Una madre en alquiler

CAPÍTULO 2

Me levanté como de costumbre, tomé una ducha y después me puse uno de mis trajes elegantes, finos y exclusivos.

Alejandro hizo lo mismo, seguía sin mencionar palabra desde ayer.

—Alejandro, no quiero este silencio entre nosotros. Te prometo que tendrás un nuevo caso el día de hoy.

El se miraba en el espejo, mientras arreglaba su corbata.

—Ya estoy acostumbrado a tus desplantes Mia.

—La firma tiene un prestigio y no queremos echarlo a perder. Tu mejor que nadie sabe que a veces tenemos que hacer cambios de último momento. 

—Soy el único abogado al que le cambian los casos tan de repente. Se lo que tu padre piensa y tú lo apoyas.

—No podemos permitir que nadie desacredite la firma y hacemos lo que es necesario, tiene que poner un poco más de empeño Alejandro, los clientes nos pagan para dejarlos libres o conseguir una condena justa, no solo de aceptar lo que el fiscal o juez decida. 

—¡Hago mi mayor esfuerzo!, pero claro, piensan que soy un inutil e inconpetente. Ni siquiera tú que eres mi esposa confías en mí.  

—¡Confío en ti! 

—No, no lo haces. Si fuera así me darías más poder en la firma. solo me tienes con un empleado ni siquiera me han convertido en socio. 

Mi padre nunca quiso que Alejandro se convirtiera en socio, pero sí tenía un cuantioso salario, casi el doble de lo que ganaba uno de nuestros mejores abogados. 

—Esa es una decisión que no solo depende de mí. 

—¡Deberías de estar agradecido conmigo! —vociferó Alejandro. 

—¿Agradecida? cada día contigo en un infierno, me reclamas cualquier cosa, ni siquiera me has tocado en meses —repliqué

—¿Crees que algún hombre estaría contigo si supiera que eres seca por dentro? 

—¡Cállate! 

—Sí Mía, estás seca por dentro; no solo eres una mujer fría, sin sentimientos sino que ni siquiera puedes darme un hijo. No vales nada, nunca nadie va a querer una mujer infértil. 

Sus palabras me dolían, él sabía en donde atacarme y derribarme, ese tema era tan delicado para mi y cuando iniciamos una pelea siempre terminaba con el mismo tema. 

Alejandro salió de la habitación furioso y yo en mi habitación sollozando. En la firma de abogados y delante de la sociedad yo aparentaba ser una mujer fuerte, invencible y con poder. Pero dentro de las cuatro paredes de mi habitación era tan frágil como cristal, mi sueño del matrimonio perfecto se arruinó el día que me declararon una mujer estéril.

Mi perfecto matrimonio estaba hecho pedazos, en miles de pedazos que no iban a poderse reconstruir. Hace meses que las peleas constantes con mi esposo eran más constantes, si no era el trabajo, era por mi familia. 

Esperé media hora para bajar de mi habitación y dirigirme a la oficina. No sin antes volver a retocar mi maquillaje. Le pedí a Max el nuevo chófer de la familia que me llevara a la oficina. En todo el camino traté de borrar las palabras de Alejandro y concentrarme en mi presente, mi trabajo y familia. 

 

(...) 

 

—Aquí están las carpetas que me solicitó. —Kim ingresó a mi oficina con una gran pila de documentos. 

—¿En serio es todo eso? 

—¡Sii! —bufó, colocando las carpetas en mi mesa. 

Empecé a ver observar cada una, pero un sobre con el nombre de mi hermano llamó mi atención. Tenía letras de color rojo con la palabra CONFIDENCIAL.  

—Esto es muy raro, ¿qué hace esto aquí? 

—Perdón Licenciada, creo que esto es de otro abogado. De seguro lo tomé por equivocación. 

—Esto es muy extraño.

—Voy a devolverlo… 

—Espera tengo que verificar de qué se trata. 

De pronto uno de los abogados de la firma ingresó a mi oficina. 

—Perdonen, pero necesito un sobre amarillo. Es justo el que tiene en sus manos. 

—¿De qué es esto? —cuestioné

—No puedo decirle ya que Brenan es mi cliente y no puedo revelar esa información. 

—Brenan es mi hermano y esta firma le pertenece a mi familia, así que tengo derecho de saberlo. 

—Disculpe, pero no puedo decirle que es un trato de confidencialidad entre abogado y cliente y sabes que no puedo romperlo. —Me quitó el sobre de mis manos y lo tomó. 

—¿Quienes participan en el contrato? 

—Es lo único que te diré: es un contrato a nombre de Brenan Harris y de April Fierro. 

¿Qué tipo de contrato podía tener mi hermano con esa chica a la que presentó como novia?

—Después veré esto, ahora tengo que ir a hablar con mi hermano. 

Tomé mi bolso y tomé un taxi para dirigirme al hospital en donde mi hermano Brenan trabajaba, era un reconocido ginecólogo y recién había regresado a la casa. Al llegar al hospital pasé de largo hasta su consultorio. 

—Hermana ¿qué haces aquí? 

—Necesito explicaciones Brenan, me enteré que hay un contrato con tu nombre y el de tu novia ¿de qué se trata? 

—¿Quién te dijo eso?

—Me enteré de casualidad, ¿Vas a decirme de qué se trata? 

—Tengo que irme Mia, te explico después. 

—Brenan, tú no te vas de aquí sin darme explicaciones. ¿De qué trata ese contrato? 

—¡Es un contrato prematrimonial! ¡Listo! Ahora tengo que ir a ver a mi novia. 

¿Contrato prematrimonial? Brenan estaba loco. 

Mi hermano salió, dejándome pasmada por sus palabras. Él no podía estar pensando en casarse con esa mujer. ¡No con ella!

—Carmín, de casualidad tienes la dirección de la novia de mi hermano. 

—¿De april? 

—Bueno… espera creo que la tengo por acá. El día del accidente guardé su información. 

Después de unos minutos la linda enfermera Carmín me dio la información que necesitaba. Me apresuré a tomar un auto para llegar a la dirección, pero cada vez que me acercaba al lugar podía notar que esto había sido una mala idea, el lugar se veía muy peligroso. 

El auto se detuvo y vi un gran rótulo: “Gimnasio Fierro”. Se notaba que no le habían dado buen mantenimiento al lugar. Estaba viejo y sucio. Apreté mi bolso ya que tenía miedo de que en cualquier momento alguien me la robaría. 



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En el texto hay: celos, romance, drama

Editado: 13.02.2022

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