Una Luz en Ti

CONTRADICTORIO CONTROL -59|LEYLEY

Al despertar y ver por dónde estamos, lo miro a él y el atardecer hace más bonito su perfil. Cuando estaciona, se gira hacia mí y sonríe.

—¿Cómo estás Le?

—Mejor Nnes.

Luego nos besamos y bajamos del coche, luego busco al coche de mi padre y nos juntamos. Les enseñamos su caravana y luego nos asentamos. Después, juntos vamos a por comida a un súper de la ciudad de al lado y volvemos.

De camino de vuelta, nos paramos a por comida rápida y cenamos; cuando llegamos a la caravana estoy deseando caer K.O. en la cama.

Les montamos la cama a mis padres en el salón y les damos las buenas noches, para subirnos. Al subir, le cojo una mano y le hago dar una vuelta y lo acorralo en la puerta del armario y lo beso ferozmente y deseosa de follar.

—Nena…

—O me comes o te como yo, tu mismo nene.

Él me mira con sensualidad y me muerdo los labios, apretando mis piernas para no desfallecer del temblor que empiezo a sentir en mi entrepierna, verlo así, me vuelve gelatina, y encima sus pelos se han desaliñado y lo hace más sexy. Me acerco más a él, y me muevo hasta presionar su parte en la mía y apretar mis piernas, soltando un jadeo.

—El médico dijo…

—¿De verdad? —le miro medio dolida y me parto, bajándome todas las ganas que tenía acumuladas.

Luego cojo mi pijama lencero y me dirijo al baño común del camping, paso por su lado y lo miro de refilón con los ojos aguándose. Él, va a estirar un brazo para cogerme una mano, pero decide dejar que me calme y finalmente bajo.

—¿A dónde vas mi niña?

—A ducharme mamá.

—¿Te acompaño?

Me encojo de hombros y se levanta despacio para no despertar a papá. Al salir, sé que lo ha notado y no quiere dejarme sola.

—¿Qué ha pasado?

—Me había puesto… Ardiente con él al subir y cuando más cerca estaba, me ha dado bandazo con la cosa que el médico dijo que mejor que estás últimas semanas no tuviéramos relaciones sexuales.

—Amor… Es que Cannes… quiere cuidaros y se preocupa demasiado, no quiere que os pase nada, entiéndelo.

—Lo sé mamá, tampoco es como si yo les quisiera hacer daño y verlos mal, pero lo que he sentido, muy bonito no ha sido.

Andamos unos minutos en silencio mientras reflexiono y acabo sintiéndome mal por como me he ido. Me ducho y volvemos; de camino mamá me abraza y apoyo mi cabeza en su hombro y suspiro.

—¿Crees que me he pasado con él?

Mamá me mira con cuidado y se encoge de hombros mientras hace una mueca con los labios.

—A lo mejor.

—Le pediré perdón —ella asiente.

Al llegar, le doy las buenas noches y subo, encontrándomelo dormido, esperándome. De lado, cruzando media cama. Me acerco a él y me siento en la cama con extremo cuidado por ellos, me recoloco bien y le acaricio el pelo.

Susurrándole le digo.

—Perdóname mi Nnesi… Yo… No pensé en como podrías sentirte… Ni dejé que te explicarás; yo… Te amo… Y lo siento mucho Nnes, es que cuando ardo… pierdo control.

Siento como se mueve, se pone cara al techo y despacio abre los ojos y me mira.

—Te entiendo Cat, pero tienes que pensar en eso que el médico dijo y en cuidaros, pronto nacerán y no me gustaría que pasará algo.

Me abrazo a él y me duermo en sus brazos y hablando de lo que tenemos aún por hacer.

Nos quedamos dormidos en una posición rara en una cama de tamaño aceptablemente grande. Nos dormimos cerca de las dos de la mañana y nos despertamos a las diez de la mañana, escuchando movimientos abajo.

El primero en empezar a moverse es él y luego me zarandea a mí y me ayuda a incorporarme porque ya me cuesta.

—Buenos días, salvaje.

—Buenos días, ¿Salvaje, yo?

—Mírate el brazo — cuando se mira cae en unos pequeños arañazos que le bajan de medio brazo a la muñeca.

>> —¿Te has rascado?

—Puede ser — y nos reímos.

Al bajar, saludamos a mis padres y juntos desayunamos y luego nos acercamos a la playa de enfrente. Recuerdo la última vez y me prometo no reaccionar igual. A más, mis padres están aquí. Acercamos las hamacas y mi madre, yo y los bebés, nos acostamos. Mientras que, los hombres, se remojan.

Me quedo, dormida de nuevo y mi madre me pone crema sin yo despertarme siquiera. Cerca del medio día, me despiertan y me dicen que ya vamos a comer, les recrimino que no me despertarán antes. Y me dicen que yo tengo que descansar.

Comemos y vamos a Kings Park, durante el camino no dejo de cantar y él me mira en las paradas.

A cada diez minutos de subir escaleras, tengo que parar y me da por recordar cuando me las hizo subir rápido y a ciegas.

Y sonrío para mí misma y al alzar la vista, lo veo mirándome sonriendo y viene en mi busca.




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