Una madre en alquiler

CAPÍTULO 4

—¿Barbie plástica? Disculpa pero todo esto que ves —me señalé—, es natural. 

—Tendría que tocarlas para confirmar que son naturales. 

—¡Imbécil! No dejaría que me pusieras un dedo encima. ¿Ves esto? —Señalé mi dedo anular en mi mano izquierda—. Es un anillo de matrimonio, soy una mujer casada. 

—Te sorprendería saber con cuantas mujeres casadas me he acostado. 

Este hombre no solo era un vulgar y ordinario, era todo un ramero. 

—No me interesa tu vida privada así que… —De pronto sentí como una mano apretaba mi trasero. 

Me giré furiosa y topé con un enorme pecho. Retrocedí dos pasos y sentí una mano en mi cintura, levanté mi rostro y me encontré con Nain. 

—Está mujer viene conmigo. —expresó. Se sentó en en banquillo que estaba en la barra e hizo que me sentara en una de sus piernas.

—¿Qué haces imbécil? —susurré.

Nain acercó su boca a mi oreja y dio un pequeño mordisco.

Todo mi cuerpo… ¡Todo! Desde mi cabello hasta la punta de mi pie se estremeció por completo.

—¿Quieres que te deje sola con ese tipo? —susurró en mi oído—. Este es un barrio peligroso y Barbie aquí tus leyes no sirven nada. 

Me quedé pasmada, no solo por sus palabras sino también por su sensual voz. Me sentía tan cómoda en esa posición. Su brazo fuerte apretaba mi cintura. Su pierna en donde mis glúteos reposaban eran mucho más confortable que los sillones acolchonados de mi casa. Su simple presencia me hacía sentir segura.

—¿Tienes alguna duda? —exclamó Nain al tipo—. O quieres que vayamos afuera a arreglar esto como los hombres.

—No amigo, todo está claro. Perdona por molestar a tu mujer. —El tipo tenía aspecto de León pero al escuchar a Nain se volvió como un gatito. Pidió un trago al chico de la barra y se fue.

—¿Estás cómoda? —inquirió. Me puse de pie de inmediato.

—No necesito de tu ayuda, yo puedo defenderme.

—¿Qué ibas hacer? Denunciarlo ja, ja, eso no funciona aquí. 

Este tipo me enfurecía tanto, era un irrespetuoso. 

No quise ni refutar sus palabras. Solo me giré y empecé a mover a la gente para salir. No pertenecía a este lugar, había sido un error haber venido.

Salí del bar y el frío de la noche fue la primera en recibirme. Miré hacia los lados, no tenía idea de qué dirección tomar. Elegí el lado derecho y empecé a caminar. Solo miraba edificios viejos y tipos con una pinta horrorosa. 

De pronto sentí como tomaron una de mis manos. 

—¡Suéltame vagabundo, no me toques! —Empecé a golpear con mi bolso al imbécil que se había atrevido a tomar mi mano. 

—¡Ya basta! 

Dejé de golpear al hombre y me di cuenta que se trataba de Naim. —¡Imbécil! Casi me matas. 

—Muerta vas a terminar si sigues caminando sola, este es un lugar peligroso y una Barbie como tu llama la atención. 

—Pues es algo que no te importa. —Seguí caminando sin importar las palabras de Nain. 

—¿Qué pasa bella ese tipo te está molestando? —Un hombre con una cicatriz  en su cara apareció frente a mi—. Si quieres podemos darle una lección para que te deje en paz. 

Tal vez Naim tenía razón, este no era un lugar seguro y una mujer como yo llamaba la atención de hombres asquerosos como el que tenía enfrente. 

—Tranquilo amigo, ella es mi novia. —Expresó Naim. 

—¿Tú novia? Una chica como ella no tiene novios como tú. Ella necesita un verdadero hombre. 

—Eso es cierto, él es mi novio. —Intervine. No necesitaba que más tipos aparecieran, en estos momentos solo podía confiar en Naim. 

—Ya la escuchaste, ahora déjanos solos. 

El tipo malencarado se hizo a un lado y nos dejó pasar. Naim me tomó de la cintura y me habló al oído. —Te lo dije, este es un lugar muy peligroso. —Dimos unos pasos hasta llegar a un callejón. 

—Necesito irme a mi casa, ¿puedes llamar un taxi? —La verdad es que me sentía con mucho miedo y solo quería regresar a casa. 

—Los taxis no entran en esta zona, pero yo puedo acompañarla hasta llevarla a un lugar seguro. 

No me quedó de otra que aceptar su propuesta. Él me tomó de la mano y empezamos a caminar. Me sentía tan extraña, al parecer el cavernícola tenía su lado caballeroso. Ingresamos a una parte y caminamos entre los árboles. 

De pronto escuché ruidos extraños. Naim me empujó hacia el tronco de un árbol y me rodeó con sus brazos. —No hagas ruido —susurró. Escuché varios pasos correr a nuestro lado. Cerré mis ojos, esperando que esto no fuera peligroso. 

De repente todo se hizo silencio. Abrí mis ojos de manera lenta y me encontré con la mirada de Nain. Él me miraba con curiosidad y una sonrisa coqueta se marcó en su cara. 

Sentí algo extraño en mi estómago y no quería decir que era mariposas porque eso era una locura, no era una adolescente. 

—Disculpe por lo que voy hacer, pero la verdad es que ya no puedo resistir. 

Nain aprisionó mi boca con la suya. Yo estaba en shock, así que mi boca estaba inmovil. Sus manos apretaron mis mejillas, lo que me impulsó a abrir mi boca. Su lengua invadió mi cavidad bucal y no refuté todo lo contrario. Empecé a corresponder a su beso de manera feroz. 

Por mi cuerpo una ola de placer me envolvió, algo que tenía meses o incluso podría decir que hacía años que no sentía. Naim me atrapó con su cuerpo de manera completa, me sentía como un mondadientes entre sus brazos, él era fuerte, con músculos por todos lados. 

Él empezó a tocar mi cuerpo, sensibilizando cada uno de mis músculos. Me sentía como mantequilla en un sartén caliente. No tengo idea de cuánto tiempo pasamos detrás de ese árbol, pero yo me sentía como en una cámara del tiempo, en donde los minutos y los segundos no importaban. 

De pronto un golpe realidad golpeó mi cabeza. Yo era una mujer casada y en estos momentos estaba traicionando a mi esposo con un cavernícola ordinario, maloliente, sin ningún nivel de educación. Y lo peor de todo es que me estaba gustando lo que me hacía. 



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En el texto hay: celos, romance, drama

Editado: 13.02.2022

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