Si tan sólo Hafid se levantara y mientras él esté en el baño, ella podía sacar la sábana manchada, pero tendría qué estar allí vigilando como buitre a que despertara.
Como si hubiera hecho una plegaria él se movió y de inmediato ella se colocó de manera estratégica para que no notara la mancha, además de rogar para que no recordara lo acontecido.
Él abrió los ojos y ella trató de aparentar absoluta naturalidad.
— Buenos días— dijo.
Se incorporó hasta la mitad de su cuerpo, que se mostraba completamente desnudo, ella al notarlo enrojeció hasta la raíz de su cabello.
Hafid al notar la contrariedad de ella y el color de su rostro, dijo:
— ¡Ah caramba, al parecer me desnudaste anoche!
Ella arrugó el entrecejo y dijo:
— Yo no te desnudé, me imagino que estabas tan pasado de tragos que no lo recuerdas.
— ¿Y tú lo recuerdas? — preguntó Hafid— mi mente está en blanco, además de que el dolor de cabeza es inmenso.
Ella extendió los dos analgésicos con el vaso de agua, él dijo:
— ¡Estás preparada, me sorprendes!
— Acabo de pasar por eso, así que imaginé que estarías igual al levantarte y mande a que te trajeran café para compensar.
Sirvió una taza de café humeante, él la asió en su mano y lo tomó en pequeños sorbos, luego se quitó la sábana para levantarse y se dió cuenta que estaba sin nada encima.
— ¡Caray, tendrás que voltear tu rostro hacia otro lado mientras entro al baño! — dijo Hafid sonriendo con picardía— al parecer perdí hasta los calzoncillos.
Ella obediente giró el rostro para no ver la desnudez de él, Hafid sonriendo muy pícaro, se introdujo en el baño, ella esperó unos segundos, cuando escucho el agua de la ducha correr, de inmediato se levantó y sacó la sábana.
Colocó la otra de inmediato, y arregló todo de manera que Hafid, no notara el cambio, se llevó la sábana, hasta el cuarto de lavado y así todo quedó oculto, según creía Sylvia.
Mientras Hafid en el baño, intentaba recordar lo que había sucedido en el antro durante la madrugada, empezó a repasar, solo venia a su mente cuando estuvo bailando con Sylvia, no recordaba si fue al llegar o al final.
Imagino que él, como siempre se había emborrachado y ella junto al chofer lo trajo hasta la casa, pero ¿Quien le había desnudado de esa manera?
Dejó de pensar, la cabeza aún le martillaba un poco por el dolor, estuvo un buen rato en la bañera, relajándose, hasta que sintió que el dolor empezaba a ceder.
"Sylvia estaba extraña esa mañana", pensó él, al parecer esperaba algo allí sentada, pero la verdad no le dió muchas vueltas a la situación, salió del baño, moría de hambre, ya Sylvia había salido de la habitación.
Arrugó él entrecejo, algo había cambiado en la habitación, buscó y por más que se esforzó, no logró saber que era lo diferente, salió hacia el comedor cuando vió que eran las doce y media.
Con razón su estómago gruñía de esa manera, al llegar vió a los niños saltando alrededor de Sylvia, junto a su madre y hermana.
— ¿Podemos sentarnos a comer?— dijo Hafid por saludo.
— Estuvo movida la fiesta anoche para ustedes dos— dijo Halima— aún a las diez seguían durmiendo.
— ¿Entraste a nuestra habitación?— preguntó Hafid.
— ¿Cómo crees? — dijo su madre— solo que a esa hora salimos con los niños al parque y ustedes dos ni asomaban la nariz.
— Sí mamá, nos quedamos hasta muy tarde, creo que el chofer nos trajo a las cuatro de la mañana, la verdad, perdí la noción del tiempo— dijo Hafid.
— Y tu Sylvia, ¿también perdiste la noción del tiempo?— dijo Halima.
— No, yo si recuerdo que llegamos acá a las cinco de la mañana y el chofer me ayudó a traer a Hafid,— dijo Sylvia mintiendo— después me dormí hasta las once de hoy que desperté.
— ¡Que bueno que disfrutaron!— me alegro, vamos a almorzar— dijo Abir— también muero de hambre.
Todos se sentaron a disfrutar de un rico almuerzo, Hafid, intentaba recordar, pero su memoria estaba en blanco, dejó de preocuparse, aunque tenía la sensación de que algo trascendental había sucedido.
Después del almuerzo, Hafid estuvo un buen rato conversando con su madre y hermana.
Estaremos dos días más hijo, queremos volver— dijo Halima— extraño mi casa.
— Mamá, solo has estado menos de una semana— dijo él— ¿Qué vas a hacer allá?
— Sabes como soy, quiero ver mi casa— dijo la madre de él con terquedad.
— Está bien, si ese es tu deseo, no tengo ningún problema— dijo Hafid— porque no te vas después de una semana.
— Está bien, me quedaré toda ésta semana y nos vamos la próxima— dijo ella.
— Gracias mamá, tenía bastante tiempo que no disfrutaba de la compañía de las dos— dijo Hafid— fue bonito tenerlas conmigo.
Ellas se levantaron y lo abrazaron emocionadas.
— ¡Gracias hijo!— dijo Halima.
— ¡Gracias hermano!— dijo Abir.
Después, él se encerró en su estudio y estuvo allí toda la tarde hasta la hora de la cena, allí revisaba sus inversiones y sus empresas alrededor del mundo.
Una semana después su madre y su hermana volvían a América, y una nueva integrante de la familia llegaba a casa de Hafid y Sylvia.
Hafid recibió una llamada después de haber pasado una semana de haber partido a casa Halima y Abir, era una prima que quería pasar una temporada con él y su familia.
— ¿Dónde estás? — preguntó él
— ¡Estoy acá en Estados Unidos!— dijo ella.
— Déborah, yo no estoy en Estados Unidos, estoy en el Reino Unido— dijo Hafid— mi madre y mi hermana están allí, podrías quedarte con ellas.
— ¿Estás rechazando mi presencia Hafid Aziz?— dijo Déborah.
— Solo te digo que es más práctico quedarte con mi madre por estar cerca que tomar un vuelo hasta acá— dijo él.
— A mi que me importa, yo solo quiero verte a tí— dijo ella.
— En ese caso toma un vuelo hasta acá y te espero en el aeropuerto— dijo él.