Semana veintinueve
Nos despertamos el lunes de una manera diferente, hechos bola como podemos en el sofá, cuando me doy cuenta frunzo el ceño confundida de porque no estamos en nuestra cama.
—Cannes…— suelta un gruñido tierno y sigue a la suya.
—Cannes.
Cuando puedo despertarlo al quinto intento, me mira y alarmado me pide la hora.
—Las once.
—¡Mierda!
Salta del sofá y corre escaleras arriba para cambiarse asumo.
—¡No hace falta que corras, es festivo cariño!
>> — Tus tíos no abren la tienda.
—¿¡Entonces de tranquilidad!?
—Sí.
—Bueno, pues voy al baño y desayunamos.
—¡Vale!
Me incorporo mejor y me levanto, yendo a la cocina a empezar a preparar alguna cosa y a guardar el lavavajillas. Cuando él baja, viene y nos besamos.
—Buenos días.
—Buenos días, dormilón.
Él se echa a reír y me pellizca una mejilla, luego corta por el medio dos molletes y se hace el suyo de pavo y a mí me lo echa con aceite y tómate troceado. Nos sentamos en la mesa de la terraza y ponemos canciones a volumen bajo.
—¿Cómo te encuentras?
—Bien.
—¿Segura?— asiento, y lo veo suspirar notablemente.
—Mañana hay ginecóloga, mañana los vemos, estate más tranquilo.
—Cannes. No me he caído, ¿Verdad? Tranquilo.
Asiente y se termina su desayuno. Yo dejo el mío a medias y me voy a ducharme.
Hoy vamos a la caravana a pasar el día.
Luego de la ducha, mientras yo me visto, Cannes se da un agua rápida y se viste. Mientras acabamos de arreglarnos, voy al cuarto de los niños y cojo unas prendas que le enseñaré a la novia de Jordan.
Tras una hora, llegamos a la caravana, mientras yo ordeno las maletas, él guarda una compra mínima que hemos hecho por el camino, para comer y cenar. Luego, nos sentamos en las hamacas y me da la sed.
Cuando voy a levantarme, Cannes viene a ayudarme y me pregunta a donde quiero ir. Cuando le digo que tengo sed, me dice que ya va él, pero, acabamos yendo los dos y ya aprovechamos para hacer la comida. Luego, de comer y lavar los trastos, nos acostamos a dormir la siesta, que desde que estoy embarazada me sientan mejor.
A la hora de merendar, nos despierta la alarma que puso él para no olvidarnos de ir a lo de su amigo.
Cuando me desperezo, bajo y me lavo la cara. Me cambio, cojo la bolsa con la ropa de Aiden y Nea y vamos.
Al llegar, veo como su pareja acaba de dejar la última cosa en la mesa y nos saludamos. Juntos, los cuatro merendamos, yo controlando lo que puedo y lo que no, y luego, mientras los hombres hablan de lo suyo, le enseño las prendas a ella.
—Qué bonita.
—¿Verdad? Se lo cogí un día de compras.
—Me encanta.
—Tardarán en podérselo poner, pero no me resistí.
—Yo tampoco lo hubiera podido hacer.
Luego, al atardecer nos despedimos de ellos y volvemos a casa.
Martes. Visita ginecóloga.
Me despierto con varias sensaciones, pero decido vivir el momento. Al ya estar de pie, voy al baño y meo, luego de lavarme las manos, me lavo la cara, para acabar de despertarme y subo a vestirme.
Cannes aún sigue en pijama y le doy prisa. Estoy nerviosa aunque no se diga.
Luego cojo lo necesario y salimos hacia el hospital. Al llegar estoy nerviosa pero menos que antes, aunque lo normal sería que más… Siento, que hoy nos dirán algo más importante y eso es lo que me acelera más. Estoy deseosa de tenerlos en mis brazos, sosteniéndolos.
Entramos a la sala de espera y me siento, pero él no, no para de ir de un lado al otro y lo veo más nervioso que otras veces.
—Cannes…
Él me mira y lo veo, está incalmable, nada hará que se relaje hasta verlos. Por suerte somos los próximos. Al salir, me siento más calmada y él ya está menos inquieto.
—Entonces… A partir de ahora, un par de monitores…
Asiento, perdida en mis propios pensamientos. Llegamos al coche y me siento, mirando los papeles. Queda menos, peques, menos para encontrarnos a piel.
Semana treinta.
Ya ha pasado una semana y hemos tenido los primeros monitores, de momento todo marcha bien. Pero, sí que nos ha dejado caer que vayamos finalizando el preparar las cosas para los bebés.
Los tíos de Cannes tienen desde ayer, la tienda cerrada por vacaciones, durante un mes, y hoy se iban a Mallorca.
Hablaron con él antes de cerrarla por vacaciones y le dijeron que si nacían que no se preocupará y que tardará más en volver a trabajar, pero él, les dijo que ya lo acabarían de hablar.