Una Luz en Ti

CERCA DE ELLOS -76|LEYLEY

Amanecemos y desayuno antes de que Cannes baje del baño y luego me pongo en una mesa a envolver el regalo para mi madre. Luego, nos abrazamos y me voy a duchar rápidamente para dejarle su turno y prepararnos para salir de casa.

Durante el camino, voy acabando de despertarme, mientras "nuestras" canciones suenan por un pen que está conectado a la radio y vamos canturreando. Cuando estaciona y bajamos, sonrío y nerviosa andamos hacia mi otra casa.

—Irá bien ley.

Suspiro y él toca el timbre, mamá nos abre y la felicitamos. Ella deja caer la mirada al paquete que sostengo y se lo doy a papá cuando lo visualizo y saludo.

—Feliz nueva semana pequeña — sonrío de que se acuerde y le doy las gracias.

Luego Cannes y mamá nos sorprenden y nos abrazan por la espalda.

—¿Bien?— me giro y nos besamos, mientras mis padres se alejan.

—¿Crees que le gustará?

—Seguro que sí princesa.

Nos damos las manos y entrelazamos los dedos y apretamos. Lo miro a los ojos y le susurro un te amo.

—¡A comer!

—¡Vamos!

Ya sentados, me relamo los labios al ver el plato y empiezo a meterle tenedorazo.

—¡Bon apetit!

—Igualmente.

Durante la comida comentamos, lo de que hoy también cumplimos treinta y cinco semanas de embarazo y la probabilidad de que nazcan antes. En el postre le damos nuestro regalo y se le escapan algunas lágrimas. Es un marco con una fotocopia de una ecografía y abajo pone.

Feliz cumpleaños abuela y una huella de pie de bebé en cada lado con la inicial de cada uno.

Nos quedamos hasta media tarde que fuimos a lo de Tuli a verlos. Le llevo un cuaderno de los nueve meses que me regalaron doble, para que lo vaya rellenando, el mío lo estoy por acabar. Cada vez más cerca.

Cuando ya nos hemos saludado, nos sentamos en el sofá y la prima saca bollitos que vamos picando. Sobre todo nosotras, golosos han salido. Le doy un codazo suave a Cannes y le doy la mitad de uno.

—Come— cuando se lo traga, me besa.

Sale, está que se cae del sueño y ella lo manda a dormir, luego, nos cuenta como fue la primera eco y me emociono acordándome de la mía.

—Felicidades, Tuls.

—Gracias, chicos.

—Toma Tuli, para que lo rellenes — ella me lo agradece y lo mira por encima.

Pasamos un par de horas más y nos despedimos de ella, ya que Sale aún está echándose la siesta. Volvemos para casa, pero él toma un desvió y me descoloca.

—¿A dónde vamos?

—¿Te suena Kings Park?

Sonrío notablemente y me lamo el labio inferior, él frena en un semáforo en rojo que acaba de ponerse y me mira, sorprendiéndome, me besa con mordida final.

—Felices treinta y cinco mis koalitas.

Nos miramos a los ojos y ya tiene que arrancar, luego de eso me duermo hasta llegar.

—¿Para comer, como lo haremos? — pregunto al bajar del coche.

Él me dice que me despreocupe que ya lo tiene planeado y me coge de una mano, para subir al parque que tanto significa para nosotros. Cuando llegamos andamos un rato rodeando el lago hasta llegar a ese bar que hacía unos meses habían puesto.

—¿Tienes sed?

—Sí, pero da igual, sigamos.

—Vamos — me coge de una mano y nos hace entrar al bar.

—Escoge mesa que voy a pedir, ¿Lo de siempre? — asiento.

Luego de diez minutos, llega con su bebida, me besa y vuelve a irse a por lo mío y pide unas patatas chips de las cuales la mitad me las como yo.

—Te amo Nnes.

—Y yo a ti Ley, mucho más Lele.

Nos besamos, nos dimos una mano y con la otra bebimos de nuestras bebidas y luego, miramos un par de fotos que nos habíamos hecho hoy, y donde la barriga favorecía y en una se llegaba a percibir como uno me pateaba.

—¿Querrás tumbarte como antes?

Le miro y sonrío, luego lo veo mover fichas con el móvil y luego de terminar nos vamos afuera. Nos sentamos en el césped y más tarde a la hora de cenar que refresca nos vamos. Ya en el coche, suspiro cansada y él me aprieta con cariño una mano antes de arrancar.

—Cenar, ¿En casa o por ahí?

—Decide tú.

Asiente y sigue conduciendo; cuando me doy cuenta llegamos a un sitio que me encanta y lloro, sin venir a cuentas y sin saber por qué. Cannes me abraza y sostiene hasta que me calmo y luego me seca las lágrimas resecas que han quedado por mis mejillas y el cuello.

—Gracias por sostenerme Nnes.

—Y lo volvería a hacer las veces que haga falta— nos besamos y entramos a cenar.

—¿Qué te apetece?

Le señalo y pide dos como ese y un postre, de bebida un par de refrescos, el mío apto para mi estado. Durante la cena me lo paso muy bien y como bastante lo que pedí, él está atento a nosotros y se le ve feliz, lo que le suma más felicidad a la mía.




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