Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Aparecen los abuelos maternos.

Cap19


 

— ¡Si señor, me llamó como me prometió, recuerdo que me dijo: "Cuando esté listo me vienes a buscar. " Cuando recibí su llamado vine, — dijo el chofer— eso sí, tuve que meterle el hombro para poder llevarlo hasta su casa, luego al llegar allí, lo llevé hasta su habitación, me alegra verlo hoy bien. 

— Tendrás una bonificación extra en tu pago este mes— dijo Hafid— ¿Qué dijo Jéssica? 

— A la señorita le llamé un taxi, como usted me dijo, estaba borracha para conducir, aun su auto está acá— dijo el chofer. 

— Si ya lo vi, voy a llamarla para que venga a buscar su automóvil— dijo Hafid— eso te hará ganar otra bonificación. 

—¡Gracias señor! Eso no es necesario, estoy haciendo mi trabajo— dijo el chofer. 

— Tranquilo, yo sé lo que hago— dijo él. 

Luego entró en la casa con Sylvia, le mostró cada habitación, ella abrió los clósets, empezó a sacar toda la ropa, que había de la primera esposa de Hafid. 

—¿Qué estás haciendo?— le dijo él. 

— ¡Sacando todo el pasado de tu vida, te dije que íbamos a empezar por eso! —dijo Sylvia. 

Ella llevó todo a la parte trasera de la casa, habló con el chofer,le pidió discreción, para poder contar con él en lo que estaba haciendo, le dijo a su esposo, que le entregara todo lo que le perteneció  a Rachel. 

Sillas, joyas, vestidos, zapatos, todo lo que pudo lo metió en una gran bolsa negra, y se lo entregó al chofer, dijo:

— Haga con eso lo que quiera, venderlo, úselo,  o regale todo,— dijo Sylvia— pero quiero que todo lo que sea de Rachel,  no esté acá, cuando venga el agente inmobiliario para la venta. 

— Está bien señora, mañana me ocupo de todo, póngame un lado todo, voy a llevar los muebles y todas las cosas, además de la ropa, yo me encargo de recoger todo lo que desee sacar de acá— dijo el chofer. 

— Perfecto, llévenos ahora, al agente inmobiliario para que se ocupe de conseguir un comprador para ésta casa— dijo Sylvia.

Hafid, solo observaba cómo Sylvia resolvía todo, estaba admirando todo el temple de esta mujer, pero eso lo hacía sentir más tranquilo, que alguien se preocupara por él. 

Ya después de mediodía, habían resuelto todo con la inmobiliaria, ellos habían quedado en ocuparse de todo el papeleo, con respecto a la venta de la casa. 

Sylvia le dijo a su esposo:

 —Ya no tendrás más, un lugar donde venir a beber, a menos que quieras dar un espectáculo en los bares. 

— Sabes, que no me gusta estar dando espectáculos, así que me aguantaré— dijo él. 

— No Hafid, no es cuestión de aguantar, cuando te sientas presionado o  con ganas de esconderte, ven y habla conmigo, te aseguro que entre los dos buscamos la solución. 

— Está bien Sylvia, te aseguro que lo haré— dijo él agradecido. 

—¡Soy tu amiga! Recuerda y además la madre de tus hijos, así que no tienes por qué temer, tu vida está en mis manos, nadie sabrá de ésto, ni nuestros hijos. 

— ¡Gracias, es bueno saberlo!— dijo él. 

— ¡Vamos! Que ya los niños, deben estar preguntándose, qué estamos haciendo— dijo ella. 

— Esos muchachitos, son tan consentidos y adheridos a tí— dijo él. 

  — Yo adoro a tus hijos, Hafid— dijo ella. 

— Has resultado ser una bendición para nuestra familia— dijo él. 

— ¡Gracias, también ustedes han resultado ser una bendición para mi vida— dijo Sylvia. 

— ¡Entonces, nos ayudamos los unos a los otros!— dijo Hafid. 

— De eso se trata la vida— dijo ella.

Un rato después se reunían con los niños quienes saltaban de alegría al ver a sus padres juntos, empezaron a relatar todo lo que habían hecho en el transcurso de ese día. 

En la tarde, Hafid estaba en el estudio cuando le anunciaron una visita inesperada, dos personas lo solicitaban, él salió a recibirlos y los llevó hasta el estudio y se encerró con ellos.

— Hafid, tienes más de dos meses acá y no nos comunicaste para venir y ver a los niños— dijo el hombre. 

— No tenía por que hacerlo, Es más no quise hacerlo, ¿por qué, quieren ver ahora a los niños? preguntó él. 

—¡Es nuestro derecho! — dijo la mujer— somos sus abuelos. 

— Yo tengo el derecho como padre,  estuve dos años fuera,— dijo Hafid—y nunca se preocuparon por ver a los niños; ¿Cuál es el amor, ahora? 

—¡No seas absurdo Hafid!  No podíamos andar por extranjero persiguiéndote— dijo el hombre. 

— Si ustedes quieren, vayan a cualquier corte, exijan sus derechos como abuelos,  veremos quién gana,— dijo Hafid— yo tengo todo el derecho sobre mis hijos, no deseo que ustedes interfieran en su crianza. 

—¿Por qué? Solo, queremos conocerlos para que ellos sepan que somos sus abuelos —dijo la mujer. 

—Ellos tienen una madre ahora, no saben nada de Rachel, y ella está conmigo, es mi nueva esposa, es quién los ha criado desde que quedé solo— dijo él. 

— ¡Significa que también tú tenías una amante, conseguiste  una mujer muy pronto para cuidarlos!— dijo la mujer. 

— ¡Cuide su lengua, señora! ¡Le agradezco más respeto, aquí la única que traicionó fué su hija, que se burló de mí, mancilló mi honor y mi nombre, así que por favor, le agradezco que salga de mi vista! — gritó Hafid. 

— Disculpa a mi esposa Hafid, solo estamos buscando un acercamiento, es nuestra sangre,— suplicó el hombre— no nos quites el derecho de ver a los niños por favor! 

— Por mi parte no  deseo acercamiento— dijo él

— ¡Ten compasión Hafid, por favor!— dijo la mujer. 

— Espérenme un momento acá— dijo él. 

Después de un rato entró con Sylvia a el estudio. 

— Ella es mi esposa Sylvia, la madre de mis hijos, es la que tiene todo el derecho sobre la vida de ellos, así que de lo que ella diga depende si ustedes ven o no a los niños— explicó Hafid. 

—¿Cómo están señores?— saludó ella—

soy Sylvia Aziz, la madre de Amira y Farid, ellos no saben nada acerca de su hija, sería traumático, para unos niños tan pequeños conocer lo trágico de la vida de su hija. 



#2991 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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