18
Al fin llegaron a casa, entre chofer y algunos de los empleados ayudaron a cargar a Hafid hasta la casa, llevarlo hasta la habitación y colocarlo en la cama, para que pudiera dormir, Sylvia les pidió nuevamente que por favor, no comentaran nada, ni siquiera entre ellos, no quería problemas con su esposo.
Después de tener a Hafid dentro de la casa, ella se sentía más tranquila, pobre hombre ¡Cuánto estaba sufriendo, por su primera esposa, necesitaba enfrentarlo y ver cómo podía ayudarlo!
Ese día, su esposo durmió de largo, hasta el día siguiente, cuándo él abrió los ojos, el dolor de cabeza era infernal, casi no podía ver la luz del sol por cómo le afectaba la visión.
Silvia, qué se había levantado bien temprano, ya había desayunado y preparado a los niños para ir al salón de juegos, estaba sentada al lado de la cama, en espera de que Hafid, abrirá los ojos.
— Hola,¿Cómo te sientes? Aunque la pregunta es tonta, porque me imagino que debes de sentirte terrible, aquí tienes un café y dos analgésicos, para que despejes un poco la cabeza— dijo Sylvia.
—¿Cómo llegué hasta aquí?— quiso saber Hafid.
— Me imagino que llamaste al chofer, porque él fue quien te trajo, llegaste anoche, y bueno desde ese momento que llegastes, estás durmiendo— dijo Sylvia.
— Por favor, di al chofer que venga quiero hablar con él— exigió Hafid.
—¿Para que deseas hablar con él? No te parece, que ya es suficiente con verte en un estado tan deplorable, cómo llegaste ayer— dijo ella.
— Quiero darle instrucciones de no estar comentando nada— dijo él.
— Ya no es necesario, yo hablé con él, y con los que me ayudaron a meterte dentro de la casa y hasta la habitación, de que cualquier comentario entre ellos o cualquier insinuación, se considerarán despedidos— dijo Sylvia.
Hafid, se sorprendió de escuchar la voz de Sylvia tan firme y segura, por unos segundos, sus ojos brillaron extrañamente.
— ¡Gracias por eso!— dijo él.
— Cuando ya te sientas mejor de tu dolor de cabeza, quiero que nos sentemos a hablar seriamente, Hafid Aziz, no se puede continuar, con esta conducta tan irresponsable, y deplorable, hay que tomar una decisión, y es ya— habló Sylvia y su rostro se veía lleno de preocupación.
—Imagino que merezco el sermón— dijo él.
—¿Te sientes bien o quieres que esperemos un buen rato? — preguntó ella.
— Hagámoslo ya, estoy dispuesto a escuchar tus regaños— dijo él.
— Hafid, cuando me hiciste firmar el contrato, donde necesitabas una madre y una esposa, la verdad no me lo tomé en serio contigo, pero viendo cómo te has estado comportando desde que llegamos acá, pienso que es urgente que hagas un cambio sincero y reconozcas, que por el camino que vas, no lograrás nada bueno— dijo ella.
— Es solo una etapa que necesita superar esto no va a ser eterno— dijo él.
— No, no es una etapa, es un conflicto que tienes, que aún no superas la tragedia por la muerte de tu esposa— dijo Sylvia.
—¿Qué sabes tú de conflictos o de problemas? — dijo él de manera despectiva— ni siquiera sabes lo que he vivido.
— ¡Te sorprendería saber lo que hablas cuando estás borracho! Te puedo recitar, palabra por palabra, lo que sucedió con tu mujer y su amante— dijo ella con voz seca.
Hafid, se quedó sorprendido al escuchar la voz de Sylvia; ¿acaso, en medio de su borrachera le había confesado a esta muchacha su vida, sus angustias? Necesitaba aclarar las cosas.
— ¿Que es lo que sabes?— preguntó él— ¿Realmente salió de mi boca o es chisme de los empleados?
— En primer lugar, no soy ninguna chismosa, y no ando recogiendo chismes por los pasillos, lo que sé, lo sé de tu boca Hafid— dijo ella enojada.
— ¡Lo siento, no debí decir eso!— reconoció él— cuenta que sabes.
Sylvia le contó todo lo que el le había confiado en medio de su borrachera, Hafid se sintió enojado y su rostro se ensombreció ante todo lo que ella le dijo.
— ¡Debes pensar lo peor de mí!— dijo él.
— Yo no tengo porque pensar nada, fue una tragedia y no pudiste evitarla, pero vamos a lo que sí has podido evitar— dijo Sylvia.
— ¿Eres psicóloga?— preguntó él con ironía.
— No lo soy, pero creo que puedo darte algunas sugerencias— dijo ella.
— ¿Y qué sugieres?— dijo él.
— Hafid, lo primero, es dejar de sentirte culpable por lo que sucedió— dijo ella— sacar todos esos sucesos de tu cabeza, sustituir todo eso negativo por cosas bonitas.
— ¿Como hago eso?— dijo Hafid— estuve dos años fuera y pensé que lo había superado y sigo con el mismo dolor.
— Empezaremos por lo más sencillo— dijo ella— pondrás en venta esa casa, si hay algo de ella allí, la vas a quemar.
— ¿Y por qué tendría que obedecer lo que me sugieres? — dijo él con rebeldía.
—Porque se supone que eres un adulto responsable, que desea dar un buen ejemplo a sus hijo— dijo ella.
Él arrugó él entrecejo y dijo:
— ¿Puedes acompañarme a hacer eso?— preguntó Hafid.
— Si, ya verás como toda esa basura que te mantiene atado, la irás sacando de tu mente— dijo ella.
Él asintió con la cabeza y dijo:
—¡Gracias por tu ayuda Sylvia! Nunca pensé que una mujer como tú, tan joven, pudiera darme éste tipo de consejos, pero de verdad los valoro— terminó diciendo.
— Soy una mujer joven, pero he vivido experiencias muy duras y la única manera de salir adelante, es no dejar que las cosas que te suceden te afecten— dijo Sylvia.
— Ya me siento mejor, voy a tomar un baño, para que salgamos a hacer algunas diligencias, quiero que conozcas la casa dónde viví, y ponerla en venta, hoy mismo, tienes razón, ya es tiempo de dejar el pasado atrás— dijo Hafid.
— No tiene que ser hoy, descansa, ve a ver a tus hijos y ya mañana nos ocupamos de eso— dijo ella.
Hafid la miró y asintió con su cabeza de manera positiva.
Ella salió más tranquila, por lo menos estaba más razonable y no se había puesto obtuso, salió y habló con el chofer para acordar lo que diría a Hafid.