Hoy llegan a Australia para quedarse durante un mes, unos parientes míos de Nueva Zelanda y se quedarán en nuestra casa en la de invitados que es espaciosa para tres. Vienen de vacaciones y justo cae en el nacimiento de nuestros hijos. Ellos solo pudieron saberlo a través de WhatsApp y videollamadas.
Ayreli mi primita segunda de quince años, se emocionó cuando vio ese test hace treinta y cinco o una menos semanas atrás. Está con ganas de que nazcan y cuando le dijeron que cuando estuviesen con nosotros nacerían, se puso a saltar.
Catleya, está con las emociones a tope, y lleva unos días que tiene la lágrima fácil. Cuando Ayreli le dijo que entrenará peinados con ella, lagrimeo y acepto con un gesto porque tenía la voz que no le salía.
Ahora se está vistiendo porque le he dicho que iremos a buscarlos al aeropuerto más cercano, que es donde aterrizarán.
Tía Zareine
— Cannes, en media hora aterrizamos, venir tranquilos, tendremos que esperar las maletas.
— Está bien tía, Catleya se acaba de cambiar y salimos para allí.
Subo a ver como va la niña y la veo haciéndose una foto en la barriga.
—¿Estás? — le pido sorprendiéndole por la espalda y colocando mis manos en la barriga, notando que me patean.
—Sí, un momento.
Se sienta en la cama y intenta ponerse las zapatillas sin poder, la veo esforzarse por no pedirme ayuda y cuando veo que no lo hará, me agacho delante suya y le quito la zapatilla de la mano y se la pongo.
—Gracias Nnes.
—No es nada Leyle.
Nos besamos cuando me levanto y bajamos. La otra se la había puesto a la fuerza, pero con está no podía. Ya en el coche, se relaja un poco más y mira el móvil.
—¿Estás bien? — ella levanta la vista del móvil y me mira, asintiendo con la cabeza.
>> —¿Enserio Ley? — vuelve a asentir de la misma manera y lo dejo pasar, insistir la hará estallar y no quiero eso.
Deja el móvil sostenido en su mano y cierra los ojos respirando despacio, debe estar alterada por algo y quiere relajarse.
—¿Qué te pasa Leyles? — ella abre los ojos y suspira.
—Tengo miedo.
—¿Miedo, de qué?
—De hacerlo mal; de no poder darle los cuidados como queremos; de que lloren, no estés y no sepa actuar; de que se me caigan, de que puedas irte, de que os pase algo. De que acabemos mal…
Ya sin darse cuenta, hemos llegado al estacionamiento del aeropuerto y estaciono, me desabrocho y la miro.
—Esos miedos son normales que los sientas, ¿Sí? Pero no dejes que te coman, piensa que es la primera vez que harás eso y que no estarás sola. Que tenemos gente que nos quiere y ayudará y que siempre puede aprenderse. Juntos vamos a poder.
La abrazo y cuando se calma, salimos del coche y entramos a buscar a mi familia que pronto, será la suya también. Estamos esperando a que los peques sean ya algo grandes y ella se vea mejor para empezar los preparativos.
Me casaré con la chica de mis sueños, superados por mil.
Y ahora con dos lucecitas más.
Tardamos, pero los localizamos y nos damos unos largos abrazos, luego de eso, llega la última maleta que tienen que recoger y salimos. Ya en el coche, vamos justos, pero cabemos todos, importante. Antes de ir a casa, vamos a tomarnos algo cerca para refrescarnos.
Ayreli pregunta por los koalitas y si ya tenemos la habitación y las cosas preparadas y le contamos, ella aplaude emocionada y pide poder ayudar a preparar lo que queda y la miro sonriendo, porque aun siendo con los que menos nos llevamos, me los quiero mucho y que, con esa edad, le guste tanto y quiera ayudar, me fascina, ya que también se le nota su lado maternal y sé que será muy buena mami, pero que tarde lo que tenga que tardar.
La quiero ver crecer.
Ella dice que quiere ser mamá joven, pero si eso que esperé a pasar los 24. Ahí ya, si encuentra a su Él o su ella, que hagan y pase lo que tenga que pasar. Ella se acaba su vaso y pagamos, para volver a casa. Cuando llegamos, les hacemos un tour y Ayreli se queda anonadada con la habitación de los peques.
Bajamos, y pedimos la comida a domicilio, mientras que mis tíos y mi prima, se sientan con Catleya en el sofá y ven álbumes de las ecografías y de nosotros de las sesiones y suyas de embarazada.
—¿De cuántas estás ahora?
—De treinta y cinco y un día Zareine.
—Queda poquito — asentimos.
Ayreli le acaricia la barriga cada vez que puede y cuando llega la cena, se sienta a su lado y yo en donde ella estaba, cenamos viendo una película que las chicas deciden.
Luego, mientras mis tíos y mi prima se van duchando, Catleya y yo, recogemos.
Luego, volvemos a enseñarles la habitación de invitados y nos acostamos.
Antes de dormirnos, miramos las fotillos de hoy, y sonreímos, los niños pateando y algún ay de su madre después, ella mira algo de su Instagram y yo arropado a ella voy quedándome dormido.