Una Luz en Ti

UNA GRADUACIÓN EMBARAZADA -61|LEYLEY

Amanecí esta mañana un tanto sobrecargada emocionalmente y lo estaba notando… Hoy me gradúo de la carrera y pensar que en trece semanas mis hijos podrían nacer es impresionante.

Nunca pensé que me graduaría de está manera. Prometida y embarazada, a punto de mudarme a una casa con mi ÉL.

Ni siquiera podía pensar que iba a encontrarlo y mírale, mirándome por si me tiene que ayudar, mientras yo me visto para irnos en un par de horas. Mi Nnesi… Está tan sexy, medio inclinado a la izquierda, con un pie pasando por encima del otro, con su cabeza tocado la esquina de la puerta y sosteniendo el cacharro de música que irá colgado en medio de las cunas.

Lo miro sonriendo y luego, me levanto cuando termino de ponerme las plataformas, acercándome a él y poniéndome de espaldas.

—¿Me ayudas? —echo la cabeza hacia atrás para mirarle a los ojos.

—Claro.

Él sube la cremallera y me coge una mano para hacerme dar la vuelta, sujetar mi cintura y besarnos.

—Estás hermosísima, Leyley.

—Tú me lo magnificas mi Nnesi.

Salimos de la habitación y deja el aparato en la sala de peluches improvisada que sus padres adjudicaron hasta mudarnos.

Por lo visto, a Cannes, en la tienda de sus tíos, le iba bien y algún cliente le incitó a que abriera redes sociales a la tienda y le va bien, tanto en ese como en su personal.

Últimamente, ha crecido mucho y, le siguen en ambas y fans de aquí, mandaron regalitos para Ne y Ai.

—Ya salimos.

—Nosotros vamos a su hora.

—Vale, nos vemos.

Nuestros padres también vienen, mi padre luego de lo que pasó con bichito y lo que pasó, pudo encaminarse de nuevo y trabaja en una empresa de rescate animal. Por lo visto ha pedido permiso para venir a mi graduación. Papá… Desde que sabe que es abuelo, está mimándome tanto y cuidando cada movimiento.

Como si temiera que me fuera a romper o pasará algo. Cuando me siento en el coche, suspiro de alivio y me masajeo la barriga, que está enorme ya… Siento un pinchazo agudo en cada lado de mis riñones y como se mueven, cuando Cannes me ve mejor cara, arranca.

Al llegar; encontrar estacionamiento cuesta tres millas de ciudad, media docena de huevos y quinientas fuerzas de voluntad. Una vez estacionados, Cannes me ayuda a bajar y arronzo la nariz al saber lo que nos queda para llegar a mi universidad. Cuando entramos, Eze y su pareja, vienen a saludarnos y me guía hasta la mesa donde habrá cosas para picar durante la graduación, algo simple.

Luego, me junto con mi tutora y me toca la barriga y me dice que me echará de menos en sus clases, que sin exagerar, y sin que se pudiera. Yo era su favorita.

Me desea que todo me vaya bien y luego me guía al baño, donde corro para no hacerme pis encima. Al salir, escucho a Cannes como me busca y cuando me ve, corre hasta mí y intenta recuperar el aire perdido antes de hablarme.

—¿Dónde…? Te… Habías… ¿Metido Leyle?

—Hable con Rousse Cristal y me tuve que ir al baño, tranquilo que estoy bien.

Lo beso y de la mano salimos al patio grande. Cuando se acercan las siete de la tarde, los acompañantes secundarios van llegando y cogiendo sillas, aunque ya están nombradas por alumno y número de acompañantes. Busco con la mirada a mis padres y a los de Cannes, hasta encontrarlos cerca de la mesa larga de pícnic.

Los saludo con la mano y se acercan a nosotros; luego, el director coge voz en micrófono y empieza todo.

—Hola y buenas tardes, gente. Hoy, estos chicos puestos en media luna a la derecha del escenario, finalizan su función estudiantil, finalizan una formación más, que les dará paso a poder hacer de lo que amen, una realidad.

>> —Hoy, muchas familias, se alegran por sus logros, y también algunas, empezarán su propia familia a la vez que finalizan una etapa. Ser el director me ha traído muchas cosas y tantos dolores de cabeza —risas — Que despedirme de sesenta de ellos, se me hace cuesta arriba, porque sin embargo, aunque no haya pasado la mayoría del tiempo con ellos, se les tiene cariño. Feliz, por la oportunidad de haberos servido, y de veros crecer. Que empiecen los obsequios.

Aplaudimos y a mí se me caen una lágrimas; que haya dado una referencia a mi embarazo, a mí “nueva vida” y a la de otra chica que no conozco, pero también se gradúa hoy, me ha puesto más sensible.

Yo soy la decimoctava en darle su recompensa por así decirlo, un marco de fotos con una de todos los de mi clase —en mi caso — son treinta por clase. Y un pen para usarlo de recuerdo.

Luego de las premiaciones, empieza el tartar simple de atrás. Cuando vuelvo a juntarme con Cannes y mi familia de aquí, me abrazan y papá, se emociona. Una pena que el abuelo no pudiera estar, y la abuela estuviera ausente.

Cuando me siento exhausta, me siento en un banco de un lateral y me quito las plataformas, sin pensar en como quede, en la visión de los demás.

Cuando Cannes me ve, se acerca, se agacha y me pregunta si me quiero ir.

—Sí, pero no. No me entenderás así… Em — me relamo los labios — Quiero irme porque estoy que no me aguanto, pero a la vez, no me quiero ir porque esto solo se vive una vez y aún hay para rato.




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