— Recuerdo lo mismo que tu Hafid, pero al despertar descubrí algo que cambió mi actitud hacia ti— dijo ella con cierta aprehensión.
¿Qué descubriste?— dijo él— me tienes en ascuas.
— Al parecer, algo debió suceder en el antro entre tú y yo, qué al llegar acá continuamos, y voy a buscar para mostrarte— dijo ella.
Silvia salió, unos minutos más tarde, venía con algo dentro de una bolsa plástica, Hafid arrugó el entrecejo, porque no entendía que contenía, ese paquete que ella traía.
Ella sacó de la bolsa una sábana, y se la mostró él pudo ver una mancha escarlata en lo que ella le mostraba.
¿Estuvimos juntos?—dijo él— eso es lo que significa esa mancha que evidencia de tu virginidad.
— Así es— dijo ella— aparentemente estuvimos juntos, no entiendo por qué no lo recordamos.
Las lágrimas empezaron a rodar por las mejillas de Sylvia, se sentía avergonzada ante la presencia de Hafid al tener que decirle que había sido su mujer en una noche de exceso de alcohol.
A Hafid, se le atragantaron las palabras en la garganta, no sabía qué decir por primera vez en su vida, ante una situación cómo está; al final dijo:
— ¡Lo siento mucho, de verdad lo siento! ¡Te juro que no quise aprovecharme de ti, me imagino que surgió, somos un hombre y una mujer con deseos, ganas, hormonas alborotadas y con el alcohol, se fueron al demonio todos los principios y sucedió; es mi justificación.
— Lo entiendo y comprendo que tuvo que ser así, pero mis lágrimas son de impotencia y frustración— dijo ella— ésto es un trabajo, yo no vine acá para ser tu mujer y lo olvidé.
Sylvia no podía parar de llorar, Hafid se acercó y la rodeó por los hombros con sus brazos y dijo:
— Si esto te hace sentir bien, quiero decirte que al no recordar, es mejor que olvides lo que no recuerdas, si sucedió, destruye esa evidencia, sigamos adelante, no ha pasado nada; yo sigo comportándome, como un caballero contigo, lo que sucedió en ese momento ya olvídalo, la verdad lo lamento, lo lamento de todo corazón— dijo Hafid.
— Es que yo no reclamo eso—dijo ella— solo que me hubiese gustado, que mi primera vez, estuviera consciente y no borracha— dijo ella.
— Te entiendo, pero ya no podemos hacer nada, a menos que quieras que te mande operar y te vuelvan a colocar un nuevo himen— dijo él para aliviar la tensión de ella.
—No, claro que no, yo no deseo eso dijo ella— como tú dices, ya sucedió, no quiero pensar en eso.
— Es lo mejor para todos, ahora Sylvia, las consecuencias ¿Has pensado en eso?— dijo él.
— ¿Consecuencias? ¿ Te refieres a un embarazo?— la voz de ella sonaba alarmada— no, espero que eso no suceda.
— No hay que descartar la posibilidad, así que hay que estar alerta— dijo él— ¿Ya vino tu menstruación? ¿cuando le toca llegar?
— ¡Hafid, no me hagas esas preguntas! Me haces sentir incómoda, me da vergüenza— dijo Sylvia.
— ¡Lo siento!— dijo él— ahora, somos una pareja y si hay un hijo en camino, yo debo de asumir mi responsabilidad Sylvia, es mi hijo, no importa como haya sido concebido.
— Está bien, no aún no llega, en una semana debería de llegar— dijo ella.
— Por favor, cualquier cambio, cualquier situación indícame, voy a estar pendiente, la vida sigue Sylvia, sí tienes razón, éste es tu trabajo, y lo estás haciendo muy bien, defiendes a mis hijos de una manera increíble, nunca, ni siquiera su madre biológica, los defendió como tú lo has hecho, eso te hizo ganar un lugar muy importante en mi corazón— dijo él— te aprecio mucho, querida.
—¡Gracias Hafid, me hace sentir más cómoda, estaba muy aprehensiva, pensando en lo que pensabas de mí— dijo ella.
— No pienses en más nada, vamos a dormir— le dijo él.
— Hasta mañana— dijo ella.
Se prepararon para dormir, a pesar de lo vivido y de la circunstancias que los rodeaban, ante todo eran amigos y eso era bien importante para Hafid, poder contar con ella a la hora de confiarle a sus hijos.
A la mañana siguiente Sylvia, quiso ir hasta el consultorio del médico y hacerse los exámenes, para descartar cualquier probabilidad de estar embarazada.
En el consultorio le explicó al médico cuando había estado con su esposo y cuándo le toca venir su menstruación.
El doctor le dijo, que por el poco tiempo, era muy prematuro hacerle algún examen, qué era preferible esperar a que llegara su menstruación y entonces, una vez teniendo esa información; a partir de allí, poder realizar todos los exámenes pertinentes.
Al salir se sentía más tranquila, tenía la esperanza de que no hubiera consecuencias de esa noche loca, al llegar a casa, no vió a Hafid, ni mucho menos, a la adorable prima deambular por allí.
Lo más seguro, era que habían salido juntos, Déborah había llegado allí para divertirse con él y ella les había frustrado los planes, así que, lo más probable era, que habían salido a buscar un lugar apropiado, para cumplir con sus propósitos.
No puedo evitar sentir celos, después de descubrir esa noche, lo que se estaba despertando en su corazón hacia Hafid, no estaba cómoda, con la presencia de esa mujer en casa.
Ella pensó en que eso si no se lo iba a confesar a él, era algo muy íntimo y él quizás, no lo iba a entender, estaba enamorándose de un hombre que amaba a su primera esposa a pesar de todo el daño que le había infringido.
Buscó a los niños, que ya estaban en el salón de juegos disfrutando de ser niños;
Amira al ver a Sylvia salió corriendo a abrazarla, le siguió su hermano Farid.
— ¡Mami! ¿Dónde andabas?— preguntó la niña.
— ¡Si mamita, te extrañe!— dijo Farid.
— ¡Yo también los extrañé, mis niños hermosos!— dijo Sylvia— los adoro.
— Mamita no nos gusta la prima Déborah— dijo Amira— es mala.
— ¿Por qué dices eso mi princesa?— dijo Sylvia— tenemos que ser amables con nuestros invitados, y es familia.
— Es que ella mira a mi papá raro— dijo Amira— Farid y yo hablaremos con él, para que ella no lo mire así.