Una Luz en Ti

MI TRAVIESA-40|NNES

Catleya estaba como pez en el agua en la casa de la tía y yo no paraba de sonreír atontado mirándola, parece mentira que esa renacuaja me haga tan feliz. Cuando nos sentamos a cenar, ella me mira masajeándome los hombros y me dice.

— Gracias por socorrerme esa vez, nunca imaginé, este nivel de felicidad y menos el merecerla.

Me la quedo mirando y sus ojos hablan por sí solos, una palabra más y llora.

— Te amo tanto pequeña.

Ella me besa, todo esto en silencio, la suerte que tengo es que en mi familia la privacidad entre pareja se ha tenido muy respetada, estemos solos o delante de ellos.

Cuando ella mira su plato, todos empezamos a comer; Hoy ha empezado la primavera y está por venir el buen tiempo. A lo que se me ocurre una idea, que puede que no le guste todo. Pero el lema que creó para nosotros, hará que lo cumpla.

Nada ni nadie nos va a separar. Por ti todo lo que se nos ocurra.

Cuando poco a poco se van levantando de la mesa y recogiendo, quedando únicamente nosotros, ella me mira de reojo y sonríe de lado. Que imaginas ya Leyley. Mientras pienso eso, ella se levanta y mueve mi silla para sentarse encima de mí mirándome.

Cuando se acaba de colocar, tengo que aguantar el jadeo que me provoca notarla tan bien.

—Nena, bájate unos centímetros que no aguanto. —pero ella me mira disfrutando de la tortura que me da, no poder moverme y que ella me esté poniendo más duro que la torre Eiffel. Mi cara arde, la beso y ella empieza a moverse haciendo fricción entre las intimidades, provocando que jadeé y resuene por la sala.

—Vámonos… — me dice cogiéndome de la mano nada más bajarse, cuando ya estoy de pie vamos directos a mi cuarto de casa de la tía, aprovechando que hace un par de segundos se han ido.

Pero cuando llegamos al inicio del pasillo, ella frena y me hace tocar la espalda con la pared, y me coge las dos manos para dejarme sin movimiento, colocándolas por encima de mi cabeza y besándome. Vuelve a frotarse y esta vez gemimos ambos. Y acerco mis labios a uno de sus oídos para susurrarle, nena me matarás de un infarto de amor, mejor continuemos el recorrido.

Ella se río y volvió a besarme, entonces me devolvió parte de mi movilidad, y aproveche para cogerle una mano y acercarla a mí, cogiéndola por la cintura con una mano y la otra, la dejé unida a la mía. Repetimos lo mismo, aunque más adelante y casi empezamos el primer round. Pero logré hacer que llegáramos a la habitación.

Joder con la renacuaja. No habíamos empezado y con solo rozarnos, ya se notaba que ambos estábamos cerca del primer final, sin juntarnos siquiera. Su voz ronca pidiéndome con urgencia que le penetre ya, no puede enamorarme más de lo loco que ya me tiene por ella. Aunque siempre y cada día estoy más enamorado. Luego de tanto preliminar y de ponerme juntos la protección, con solo entrar la primera vez, noto como todo de mí hace chiribitas, como sin empezar, vamos a finalizar, el que esté tan húmeda ayuda mucho. Tras cinco minutos de darnos un placer que nos envuelve en todos lados, me acuesto a su lado y ella recuesta su mejilla en mi pecho.

Y me va dando besos, hasta llegar a mis labios y terminar uno de nuestros besos más largos, con un mordisco suave y ardiente en el labio inferior.

— ¿Nena? Si te digo de irnos esté finde a mojarnos por ahí, que me dices.

— Cuenta a que te refieres y te digo sí, sé te ha pira’o o no.

—¿Recuerdas ese lago al que te lleve que nos colamos en el agua?

Asiente. — Pues algo a sí, pero en una piscina o en la playa privada de Don artes marciales.

— A ver precioso, se te ha ido un poco la cabeza con el tiempo que hace, pero no te diré que no, amo hacer cosas contigo, eso sí, como esté fría el agua, te bañarás tú. ¿Por qué yo? Una polla.

Me río tanto que me duelen las costillas y le hago sentarse encima de mí, le digo que se acueste y nos quedamos en silencio, escuchándonos respirar. Sus caricias empiezan y mi cuerpo se estremece ante el contacto, ella siempre tuvo y tiene ese poder en mí. Incluso cuando no está conmigo.

Pronto escucho unos suaves suspiros y la miro, sonrío y le doy un beso en la punta de su naricita rechoncha. Cojo mi móvil y le echo una foto para nuestro recuerdo, aunque tengo asegurado un collejón, que en cuanto la vea, me dará.

Ella es así, vulnerable y con carácter fuerte, de lágrimas, pero enojona, contestona, pero muy cariñosa y siempre he visto cada uno de sus cambios. Pero hay un decir de que nadie es perfecto, pero siento deciros que ella sí lo es.

Es perfecta para mí.

Luego apagué la pantalla y me la quedé mirando hasta que ambos nos dormimos, aunque ella llevaba casi dormida, hace rato.

Y soñé, esta noche soñé con que mi dulce Catleya se quedaba embarazada, y no de uno, sino de dos. Recuerdo que una noche en la caravana cuando soñó gimió dos nombres y que me quedé extrañado.

—¿Ivonne? ¿Alan?

¿Te imaginas? Pronto en vez de un sueño será verdad, ley, seremos padres y esos serán sus nombres.

Porque más bonitos no pueden ser, como ellos que ya me los imagino, con tu pelo, mis ojos, tu naricita. Mi tono más moreno.




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