Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Extraño sentimiento...

Cap 17

 


 

Ella, cabeceó afirmativamente, pero tenía la mirada llena de temor. 

— Nada pasara, solo estoy preocupada por mi esposo, y necesito buscarlo;— dijo ella— ¿puede llevarme? 

—¿No me meteré en problemas con el señor Aziz?— preguntó la mujer

— No, te garantizo, que todo estará bien, hazme él favor de anotar acá la dirección— dijo Sylvia.

La mujer rasgó una dirección con su puño y letra, y se lo dio a Sylvia, ésta le pidió al chofer que la llevara a la dirección que le había anotado él ama de llaves. Salieron hacia el lugar donde estaba la casa, que estaba a una hora de allí, él chofer también, estaba bastante nervioso.

— ¿Conoces el lugar donde está la casa? —preguntó Sylvia. 

— Sí señora, yo llevé al señor anoche, me pidió, que no volviera hasta que me llamara— dijo él— le aconsejo que mejor espere. 

— Yo te garantizo, que nada pasara— prometió Sylvia. 

Llegaron a una casa, que era espectacularmente hermosa, estaba en una hermosa zona residencial, bajaron del auto, había otro coche allí y ella le dijo al chofer que la esperara, que estuviera atento, por si lo necesitaba para ayudar. 

Se acercó a la puerta principal, que no tenía seguridad, entró y ahí estaba él echado en un sofá bebiendo con Jéssica, al ver a Sylvia exclamó:

— ¡Mi esposa, vino por mí, ¿ves querida? Sylvia me está cuidando de ti, mi amor, acércate!— gritó Hafid con voz raposa. 

— Estás nuevamente borracho Hafid— dijo Sylvia enojada— ¡Hazme el favor y sal de aquí!— le dijo a Jéssica. 

— ¡Deja a mi amiga en paz!— gritó Hafid— ¡No ves que nos estamos divirtiendo! 

— ¡Ay amor, tu esposita está celosa!— dijo Jéssica también llena de alcohol. 

—¡ Tú cállate y sal de aquí, o te arrastro por los cabellos!— dijo Sylvia con los dientes apretados. 

— ¡Vete a casa tú mujer entrometida!— dijo Hafid sin poder mantenerse en pie. 

—¡Vamos, quiero que vayamos a casa!— dijo ella fastidiada— llevas mucho tiempo borracho. 

— ¡Estoy en casa!— dijo él— ¡Esta es mi casa, acá está mi vida  qué solo es un desastre, acá quiero quedarme con ella! 

—¡Hafid, por favor vamos!— dijo Sylvia. 

—¡Déjame aquí, no te necesito!— gritó él. 

— ¡Dejalo en paz! ¡Te quiere muerta! ¿Entiendes?— gritó Jéssica. 

Sylvia vió todo a su alrededor, el estado deplorable de su esposo, si, quizás lo mejor era dejarlo allí, que siguiera revolcándose con esa tipa. 

Al final a ella poco le importaba lo que le sucediera, pero estaban los niños y eso si que significaban mucho para ella, porque les había hecho promesas y ella no le gustaba fallar. 

Quizás Hafid estaba acostumbrado a faltar a sus promesas, y por eso estaba allí sin importarle cómo se veía a los ojos de ella y de esa mujer. 

Suspiró y decidió que se llevaría a su esposo de allí sin importarle la oposición que él pusiera,  salió e hizo una señal al chofer, éste entró y Hafid se negó a levantarse.

—Por favor, pida un taxi para ésta mujer y después me ayuda con el señor— pidió ella. 

El hombre hizo lo que se le ordenó y después entró a ayudar a Sylvia. 

—¡Vamos jefe, vamos a casa! — dijo el chófer. 

Sylvia buscó en la cocina café, y le preparó, le hizo beber varias tazas lo hizo bien fuerte, luego lo metió en el baño le quitó la ropa, le pidió al chofer ayuda para vestirlo. 

Lo llevó hasta  el auto, él estaba totalmente rendido a lo que ella decidiera, además ya se había.dormido, Sylvia llamó a la casa, debían mantener a los niños en su cuarto de juego, si no la obedecían se las verían con ella. 

En el auto le dió instrucciones al chofer para que fuera totalmente discreto con lo que estaba ocurriendo con su jefe, le explicó que estaba viviendo una crisis. 

— No se preocupe señora, todos los que trabajamos con el jefe, sabemos mantener la boca cerrada y la memoria vacía— dijo el hombre. 

— ¿Siempre se ha emborrachado así?— se, atrevió a preguntar ella. 

— No señora, la verdad nunca lo había visto borracho, ni siquiera cuando falleció la otra patrona— dijo el chofer. 

— No entiendo porque esas ganas de hacerse daño, hundiéndose en el licor— dijo ella. 

— Cuando la otra señora falleció él se volvió callado y hostil, gritaba mucho, pero licor en exceso nunca consumió— dijo el hombre. 

— De todas maneras, como es la primera vez que lo ven así, es bueno que mantengan la discreción— pidió Sylvia. 

— Está bien señora, usted se ve tan diferente a la otra señora, se preocupa por el jefe— dijo el hombre— la otra esposa si lo hubiera visto borracho, jamás lo hubiera ayudado. 

— Si soy muy diferente— dijo ella con voz seca. 

— Usted si lo ama, la, señora, Rachel no lo amaba, solo lo usaba para tener estatus por el mucho dinero que tiene el jefe— le dijo el chofer. 

— Pobre Hafid, le ha tocado duro, solo por ser millonario— dijo ella. 

Se quedó pensando en lo que había dicho aquel hombre " Usted si lo ama", pero ella no lo hacía por amor a Hafid, si no por amor a sus hijos. 

Sintió Peña por Hafid, haberse enamorado de una mujer con el cerebro vacío, que solo lo veía como un cajero automático, si era como para amargarse y hundirse en el alcohol. 

Se prometió que hablaría seriamente con él, porque era urgente que tomara una decisión definitiva de cómo iba a manejar su vida de ahora en adelante. 

Ella estaba dispuesta a ayudarle a salir de ese hueco emocional dónde se encontraba él, pero también Hafid tenía que colaborar en el proceso. 

Se quedó callada el resto del camino, le hubiera gustado haber conocido a su esposo en otras circunstancias, tener una cita, ir al cine. 

Era un hombre muy guapo y viril, cualquier mujer podía enamorarse de él, incluso ella, pero tristemente no había podido coincidir con Hafid, eran de mundos muy diferentes. 

Solo las circunstancias los habían unido y allí estaba ella dispuesta a ayudarlo a salir del abismo emocional donde estaba ahora. 



#1642 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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