Mañana vuelven de España y aún no les hemos dicho nada, estoy muy emocionada desde que sé que seré mamá, que en realidad ya lo soy, miro ese test que aún tiene reflejado el resultado y un nudo de emociones diversas se asienta en mi pecho, mis ojos se cristalizan y yo me muerdo el labio inferior.
A las once tengo visita a la ginecóloga por primera vez, y estoy algo nerviosa; Cannes me acompañará y me está viniendo a buscar a la universidad.
Si la Catle que empezó la uni, viera que la acabará siendo mamá de una o varias personitas de dos años, se estresaría y le daría ansiedad ver que no podría darles todo lo que quiere.
Pero sé que con la gente que me quiere bien y Cannes, podré con todo.
Le digo a Agnes que salgo de la clase que ya me esperan a fuera y asiente, me despido de Eze y me susurra; luego le dices al tío Ez que tal y se sonríe.
Cuando salgo, freno unos segundos y respiro profundamente, me parece increíble estar viviendo esto.
Cuando salgo, ya lo veo estacionado y mirando el móvil. ¡Se ve tan sexy!
— Hola cotilla.
—Hey sandía.
Lo miro con los ojos entrecerrados y dejo salir un gruñido.
Él arranca y miro por la ventana, esas calles anchas con naturaleza, arbustos rellenos. Colores vivos por cada esquina.
—¿Cómo te encuentras Leys?
—Tengo ansia, pero estoy bien, Nnes.
Asiente y nos quedamos callados, hasta que llegamos a un semáforo y tiene que frenarse, aprovecha para tocarme la barriga y decirme un te amo lleno de tantas emociones…
Cuando arranca de nuevo vuelve a poner las manos en el volante y se da prisa para llegar, ya que se nos estaba acabando el tiempo para llegar bien, teniendo que estacionar.
— ¡Llegamos!
La recepcionista me mira y susurra, está acaba de quedarse preñada, me la miro con cariño, porque siento que ahora nada podría quitarme, esta felicidad.
— Zona tres, Santa Anna. — asentimos y ando a velocidad suficientemente rápida.
Me siento y al poco nos llaman, las ansias se van pasando y llegan los nervios en cuanto me dice de acostarme en la camilla y prepara las cosas para la primera, eco.
Tan solo empezar, me estremezco por el frío del gel y luego, al ver lo que esa pantalla muestra, me tapo la boca con mis manos.
—Son dos, son gemelos— nos comenta la ginecóloga.
Yo la miro medio asustada, porque mi primer embarazo sea gemelar, pero me siento más fuerte que nunca. Y ahora, desde que estos tres están en mí, todavía más fuerte seré.
Al salir de la eco, beso a Cannes en cuanto estamos libres de actividad cotilla.
Al llegar a la tienda, me hace sentarme en esos bancos altos que tienen en la recepción y me entrega unas galletas que sabe que me derriten del gusto.
Gracias, le susurro encima de sus labios para darle un piquito, después de morder la primera galleta y dejar un gemido que lo hace estallar a reír. Mientras él trabaja, yo doy vueltas cuando los tobillos se me duermen. A la una cierra y nos vamos para la caravana.
Lo miro con unas ganas y una cara de hambre, que se me hace inevitable poner al mirarle cuando sé que estaremos completamente solos y sin gente que pueda vernos.
A bajarnos del coche, lo agarro de una mano y se la coloco justo donde están nuestros hijos… y andamos como patos con él detrás de mía, abrazándome y sus manos en mi tripita. Cuando llegamos a la puerta de la caravana; nos besamos y él se recuesta con la espalda en ella y yo acariciándole.
Nos empezamos a ir mirando con unas ganas internas y unos flirteos, salta chispas, y cada segundo rozándonos. Entremos. Me susurra y yo me relamo los labios y lo cojo de una mano para entrar y tirarlo con suavidad sobre ese sofá, sentándome encima de él.
— Eres insaciable nena.
— ¿De ti? Siempre bonito. —le susurro moviéndome circularmente.
Nos besamos y nos dimos la vuelta, quedando yo por debajo.
—Tengamos cuidado que los niños, no necesitan mucha juerga nocturna que nos van a salir fiesteros sino, y como pase, los dormirás tú.
—Como diga, sargento. — y nos reímos, mientras nos mirábamos directamente a los ojos, con nuestra conexión chispeando, a nada de quitarnos luz.
— Ocho semanas; ocho semanas siendo cinco y sin saberlo… Siempre intuí que serías tú. Tú o nadie.
>> —Os amo mucho nnes.
—Nena, a lo de los nombres, una noche te escuché aquí, decir dormida, los nombres de Ivonne y Alan.
>> —¿Quieres que esos sean sus nombres si son uno de cada?
Me lo quedo mirando, y mis ojos se nublan, asiento y me levanto para ir a devolver.
Muchas emociones por hoy… Por favor, hijos, no me salgáis ariscos e insensibles que me da algo. Cuando acabo, salgo y me voy al bolso para tomarme lo de los vómitos que nos ha recetado.
—¿Mejor?— asiento y me acuesto de nuevo, jugar para otro rato.