me dan ganas de llorar. A mares, lanzarme a sus brazos y no bajarme jamás.




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