Cap 11
Sylvia, lo miró con una expresión que Hafid no pudo definir, pero sintió que de alguna manera había penetrado un poco, la capa de desprecio que sentía la muchacha en el corazón hacia él.
Los niños despertaron después de una hora; dos horas después, viajaban hacia la casa, donde vivía la madre de Hafid y su hermana, quién era menor que él.
Sylvia había elegido un traje de tres piezas; blusa de seda estampada en azul, chaqueta y pantalón azul eléctrico, hacía que el color de los ojos de ella se vieran más hermosos, al igual que su cabello rojizo, perfectamente peinado.
Realmente, nadie al verla, diría que esta chica se había criado en un orfanato, sin saber siquiera quién era su familia, aunque ahora no necesitaba una familia, tenía dos hijos y un marido multimillonario, alguien que le había dado su apellido de verdad.
Y aunque algún día, vivieran separados, ella seguiría usando ese apellido, se sentía muy segura ahora; muy pronto vislumbro la casa de la madre de su esposo, era una construcción imponente, hermosamente edificada, los jardines, los alrededores, todo era perfectamente bello, pensó Sylvia , se volvió hacia su esposo y susurro:
— Tengo que decir algo en específico.
— No, solo sé tú misma— dijo él— así como con los niños, todo salió perfecto.
—¡Gracias! —dijo ella.
Estaba bastante aprensiva, con muchas expectativas, pero muy segura y cómoda; el auto pronto entró en el hermoso estacionamiento, el chofer fue quien abrió las puertas para que el Hafid descendiera, y éste extendió su mano, para ayudar a su esposa a salir del auto, los niños siguieron después.
En la puerta, se encontraban dos mujeres vestidas elegantemente, a la vez conmovidas por la llegada del hombre de la familia, habían sido dos largos años sin verlo, era demasiado tiempo para una madre y una hermana.
Ellas, estaban estáticas, esperando a que él se acercará para abrazarlo, el amor y la ternura se desbordaba en los ojos de ellas, la madre abrió sus brazos para recibir a su amado hijo.
Hafid, abrazó a su emocionada madre, también a su hermana, las dos mujeres estaban con lágrimas en sus ojos después de recibirlo; Sylvia, permanecía quieta con sus dos bebés tomados de cada mano, esperando el turno de saludar.
Después de mantener a Hafid atrapado entre los brazos de ellas, prodigándole de tiernos y amorosos besos, él se soltó y se volvió para presentar a su esposa y señaló hacia Sylvia, extendiendo la mano y está, que esperaba con paciencia a que terminara de saludar, tomó la mano de que él, le ofrecía.
— Mamá, Abir, ella es Sylvia, mi bella esposa y madre de mis hijos— dijo él.
La madre de Hafid miró a Sylvia por unos instantes y dijo:
— ¡Bienvenida a casa hija!
También Abir, la hermana dijo:
— ¡Bienvenida cuñada!
Sylvia, dio un paso al frente y ellas le saludaron con un beso en la mejilla, luego se volvieron hacia los niños, y los abrazaron, ellos fueron muy amables con su tía y abuela, pero no muy efusivos, por no conocerlas mucho.
— Vamos adentro por favor— dijo la madre de Hafid.
Una vez dentro, Sylvia admiró aún más la decoración exquisita y suntuosa de la casa, era realmente hermosa, y exquisitamente decorada, aunque estaba llena de asombro y admiración, su rostro permanecía impávido.
— Eres una mujer muy bella, Silvia— dijo Abir,.
Así se llamaba la hermana de Hafid.
— ¡Muchas gracias! — dijo Sylvia.
También, la madre de Hafid dijo:
— Sí, eres muy preciosa, es hermosa tu mujer, hijo— dijo Halima, ese era el nombre de la madre de Hafid— me encanta su cabellera roja, ¿es natural?
— ¡Oh sí señora! Jamás he usado tintes o colorantes en mi cabello— dijo Sylvia.
— Llámame Halima, somos familia— dijo la madre de Hafid— es un maravilloso color, y él color azul de tus ojos me encanta; mi hijo siempre ha tenido buen gusto.
—¡Muchas gracias Halima! — dijo Sylvia sin problemas para entrar en confianza.
— Los niños se ven muy apegados a ti— dijo Abir— parecen amarte mucho.
— No se ven están,— dijo Hafid— a veces, siento celos, del amor que profesan por su madre.
— Yo los adoro— dijo Sylvia— de verdad mis niños, me robaron él corazón.
En ese momento, los niños que no habían hablado, dijeron:
— Mamá es muy linda abuelita— dijo Amira— Farid y yo, la amamos; también a ti te queremos un poco.
Todos se rieron ante el comentario de la niña, fue muy relajante para Sylvia, sentirse realmente bienvenida en casa de la familia de su esposo.
Luego dijo:
— Ustedes, mis niños, son lo más importante en mi vida, ya saben cuanto que los adoro, mis niños y desde la primera vez que los vi, los amé— la voz de Sylvia sonaba conmovida.
— ¿Quién no se enamora de un par de ángeles así?— dijo Halima— deje de verlos cuando apenas tenía un año, y ya son todos unos niños grandes.
La conversación entre ellos fue muy amena, los niños después del almuerzo pidieron dormir, y Sylvia los acompañó, hasta la habitación provisional que usaban donde la abuela.
Al salir Sylvia, la madre de Hafid preguntó:
— ¿Qué vas a hacer con los abuelos de los niños? Ellos querrán verlos apenas se enteren que tú estás aquí de regreso.
— Mamá, yo soy el padre, —dijo él— y ellos tendrán que conformarse con lo que yo quiero que suceda; fue muy duro para mí, arrancarme la traición de la hija de ellos, pero ahora estoy acá, con una nueva esposa y mis hijos; mamá, Sylvia, es lo mejor que me ha pasado.
— ¿En serio hijo, estás enamorado nuevamente? —preguntó Halima.
— No mamá, nada de eso, solo me agrada la chica, y me gusta que ame a los niños, pero el amor romántico es basura madre, Sylvia yo solo estamos juntos, porque la necesito para darle una familia a mis pequeños, ni ella me ama, ni yo la amo, pero ama mis hijos, y eso es lo que a mí, me importa.