Una Luz en Ti

GIGANTE BOOM -62|NNES

Abro los ojos y miro que hora es en mi móvil, luego de ver que son las once de la mañana, miro hacia la ventana donde Catleya está mirando a través de ella.

Sonrío y me incorporo, ella debe notarme y se gira para acercarse y besarnos. Ambos, a la vez, ponemos nuestras manos en su barriga que ya está enorme.

—¿Qué semana se cumple hoy?

—Veintisiete.

Luego de mirarnos a los ojos durante un par de minutos, volvemos a mirar a la barriga y acaricio justo cuando uno se mueve y roza donde tengo mi mano.

— Te amo.

—Y nosotros a ti papi —me dice ella susurrado como si lo dijesen ellos.

Luego, me levanto ya y vamos a desayunar.

—¿Cuánto llevabas mirando por la ventana?

—Una hora, desde que me he despertado y he mirado si tus padres estaban despiertos.

—¿Siguen durmiendo? —asiente.

—Debieron llegar tarde —asiento.

Cuando llegamos a la cocina, damos un salto al ver a papá haciendo el café.

—Buenos días.

—Buenos días, ¿Cómo están mis enanos?

—Tócalos.

Catleya se acerca a papá y él pone sus manos y sonríe.

—Como se mueven.

—Demasiado activos, aunque no me quejo, amo sentirlos — papá la mira y sonríe encantado de tenerla en casa.

—¿Cuándo os iréis a vuestra casa?

—En dos semanas creemos.

Asiente y pone dos vasos de café con leche y una taza para mamá.

—Buenos días.

—Hola mamá.

Luego de desayunar, decidimos ir de compras y empezar a mirar cosillas para los peques y la casa.

—¿Qué día de la semana que viene hemos quedado con ellos, para quedar para revisar la última reforma y día de comienzo para la mudanza?

—Jueves — asiente y me abraza lateralmente.

Cuando llegamos a Carillon City, y estaciona mi padre, al bajarnos veo a Leyley estirarse.

—¿Bien?

—Sí… Estoy bien, solo me he estirado.

Luego empezamos a echar vistazos y Catleya y mi madre se paran cada dos por tres, en tiendas que tengan cosas de peques y peluches.

—¿Más peluches? — ellas me sonríen.

Paramos a bebernos algo y a que descansen y nos reímos como nunca, aunque me fijo en las caras que mi leys pone cada vez que nota patadas de los terremotos.

—¿Te dan tan fuerte?

—Se estiran…

—Estarán jugando entre ellos.

Luego de retomar las vueltas, pedimos en una tienda porque nos traigan las cunas a la casa y nos llevamos el cochecito gemelar. Son las únicas cosas que nos han gustado hoy, así que volvemos al coche para ir a casa de mis padres. Cuando nos sentamos, ella suspira y intenta estar cómoda hasta llegar.

Luego, ya en casa, nosotros nos acercamos a la de sus padres para que los vea, y ellos a nosotros. Ellos, al vernos, se alegran un montón y su madre le besa la barriga, luego nos invitan a comer y ella parece querer, así que nos quedamos.

Me siento mucho más cómodo con ellos que al principio; todo se calmó bastante y desde que Nea y Aiden resuenan en nuestra vida, nos han unido más todavía.

Catleya, suele estar más amorosa en sus días sensibles, aunque siempre ha sido muy demostrativa.

Jadey nos pregunta por la última ecografía, y por la casa, se ve que la madre de ella, lo pone al tanto sobre las actualizaciones.

—Están bien y grandes, la semana que viene tenemos una reunión.

Luego, cuando la comida acaba de hacerse, hacemos un vermú y luego comemos. Luego de comer, nos sentamos en la terraza y Catleya se tumba en un balancín de camping que ellos tienen al fondo de la terraza.

Donde se queda totalmente dormida.

—Nosotros vamos a acostarnos en nuestra cama, si quieres, acuéstate en el sofá.

Me viene de sopetón, esté cambio tan rápido, al verla dormir, pero me viene bien, ellos descansan y yo observo a Ley y a los niños, dormir. Al final acerco una silla al balancín y me saco una fanta de limón.

Pasan dos horas de siesta y cuando abre los ojos y me ve con un cruasán que me ha sacado mi suegra para que meriende, sonríe y me quita lo que me queda para comérselo y besarme.

—¿Tenías hambre?

—Tengo.

—Pues merendemos.

La ayudo a incorporarse y entramos a la cocina, encontrando a su madre, preparando dulces.

—¡Mamá!

—Te aguantas.

Nos reímos y ella nos mira mal y abre la nevera para sacar un trozo de brazo de gitano, una tarta de unos veinte centímetros de alargada circular.




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