Cap 25
— Hafid, ¡Es un juego de collar y aretes!— exclamó ella.
— Yo sé lo que es, ¿Te gusta?— preguntó él.
— ¡Es exquisitamente hermoso!— dijo Sylvia.
Él sonrió ante el rostro emocionado de ella y dijo:
— Es tu regalo de Navidad— dijo él.
Ella abrió los ojos como platos y dijo:
— ¡Hafid, eso debió costarte una fortuna!— dijo ella.
— No te creas, ¿quieres que te lo coloque para que puedas ver cómo se te ve en el cuello?—preguntó él.
Ella asintió con la cabeza, se dió la vuelta alzando un poco su cabellera para que se le hiciera más cómodo colocarle el collar.
Se vio en el espejo y la imagen era imponente.
—Te ves regia— dijo él— quiero que lo uses en la celebración de año nuevo.
— ¡Gracias! — dijo ella— mi regalo no fue tan sofisticado.
— ¡A mí me encantó!— dijo él.
Se prepararon para dormir, ella entró en el vestidor para evitar desnudarse de él, Hafid sonrió al recordar el incidente de unos días atrás, pronto estuvo listo para estar bajo las sábanas.
Cuando ella entró al cuarto ya él estaba en cama, ella se metió bajo las sábanas y cuando menos lo pensaron estaban dormidos profundamente.
La primera en abrir los ojos fue ella siempre, quizás por el hábito en el orfanato, porqué a las seis de la mañana ya los estaban despertando, a las seis y media, abrió los ojos, sintió una fuerte presión en sus piernas y caderas.
Era Hafid, quien la tenía atrapada con una de las piernas de él en las caderas de ella, y el gran brazo en la cintura, ella intentó moverse, pero se acomodó, apretándole más fuerte contra su cuerpo.
Se quedó quieta, por unos instantes que le parecieron una eternidad, luego como pudo fue saliéndose, primeramente del brazo, para ir sacando su cuerpo de debajo de las caderas.
Él se quedó quieto, mientras ella se deslizaba hasta el baño, no pudo evitar cuando él, la tuvo entre sus brazos, sentirse muy a gusto, hasta experimentó un extraño hormigueo en su estómago.
Además sintió la dureza de él presionada contra sus nalgas y por eso se quedó petrificada, necesitaba tomar un baño, para quitarse el sofoco que sentía en su cuerpo, no entendía qué le estaba sucediendo, cada vez que Hafid la tocaba dormida.
Sentía su entrepiernas húmedo y eso la hacía sentir incómoda y avergonzada, pero al parecer él, no se daba cuenta, si no, no podría verlo a la cara.
Salió hasta su salón de labores y allí trabajó un poco hasta la hora de bajar a desayunar, pero no sentía hambre, un extraño malestar en su estómago la hacía salivar demasiado.
Así que comió muy poco, fue hasta el cuarto de los niños, esa era su rutina, pero decidió no despertarlos, se habían dormido, pasada la medianoche.
Los dejaría dormir un poco más, total era Navidad, la época más hermosa del año, en especial para los niños, esa noche pensaba hablarles un poco más del niño Jesús.
Le encantaba la historia de Santa Claus, siempre en el orfanato soñaba con el día que tuviera hijos y enseñarles la hermosa historia de cómo surgió la idea de compartir regalos en ésta época tan hermosa que aprendió a amar desde niña.
Decidió encerrarse en su cuarto para hacer labores manuales, se sentía mareada, estuvo un buen rato intentando hacer algo, pero se sentía con un malestar extraño en su estómago.
cuando entró Hafid estaba en el baño, eso lo agradeció, se metió nuevamente a la cama, tenía sueño y un extraño malestar este día, ella lo atribuyó a que solamente, durmió cuatro horas.
Se acostó nuevamente y se quedó dormida de inmediato, cuando Hafid salió y la vió, meneo la cabeza como diciendo: "Para que te levantas tan temprano, si no has dormido completo"
Fue hasta el comedor para desayunar y luego se metió en su estudio, allí estuvo sin darse cuenta de la hora, hasta que, sintió un leve toque en su puerta.
Fue a abrir y descubrió a dos personitas con cara compungida preguntándole.
— ¿Por qué mamá está durmiendo todavía?— dijeron los niños.
Él vió la hora, era más de la una y Sylvia aún estaba en cama, aquello no era normal, los tres se acercaron hasta la cama y Hafid la llamó, ella apenas abrió los ojos.
— ¡Me siento mal!— dijo con voz tenue.
Él le tocó la frente, estaba ardiendo en fiebre, no entendía que le había pasado, se había acostado de lo más bien y ahora están allí, con la temperatura de su cuerpo que quemaba.
— Voy a llamar al médico— dijo Hafid— mamá está enferma, no se angustien, no es algo grave.
El doctor, estuvo muy pronto en la casa de Hafid, revisó a Sylvia, después de un momento dijo:
— Aparentemente, parece una infección intestinal, vamos a practicar unos exámenes , pero para eso hay que llevarla al hospital— dijo el médico.
Los niños, se preocuparon cuando vieron salir a su mamá hasta el hospital.
— Ya mamá viene, solo es para hacer los exámenes— no se preocupen por favor dijo Hafid.
— ¡Por favor papá, cuídala mucho!—
dijeron ellos con la voz de preocupación.
Los exámenes confirmaron, que en efecto Sylvia, tenía una fuerte infección intestinal, y debería permanecer, por lo menos ese día, para realizar todos los exámenes, tenía la fiebre muy alta.
Hafid preguntó, si los niños podían venir y estar con su madre, los autorizaron y de inmediato fue por ellos, al ir a buscarlos ellos dijeron a su padre.
Mommy
— ¡Papá, mi mamita pronto estará bien! le rezamos a Dios y él es bueno va a curar a mamá— dijo Farid.
— Eso está bien, Dios la ayudará— dijo él.
Cuando Hafid, les dijo que estarían con su mamá un rato en el hospital, se sintieron muy contentos, y salieron entusiasmados para verla.
Al llegar al hospital, de inmediato buscaron la habitación y apenas estuvieron con ella, entraron con sumo cuidado, ella estaba muy pálida.
Sintieron pena, al ver a su mamá allí en la cama.
— Despierta mamita, estamos aquí para cuidarte—dijo Farid.