Luego de que me dijera, y sin ti no habría nada, besé las lágrimas que empezaban a bajar por sus mejillas, que de esos ojos tan bonitos que me quitan y me dan a la vez, aire, se mojaban.
Lo abracé durante las siguientes horas y toda la noche, los niños me desvelaron incontables veces y pateaban.
A él lo dejé dormir porque había sido una tarde dura, no había actuado bien y nos había afectado a los dos. Esas lágrimas que solté, ese show que hice, él no se lo merecía, siempre ha hecho lo mejor para nosotros y desde que nos conocemos él no ha hecho más que hacerme la vida mejor, sé que es y será el mejor papá para estos pequeñajos.
Llevo diez minutos incorporada en la cama, pero sin poder salir de ella, rodeada por un brazo de Cannes que si intento quitarme de encima, él ciñe el abrazo. Acaricio mi barriguita y hablo con ellos en voz alta y abre sus ojos y sonríe mirándome.
Le digo unos buenos días con mi voz de niña y ancha la sonrisa y nos besamos, cuando se incorpora, le abrazo de lado y le digo que nos tenemos que levantar.
A regaña dientes, rompemos el abrazo y nos levantamos, cada uno, por un lado, diferente de la cama. Luego la rodeo y bajamos tres escalones para llegar al salón e ir a la cocina a desayunar.
Cuando me fijo en la mesa y veo lo que hay en ella, abro ampliamente los ojos y me acerco más rápido a ella y luego miro, fijamente a Cannes.
Hablé con Tuli, anoche cuando te dormiste, y ha venido antes de levantarte y lo ha preparado. Me dice cuando con mi mirada acierta en lo que pienso.
Le respondo. Sois la hostia y esté se ríe y luego me abraza y juntos nos quedamos mirando la mesa, relamiéndonos los labios.
¡A comer!
Luego de desayunar, me dice que me arregle que tengo media hora. Yo creyendo en mí como él me ayudó, le digo con falsa suficiencia que tengo suficiente y salgo de la cocina escuchándole reír.
Me paso los primeros cinco mirando y pensado en que ponerme sin tener ni idea. Solo sabiendo los zapatos que me pondré. Cuando ya tengo la ropa preparada me quedan quince minutos para arreglarme.
Al acabar de vestirme me quedan cinco y esos cinco los gasto en maquillarme y peinarme, perfume y todo incluido.
Cuando él entra por la puerta entre comillas, me mira y se muerde el labio inferior para después acercarse y besarme.
Ahora yo, me susurra muy cerca de mis labios.
Lo espero en la hamaca que ya me he apropiado mía y cuando sale, veo como cierra con seguridad y al pararse a mi lado, me dice que ya nos podemos ir. Le pregunto a donde y me dice.
A darnos un largo paseo.
Sonrío y con su ayuda me levanto. Para llegar al centro de Perth tardamos media hora, y me da tiempo a cerrar los ojos.
Cuando llegamos y me tiene que despertar me llama dormilona dos veces y yo me sonrío.
—Con que estás despierta ¿Eh? Ven aquí— y empieza a hacerme cosquillas, despertándome del todo.
Al bajar, me vuelvo a tropezar luego de la última vez y este llega a agarrarme por décimas de segundo, que si no llegaba, podría habernos pasado algo y me moría.
Cuando ya me ha incorporado y nos abrazamos, esté se pone a escanearme, no literalmente, para asegurarse de que estoy bien y pone sus manos en mi barriguita y habla a los bebés, mi boca se hace agua y mis ojos se nublan, viéndole así. Pongo mis manos encima de las suyas y suspiro. Él me mira y me da un beso en la frente y luego nos damos un beso de esquimal, dejando nuestra frente, tocando a la del otro y cerrando los ojos. Aun con nuestras manos en la barriga, donde tengo a nuestros bebés.
Susurro. Suerte por las manos de papá y mis niños me patean.
— Han golpeado— me dice entusiasmado Cannes y lo miro feliz. Feliz de tenerlos en mi vida.
Nos acercamos a mis padres al llegar al lugar donde varias tienditas están expuestas estos días de feria que empiezan hoy y nos acercamos a la que tienen los tíos de Cannes. Cuando ya han atendido a los que tenían al llegar, los saludamos y ellos me tocan la barriguita sonriendo y diciéndome que me estiliza.
Cannes les pide si quieren que se quede con ellos y ellos se niegan y les dice que disfrute con su familia.
Cuando mis oídos escuchan; tu familia. Mi cuerpo vibra y me emociono, todos me miran preocupados y Cannes me abraza.
Cuando ya estoy mejor, como para poder hablar, me piden y les cuento que estoy más emocional estos días y que cuando ella ha dicho lo de tu familia, me he emocionado. Nos despedimos de ellos y seguimos calle abajo, llegando al paseo y al fondo vemos la playa.
Cuando llegamos a la altura de unas escaleras, le pido parar unos segundos y seguir y él me mira en silencio y me dice, sentémonos y descansa. Él se sienta a mi lado y uso uno de sus hombros de almohada y él me mira sonriendo y me besa la coronilla.
— ¿Quieres algo? — me pregunta cuando ve pasar por delante nuestra a otra pareja con dos latas de refresco.
Vamos; me mira y sonríe y niega con la cabeza.