Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

¿Puedes ayudarme a olvidar?

Cap 12

En la noche se despidieron de la madre y la hermana de Hafid, habían pasado unas horas bastante relajados, él habló de sus travesías durante esos dos años que estuvo ausente y Sylvia también escuchaba interesada, al final, ella conocía muy poco de su esposo. 

Al llegar a casa, Sylvia se dió cuenta que también era una hermosa edificación, iluminada  en la noche era imponente a la vista desde afuera, esa noche había llegado tan cansada que solo quería dormir. 

Al entrar a la sala que esa noche ni siquiera había notado estaba hermosamente decorada, estaba llena de lujos que en sus más locos sueños ni siquiera pudo haber imaginado.

Era suntuosa la casa, las habitaciones y en cada estancia se respiraba opulencia y buen vivir, no podía negar que su suerte había cambiado del cielo a la tierra al haber leído aquel anuncio en la prensa. 

Llevó a los nos a sus habitaciones y los preparó para dormir, minutos después entraba a la habitación, Hafid no se veía por ningún lado. 

Se metió al baño y después de darse una ducha caliente, se preparó para dormir, aun no había rastro de su esposo, tampoco era algo que le preocupaba, él tenía su vida y ella no entraba en ella. 

Apenas su cabeza tocó la almohada se durmió profundamente, cuando nuevamente abrió los ojos eran las siete de la mañana, Hafid no había dormido allí en la habitación. 

Se levantó y después de asearse salió hasta la cocina a desayunar, estaba en la cocina tomando sus alimentos allí, el comedor estaba conformado por una gran mesa con doce sillas, para ella estaba más cómoda allí, en la mesa de la cocina. 

Después se dirigió a conocer su casa, una de las empleadas le hizo el recorrido, admiró los bellos jardines, era muy hermosa también en el interior, de allí fue hasta la habitación de los niños, eran las nueve de la mañana, era hora de que despertaran. 

Apenas entró en la habitación de cada uno de los pequeños, ellos alzaron el rostro. 

— Buenos días mamá— fue el saludo de cada uno. 

Ella los alzó y los besó en la frente con toda la ternura, cada día que pasaba amaba más a éstas dos criaturas, los llevó a desayunar y en eso estaban cuando vieron entrar a Hafid. 

— Buenos días mis  bellos niños— saludó él. 

— ¡Buenos días papá!— dijeron al mismo tiempo. 

— Buenos días— respondió también Sylvia. 

El siguió hasta la habitación y los niños después de desayunar se centraron en sus actividades de juego y esparcimiento, tenían una niñera para ayudar a Sylvia, ella acompañó a los niños un rato, después se dirigió a la habitación. 

Allí vió a Hafid tumbado boca abajo sobre la cama, estaba profundamente dormido, no se había quitado nada de la ropa que traía puesta, ni siquiera sus zapatos.

Ella le quitó los zapatos, como pudo le quitó el saco y la camisa, lo acomodó mejor en la cama y lo cubrió con las sábanas, después salió dejándolo descansar. 

Habló con una de las chicas para que la acompañara a hacer compras, quería hacer tejidos y algunos bordados para pasar el tiempo, el chofer la llevó hasta un centro comercial cerca y allí pudo adquirir todo lo que buscaba. 

Solo tardó una hora en esa salida, entró nuevamente a la habitación y Hafid seguía durmiendo, así que se fue al cuarto de juegos de los niños, allí estuvo con ellos hasta la hora del almuerzo. 

Después de un buen baño, se sentaron a disfrutar de un buen almuerzo, estaban por empezar cuando Hafid entró al comedor y Sylvia se levantó de pronto al verlo llegar. 

— No te levantes por favor— dijo él. 

Los empleados inmediatamente colocaron un servicio para que él se sentara junto a su familia; todos comieron en silencio, los niños veían a Sylvia y ella con los ojos les hablaba y ellos increíblemente la entendían. 

—  Con permiso, voy a llevar a los niños a dormir— dijo ella. 

Hafid movió su cabeza en gesto afirmativo, y los tres se dirigieron a las habitaciones. 

— Mamá, ¿qué tiene papá, está enojado?

—preguntó Amira. 

 —  No mi niña esta muy cansado, trabajó toda la noche— explicó Sylvia— vamos a dejarlo descansar hoy. 

— Está bien mamá, ¿podemos jugar un rato? — preguntó Farid. 

— Solo media hora y después a dormir— dijo Sylvia. 

Ellos, corrieron seguidos de la muchacha que la ayudaba a cuidarlos, cuando se volteó, Hafid estaba detrás de ella, chocó con él y si no es porque la sostiene casi se cae al suelo. 

— ¡Ay, perdón, no te oí llegar! —dijo ella reponiendose de la impresión y el impacto. 

— Vamos a la habitación— fue la respuesta de él. 

Ella lo siguió sin hacer preguntas, una vez dentro de la habitación, Hafid se derrumbó en un mueble con la cabeza entre las manos, Sylvia al mirarlo así se preocupó; se arrodilló al lado de él y tomando una de sus manos preguntó:

— ¿Puedo ayudarte en algo? 

Hafid alzó su rostro hacia ella y vio la profundidad de sus ojos azules y dijo:

— ¡No voy a poder con ésto! 

Se abrazó a ella y empezó a llorar con lamentos que llegaron al corazón de Sylvia, nunca había visto llorar a un hombre de esa manera, sintió tanta compasión y a la vez ternura por aquel ser, que hasta hace unos momentos le inspiraba desprecio. 

— Debemos regresar Sylvia, no puedo con tanto dolor— dijo Hafid. 

— Quizás si me explicas lo que sucede pueda ayudar en algo— dijo Sylvia— soy muy buena escuchando. 

— Soy un desastre de hombre— dijo él— me siento tan solo, a pesar de tener a mis hijos, es lo único que me ayuda a seguir, pero no sé qué hacer. 

Sylvia, lo escuchaba pacientemente, mientras le pasaba la mano,por su negro y abundante cabello, tratando de confortarlo. 

— ¿Sabes Sylvia? Ella disparó a su amante y luego se quitó la vida,— dijo Hafid— no le importó nunca mi amor entiendes, yo la amaba. 

Al decir ésto ella se dió cuenta que quizás él hablaba de la madre de los niños, Sylvia no sabía cómo había fallecido; ¿se había suicidado?  ¡Qué cosa tan horrible vivió éste hombre! 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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