Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

La vida, no es complicada...

Cap 23

Sylvia, los abrazó en gesto cariñoso. 

— ¡Hola! ¿Cómo están ustedes? Me alegro de tenerlos acá, gracias por venir y conocer a los niños— dijo ella. 

— Nosotros, también estamos felices de estar acá hija, gracias por la oportunidad  qué tenemos de verlos, no sabes lo que significa esto para nosotros— dijo la abuela. 

—¡Vengan abuelos, quiero mostrarles nuestra habitación!—  dijeron los niños al unísono. 

Cada uno, tomó a uno de los abuelos por la mano y los condujo hasta el interior de la casa, Sylvia los seguía. 

Amira y Farid les mostraron sus juguetes, su ropa, cualquier cosa, que a ellos les pareció de interés para mostrar, se las mostraron a los abuelos, para que según lo niños los fuesen conociendo. 

Amira y Farid se colocaron para posar para una foto. 

—¡Mamá, tomamos unas fotos con los abuelos por favor! Y también tú— dijo Amira.

Así estuvieron entretenidos hasta la hora del almuerzo, luego les hicieron los honores y los llevaron hasta el comedor y los niños hicieron los honores. 

— ¡Abuela, abuelo, Farid y yo escogimos la comida para ustedes, espero les guste!— dijo Amira. 

— ¡Qué privilegio tan maravilloso! Te aseguro que  será un honor para nosotros, disfrutar de tan excelente menú— dijo la abuela. 

Los niños participaban de la comida, pendientes de cualquier comentario que hicieran los abuelos, al final ellos, los felicitaron por ser tan excelentes anfitriones, habían quedado orgullosos de tener unos nietos tan atentos. 

Estuvieron un rato más y se despidieron cuando iban de salida Amira dijo:

— ¡Vengan un día, para salir al parque! 

— ¡Estaremos encantados! —dijeron ellos. 

Salieron satisfechos de conocer a sus nietos, eran niños muy bien educados y maduros  a pesar de que apenas, cumplirían cuatro años. 

Cuanto se había perdido Rachel, por ser tan irresponsable y pensar solo en ella, pensó el padre, privandolos de ver a los niños siempre y  ahora estar condicionados en las visitas. 

También estaban  agradecidos por Sylvia, si ella no hubiera intercedido, Hafid les hubiera negado el privilegio de conocer a sus nietos, era una buena mujer está muchacha. 

En casa, Hafid estuvo solo en el almuerzo, después se encerró en el estudio y no salió de allí hasta la hota de la cena, cuando estuvo en habitación con Sylvia dijo:

— ¡En dos semanas nos vamos de viaje! 

— ¿Y eso, porque?—preguntó ella. 

—Porque necesitamos viajar; ¿recuerdas? Era una de las condiciones del contrato— dijo él con voz seca. 

Sylvia, se extrañó del cambio de actitud de él, pero no dijo nada, se metió en la cama, estaba bastante cansada ese día

Hafid, se dió cuenta, que a pesar de que a Sylvia, no le gustó la noticia, no dijo nada, mejor, no tenía porque dar explicaciones de su cambio de humor. 

Estuvo pensando en todo lo que ella conocía de él y se sintió vulnerable, lo mejor era optar por su hosquedad y así la mantenía a raya. 

Era mejor mantener a esta muchacha al margen de su vida, era una mujer de decisiones firmes y que lograba objetivo concretos, no quería contarle más nada de su vida. 

Estuvo meditando sobre ella y el poder de los consejos que le había dado, los pondría en prácticas ya no necesitaba estar hablando más nada. Había decidido irse de viaje, porque ver a los padres de Rachel, era demasiado duro para él. 

Mejor, se mantenía lejos de la presencia de ellos,  la única manera de lograrlo era irse, poner el mar de por medio, aprovecharía para enseñarle  a Sylvia algunas de sus propiedades en el extranjero. 

Sylvia, le comunicó a los niños que papá necesitaba irse de viaje y ellos tenían que acompañarlo. 

— Pensamos que ya no víajaríamos más — dijo Farid, 

— Tenemos que  empezar a empacar nuestras cosas para el viaje porque aún no ha terminado. 

— ¡Está bien mamá, así será!— dijeron ellos. 

Ella empezó a recoger todas sus creaciones, que había logrado realizar en los tres meses que permanecieron allí en esa casa, Hafid, no quiso que ni siquiera se despidiera de la madre de él y de su hermana. 

Ella no sabía, qué animal lo había picado para su cambio de humor, pero si él no deseaba hablar, ella tampoco le iba a decir nada. Un día antes estuvieron conversando y él estaba completamente animado a hacer cambios y ahora, no lo entendía. 

En dos semanas como él dijo, salieron todos de viaje, dejando atrás la ciudad que le causaba amargura a Hafid, creía que la distancia haría que olvidara a Rachel, pero no era así. 

Silvia se dispuso a disfrutar de los que significaba el viaje, hablaba con los niños de cada lugar, conoció cantidad de ciudades, gracias a la amargura de Hafid, por olvidar a Rachel. 

Ya después Hafid, decidió quedarse en la ciudad donde había conocido a Sylvia, allí fue bastante nostálgico para ella, estar nuevamente donde nació, quiso ir y visitar el lugar donde se crió. 

Le pidió al chofer que la llevara y la esperara; llevó a los niños con ella, para poder presentarles a la hermana que estuvo siempre en sus tristezas, cuando era niña y adolescente. 

Cuando llegó solicitó hablar con la hermana Teresa, cuando ella vino para saber quién la buscaba, no la reconoció, era una mujer sofisticada y con dos niños. 

— ¡Buenas tardes hermana Teresa! ¿Cómo estás?—dijo ella. 

—¡Sylvia hija!  no te conocía vestida así — dijo la mujer. 

— Te presentó a Farid y a Amira, son mis hijos— dijo Sylvia. 

Aunque la hermana Teresa, sabía que Sylvia no tenía hijos, su rostro no demostró nada, era una mujer muy discreta por eso ella se atrevió a ir sin anunciarse primeramente. 

Estuvo un buen rato compartiendo, después llevó a los niños, a disfrutar de unos helados, ya después, iba a ir sola para explicarle a la hermana todo acerca de su vida. 

Cuando llegó a casa, Hafid le preguntó. 

—¿En dónde estuviste con los niños? 

Ella envió a los niños con la chica que la ayudaba y se quedó a responder la pregunta de su esposo. 



#701 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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