Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Un encuentro de fuerzas, un deseo muy tierno.

Sylvia, miro el hermoso vestido que había llegado ese día a casa, era realmente muy lindo, de color blanco marfil, lo miró detenidamente y se dijo:

 "Si te casaras  al día siguiente, todo era real, uniría su vida con este desconocido, pero ¿Realmente era necesario, éste paso del matrimonio? 

Él se encontraba en el estudio, reunido con otros socios, pero ella necesitaba aclarar ciertos asuntos con Hafid urgente. 

Así que se dirigió hasta el estudio y tocó firmemente la puerta, del otro lado escuchó la voz áspera de Él respondiendo:

— ¡Espero que sea urgente porque estoy bastante ocupado, pase quien sea! 

—  dijo Hafid. 

Ella abrió la puerta y con mucha  seguridad, asomó su roja cabeza diciendo:

— Lamento la interrupción Hafid, pero necesito hablar algunos asuntos contigo—  dijo Sylvia. 

— ¡Caballeros, esperen un momento por favor, mi querida mujercita me requiere—  dijo Hafid con ironía. 

Salieron afuera y él la tomó por el brazo ala altura del codo y la llevó prácticamente a empujones hasta la habitación. 

—¡Oye, qué te pasa? ¡Me estás lastimando!—se quejó Sylvia— ¡No seas bruto! 

— ¡Que sea la última vez que me interrumpes en una reunión, mujercita!— grito Hafid. 

— ¡Suéltame!— gritó Sylvia— ¡Eres un bruto! lanzó una bofetada y él tomó la mano de ella en el aire y la atrajo con fuerzas hasta el cuerpo de él. 

—¡Suéltame Hafid!—grito ella. 

—¡No vuelvas a alzarme la mano! —exclamó él. 

—¡Y tú, no vuelvas a tratarme como a un animal— dijo Sylvia furiosa— lo mejor es  regresar a mi vida de antes, así no puedo aceptar ningún trato conmigo. 

—¿Así no puedes qué?— preguntó exigente Hafid, mirándola con ojos peligrosos— te recuerdo que ya firmaste un trato conmigo. 

—¡Tú, no sabes tratar a una mujer!— dijo Sylvia— terminemos cualquier trato, ya no deseo estar acá contigo. 

Sylvia intentó salir, y Hafid la atrajo nuevamente por el brazo y dijo:

—¡Tú, de aquí no te mueves, no vas a salir!— gritó Hafid— ¡Eres la madre de mis hijos y serás mi esposa mañana;  ¿entendiste? 

— ¡No haré nada de lo que me dices, no soy tu esclava, solo soy una empleada y tengo derecho a renunciar!— dijo Silvia. 

— ¡Considérate secuestrada Silvia Smith! — dijo Hafid con voz cortante como una espada—de aquí no saldrás por nada del mundo, ya firmaste el contrato y mañana serás mi esposa. 

—¡Ya no quiero ser tu esposa! — dijo Silvia— solo seré la niñera de tus hijos. 

¡Ya no juegues conmigo muchachita!— dijo Hafid— mi paciencia tiene un límite. 

La voz de él sonaba peligrosa, pero Sylvia no le tenía miedo, al contrario se sentía alterada cuando el la provocaba. 

—¡Y la mía también! —dijo Sylvia— ¡Si sigue tratándome como a un animal, te juro que le diré a tus hijos, que yo no soy su madre, que tú eres un mentiroso! 

— ¡No te atrevas amenazarme con eso— gritó Hafid— estás abusando de tu suerte

— Ya tú abusaste de la tuya, Hafid Aziz,  gritó Silvia— ¡Yo no tengo la culpa de que odies a las mujeres, déjame en paz! 

Sylvia nuevamente intentó salir, esta vez Hafid, la tomó por la cintura y la apretó en un abrazo salvaje, besándola sin que ella lo esperara. 

Sylvia por un momento  se paralizó, pero al darse cuenta de lo que estaba 

 hacíendo Hafid lo mordió en los labios y él la soltó exclamando:

— ¿Te has vuelto loca? ¡Me rompiste los labios y me sacaste sangre!— dijo Hafid. 

—¡No vuelvas a besarme!— gritó Sylvia con el rostro y los ojos encendidos. 

— ¡Eres brava muchachita, toda una fiera!— dijo Hafid— ¡Eso me gusta, me estimula mis ganas de hombre! 

Sylvia al escuchar el tono peligroso de la voz de Hafid retrocedió y dijo:

—¡No pienso casarme contigo!— la voz de Sylvia, sonó desafiante. 

— ¡Es mejor, que te quedes tranquila y te resignas a tu suerte—dijo Hafid con voz tranquila, pero amenazante— mañana no solo serás mi esposa, sino que también serás mi mujer. 

Sylvia se irguió y lo azul de sus ojos brilló con furia. 

—¡Eso, no fue lo que me dijiste cuando me contrataste—dijo Sylvia— ¡Escuché muy bien, cuando dijiste, que no me tocarías, que tenías mujeres de verdad, para complacerte! 

Hafid alzó la comisura de sus labios en una turbia sonrisa y dijo:

— ¡Cambié de parecer, ahora quiero ver qué tan salvaje eres en la cama, Silvia Smith! 

— ¡Eres un bastardo!—gritó Sylvia fuera de si— ¡Un maldito bastardo! 

— ¡Lo sé, sé como soy!— dijo Hafid— por eso, no te escaparas de mi, muchachita rebelde. 

Hafid salió de la habitación dando un portazo, y nuevamente se encerró en el estudio, con los caballeros que eran sus socios. 

Había dejado a Sylvia llena de ansiedad, mientras ella, se preguntaba ¿En qué momento se había convertido en enemiga de este hombre? 

Era solo un amargado, de mal carácter, ella no quería ser la mujer de este hombre, lo detestaba con toda su alma, mucho menos querer acostarse con él, no lo amaba, solo le inspiraba desprecio. 

Sintió como las lágrimas se dekslizaban por sus mejillas quemando su rostro, prefería morir de hambre, dormir en la calle que ser la mujer de Hafid Aziz. 

De repente, sintió unos golpes leves en la puerta, salió y al abrir,  allí estaban Farid y Amira, sus dos pequeños ángeles, que la miraban con ojos llenos de angustia. 

— ¡Hola! ¿Que necesitan?— preguntó Sylvia con ternura. 

— !Mamá, ¿estabas peleando con papá? — preguntó Amira. 

— ¡No, mi amor!— dijo Sylvia— ¿Quien te dijo que estábamos peleando? 

Ellos la miraron con ojos llenos de inteligencia. 

— ¡Mami, Farid y yo sabemos, que andabas siempre viajando, para no pelear con mi papá— dijo Amira. 

Esta vez fue Farid, quien había estado callado. 

— ¡Si, viajabas, para no pelear con papá, él siempre está enojado, y con el rostro serio! — dijo Farid— escuchamos los gritos, mamá. 

Sylvia se agachó para quedar a la altura de ellos y dijo:



#1642 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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