Una Luz en Ti

SE HARÁN ESPERAR -41|NNES

Luego de ayudarla a levantarse y que se lavase los dientes, mientras a la pobre le daban ansias, la ayudé a volver a la cama y luego nos acostamos de lado abrazados, y de golpe empezamos a sentir calores. Y es que, estando así, y bien pegados, su culo rozaba mi intimidad y no paraba de moverse para tentarme.

Aunque no por mucho tiempo, por lástima, porque ya le estaba cogiendo el gustito. Ya que al poco se durmió. Yo la seguí luego de unos minutos de admirarla.

Luego volvimos a dormirnos hasta acercarnos a las doce de la mañana, por suerte era festivo por estas tierras… y si no… no creo que por faltar un día pase algo.

Cuando abro los ojos, ella me está mirando y sonríe con los ojos aguados. Le pregunto si ha vuelto a devolver y asiente… luego viene algo que nunca esperé…

Me dice que considera que ya sabe la razón y de detrás de su espalda saca un test de embarazo positivo. Abro los ojos hasta el tope y le digo exclamando; un no jodas. Y me acelero para acercarme hasta ella, besarla y acariciar su abdomen.

Luego lloramos abrazados hasta que no quedaban más lágrimas que derramar. Luego los acuné en el sofá con esa mantita de terciopelo que compré una vez que quise tener algo por si me independizaba pronto, pero no surgió. Ahora lo necesito.

¡Que vienen mis niños!

Bueno, realmente no sé si serán dos, pero amo pensar que sí.

Ella se quedó frita y yo me puse a limpiar la casa, ya que en una semana volvían los tíos y Tuli de Madrid.

Han ido porque hay una posibilidad de que inauguren una sede de la tienda allí. Estoy feliz por ellos y también por lo que España significa para ellos. Ahora que seré padre, quiero que ellos desde pequeños visiten ese país que tanto disfruté de enano.

Me la quedo mirando y pienso en sí, aunque esté preñada, podremos hacernos gemir. Y me dan ganas de despertarla, aunque me dé ostiones como panes, solo para que juguemos. Hoy es viernes, un día que nos alegra, que nos emociona, un día en el que la conocí. Luego de barrer y fregar, me pongo a hacer la comida, y me da por buscar qué puede comer una embarazada como si fuera muy difícil, me río al ver que si no congela el jamón no podrá comerlo con lo que lo ama.

Será una mala parte del embarazo, tener que aguantarnos sin jamón, porque no voy a ponerme a comprar y comer jamón cuando sé que le encanta y no puede. Venga a comer mi bollo, le susurro en el oído y ella se mueve y gruñe.

Me río y le doy diez minutos mientras preparo la mesa, luego si la despierto, tienen que comer. En cuanto está de pie, la beso. Y con qué ganas, qué ansias, cuanto furor. En la puerta de la cocina le da un micro mareo y me da un parraque, cuando veo que se mueve.

Corro hacia ella y llego a tiempo para sostenerla.

—¿Quieres comer?— le digo, ella pone morritos y una cara de manzana agría y le ofrezco una sopita, entonces me dice que eso lo intentará.

Luego de comer, me comenta que quiere ducharse y le digo, entonces te vigilo, ríe y me dice sensual y vacilona como siempre.

Puedo ducharme sola, entonces asiento y le digo bueno, pero que estaré a la otra banda de la puerta, y que grite por cualquier cosa que pase. Asiente y va a por el camisón del gato en medio de hileras lilas y blancas.

La veo y cuando se para delante de mí mirando el móvil, me hace mirar unas fotos de Pinterest de mellizos, uno de cada y me muero de amor, imaginándome a Ivonne y a Alan. Y luego me enseña una niña con un pelo precioso con un turbante y el vestido igual con una ovejita.

La miré a los ojos y vi como empezaba a lagrimear, enseguida la abracé, estaba por tener una llantera emocional y yo la iba a sostener para siempre.

Como quiero, que esto sea para siempre, porque la amé, la amo y estoy más que seguro, la amaré.

Madrid, Barcelona y Perth, mis tres lugares de la felicidad.

La tarde la pasamos entre pelis, patatas y mimos, amándonos más que nunca, en la casa de la tía, con un aroma muy nuestro. La peli acabó y empezó la continuación de la nuestra. La levanté con mucho cuidado y la senté encima de mí, ella me miró a los ojos sonriendo y se relamió sus jugosos labios.

Y empezó a moverse, balanceándose, y haciendo círculos, por suerte para mover las caderas era una as, la amo. Pronto le alcé ese camisón y lo mandé a fregar… Le besé los labios, le mordí un poco el mentón y fui bajando… También le lamí en medio de sus pechos.

Ella aceleró el ritmo de sus movimientos y se levantó un poco para posicionarme bien mi intimidad para que al dejarse caer, entrara a la primera sin obstáculos. Jadeé al sentirla tan mojadita en tan poco y me mordí el labio, y ella se lamió los suyos, tentándome a comérmelos también por encima; luego se me lanzó veloz hacia el cuello y me succiono flojo, pero marcando como si fuera una pistola de tatuajes.

Ya no podía más del calor, de lo que el amor nos hacía, dos insaciables de nosotros. Porque cada segundo que no estamos juntos y no podemos hablar, nos echamos de menos a muerte. Unos suspiros después y escuchar mi nombre a grito desgarradoramente sexual y una explosión cae en ese sofá…

—Te amo, mi loca— le susurro, y nos quedamos callados en silencio escuchando como nuestras respiraciones agitadas se unen.




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