Despierto echa un manojo de nervios y encima no lo veo por aquí. Al levantarme, cojo el móvil y lo llamo. Cuando me responde me dice que está afuera cerca de la orilla y suspiro en alivio.
—Ahora salgo.
Dejo el móvil en la mesa a la que colgamos y voy a ver si me entra algo para desayunar. Todo lo que veo me provoca rechazo, pero dentro de mí, están mis hijos y ellos si tienen que alimentarse sin saltar comida.
Al final del armario algo me brilla y lo saco, pruebo uno y cunado noto que no me cae mal, me como una decena.
Cuando acabo, vuelvo a la habitación y me pongo el traje de baño y salgo con él. Me ve y su mirada sonríe brillando, él se me acerca y nos besamos. Yo toqueteándole sin querer parar de hacerlo.
—Bombonazo de mi vida…
Se sonríe soltando una risita de sentimiento y me susurra.
—¿Yo? Eso tú.
Nos damos un beso, esta vez de esquimal y nos metemos en la orilla. Me siento y me recuesto hacia atrás, sujetándome en mis brazos.
—¿Cómoda?
—Algo así… pero estoy bien cariño— asiente y se adentra algo más.
—Ten cuidado, por favor.
—¡Estaré bien!
Aun así no termino de quedarme tranquila y no le quito ojo. Cerca del medio día me levanto como puedo y le digo de comer. Cuando sale, me coge en brazos y me lleva hasta la caravana a cuestas.
—¿Qué estamos, en La Sirenita?
—No, pero tú sí eres mi princesa.
Sonrío y le miro a los ojos, los cuales brillan con la intensidad con la que yo lo amo. Sus ojos con esta luz se ven tan bonitos, hacen que rece para que los niños salgan a él en sus ojos.
—Te amo Nnesi.
—No más que yo a ti, Leys.
Cuando llegamos al interior de la caravana, le comento sobre lo que comeremos y ninguno tiene idea de que hacer… Acabamos por decidir de ir con sus abuelos que nos invitaron esta mañana, por lo que me ha susurrado antes.
—Llámales, por si acaso les ha salido algo y no pueden.
Él lo hace porque le ha parecido correcto y mientras yo me siento en la hamaca.
—Ya podemos ir, me han dicho que ya daban por hecho que iríamos y que tienen ganas de acariciar donde están sus bisnietos.
Me dan una ternura, es la primera vez que coincidiremos, antes; solo eran llamadas.
—¿Bolso?
— Listo.
— ¿Móvil?
—En mano.
— ¿Cargador?
— En el bolso.
Asiente y mueve las llaves que sostiene una de sus manos. Nos vamos. Al llegar al parking mis pies se quejan, al sentarme gimo y Cannes se me queda mirando y medio sonríe. Me aprieta una mano y le deja una caricia antes de arrancar.
—Te amo.
—Y yo a ti.
La canción que empieza a sonar me mueve por dentro y me dan ganas de cantar, pero me resisto porque puedo molestar.
—Cántala.
—¿De verdad?
—Sí, hazlo.
Sonrío y justo mi parte favorita suena.
Otro planeta de María Carrasco.
Me vengo arriba y él lo disfruta solo de vernos. La barriguita ya se va notando y me emociona. Es algo que siempre quise y soñé. Ya canto las que siguen hasta que llegamos y gesticulo.
—Me encanta verte disfrutar— lo miro y le beso.
—Hola Catleya.
—Hola Yoralene.
Nos abrazamos y luego, al sonreírnos, ella deja sus manos en mi barriguita.
—¿Cómo van estos peques? — pregunta Jorse.
Cuando voy a responder, noto algo y me alerto.
—¿¡Qué ha sido eso!?
—Catleya, se acaban de mover…
Mi primera vez notándolos y gracias a que su bisabuela paterna los ha tocado a través de mi piel… Qué bonito recuerdo quedará y podré contarles cuando, ya desgraciadamente, no estén. Luego entramos, les cuento como van y luego, preparamos la mesa, haciendo un vermut antes de comer ese arroz.
—¿Os queréis venir un día a la caravana?
Ellos se miran a su nieto y Yoralene se emociona, porque siempre le negaba la ida, era y es su lugar seguro y solo me había llevado a mí hasta ahora, pero, desde que es papá, se ha ido abriendo y hoy se ha emocionado.
—Algún día iremos Cannes.
Luego del postre, volvemos al lugar donde habita la caravana y vuelvo a dar un mini concierto a la vez que suena en la radio a través del pen.
—Me encanta verte así.
—A mí, me encantas tú.
Nos besamos en un semáforo rojo y luego ya me duermo hasta llegar.
Luego, no me entero de nada hasta que Cannes me acuesta en el sofá y entra en el baño. Cuando abro los ojos, vuelvo a notarlos y me parece ver un movimiento. Cuando sale del baño, se lo comento y él se agacha quedando medio sentado y acaricia mi barriga, y ellos, se mueven de nuevo.