Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

¿Y ahora, qué sucede contigo?


 

Hafid se dirigió a su oficina, se encontraba a solas ahora, estaba pensando en una extraña  sensación que sintió al saber que Sylvia no tendría otro hijo; de alguna manera se decepcionó ¿Sería que deseaba un hijo con ella? 

Cuándo  la vió allí sentada, un extraño sentimiento le invadió, muy dentro de él sintió algo que no sabía cómo explicar y no entendía qué estaba pasando;  al principio pensó, que estaba embarazada, pero luego entendió que pensar en un hijo con ella era lo más absurdo, pero le dolió. 

Eso le conmovió sus entrañas, sentía compasión por ella, ternura, y un extraño cariño  que jamás había experimentado por ninguna persona, quizás era lástima por saber que era huérfana, que no tenía a nadie y que tendría un hijo. 

No sucedió, no se embarazó como lo creían los dos, así que lo que había sucedido era lo mejor, ella tendría la oportunidad un día de tener una familia como lo soñó. 

Sylvia, era una mujer excepcional, era excelente cómo dirigía  la casa, como quería a sus hijos, aún sin ser la madre, si alguna persona la conocía ahora y veía cómo se comportaba con los niños no

 podrían decir que no eran sus hijos de  sangre, porque ella los amaba incondicionalmente. 

Hafid, cuando contrató a aquella muchacha  jamás imaginó, todo lo que sucedería en casi un año de tenerla a su lado, hasta le había tomado cariño. 

Se la había imaginado en esos días cómo sería verla con un hijo de ella, nacido de su vientre y le había gustado verla, pero jamás tendría esa dicha

Cuando ella se apartara del lado de ellos porque los niños se enteraran de la verdad, ella se iría muy lejos y todo quedaría atrás, a lo mejor se casaría o no, tendría familia o no, mejor no seguía pensando en Sylvia. 

Sentía una extraña sensación que no le agradaba sentir, ésta muchacha lo hacía sentir cosas que jamás había sentido y eso le preocupaba. 

A la hora de la cena, todo normal como siempre, al terminar de cenar, Hafid les pidió que no se movieran de la mesa tan pronto, él tenía que comunicar una noticia. 

— ¡Me encantan las noticias!— dijo Amira

— Recuerdan que les dije  que su mamá necesitaba ir al médico para hacerse unos exámenes— dijo Hafid. 

— ¡Sí papi, me acuerdo perfectamente!— dijo Amira

— ¡También me acuerdo!— dijo Farid. 

— Bueno, su mamá está bien, recibió muy buenas noticias del doctor— dijo Hafid.

— Mis tesoros hermosos— dijo ella— ahora si podemos irnos de viaje a América! 

— ¡Yupiii! —exclamó Amira. 

— ¡Esa es una buena noticia!— dijo Farid— ¡Estoy feliz!

— ¡Me alegra mis niños,  dentro de unos días veremos a la abuela y a la tía, nos vamos pronto y además irán a la escuela!— dijo Sylvia. 

— ¡Iremos a la escuela! ¡Vamos a tener muchos amiguitos! ¡Eso es genial mamá!— dijo la niña. 

Los dos saltaban de alegría, saltaban alrededor de ellos, de sus padres y luego bailaban alrededor de los empleados celebrando la maravillosa noticia de que irían al colegio. 

— ¡ Gracias mamá— dijo Farid— por estar con nosotros, porque ahora tendremos amigos para jugar! 

— Esa noticia es linda mamá, estoy feliz al igual que mi hermano— dijo Amira. 

— Yo sabía que la noticia les iba a dar mucha alegría— prometió Hafid—lo importante es que vamos a disfrutar muchísimo la escuela y vamos a hacer los deberes con ustedes ayudándolos a aprender .

Hafid, pidió que le trajeran una botella de champagne, había que celebrar, le dijo a todos los empleados: 

— También busquen  copas para ustedes, todos vamos a celebrar que mis hijos Irán al colegio, porque están creciendo. 

Al tener la botella con ellos, Hafid llenó las copas de todos allí, brindaron en honor a la nueva escuela de los niños, porque ahora eran niños grandes. 

Estuvieron un buen rato disfrutando, los niños con sus padres, los empleados se retiraron para culminar sus labores, pero ya los niños y ellos hacían planes, para cuándo llegará el momento del colegio. 

Llegó la hora de enviarlos a dormir y no deseaban irse, estaban alrededor de su mamá, hablando de la escuela, de los cuadernos, lápices de colores, la emoción era inmensa. 

Hafid y Sylvia, consintieron en dejarlos un poquito más, hasta que ya sus ojitos empezaron a ponerse pesados, ya era tiempo de enviarlos a dormir. 

Quedaron los dos en la sala y Hafid dijo:

— ¿Qué te parece la algarabía que formaron los niños por la noticia? 

— Me lo esperaba — dijo ella— no podía aguantar las ganas de ver cómo se pondrían, al saber que irían a la escuela. 

— ¡Esos niños son geniales! dijo Hafid.

— ¡Voy a dormir!— dijo Sylvia— con permiso. 

— Te acompaño,— dijo él— también estoy cansado. 

Él la siguió, era tan delgada y de perfecta figura, con una cintura tan estrecha y unas caderas tan hermosamente formadas, nuevamente su masculinidad creció, se intrigó. 

— "¿Que sucedía contigo Hafid?— se dijo — ¡Acaso no puedes, ahora pensar en el cuerpo de Sylvia sin alborotar tu cuerpo! "

Entraron a la habitación y ella entró directamente al baño,  él se fue hasta el vestidor, en esta ocasión él era el que sentía presión en su barriga al saber que iba a dormir con esta mujer, que le alborotaba de esta manera y no sabía cuándo había empezado esto. 

Sylvia, salió del baño, se metió  a la cama, unos minutos después Hafid también se colocaba debajo de las sábanas sin decir nada, los dos intentaban quedarse dormidos, por primera vez Hafid se  sentía incómodo durmiendo con Sylvia. 

Tenerla al lado tan cerca, sintiendo el calor  que emanaba del cuerpo de ella, le llegaba hasta la piel, tenía que ponerse de lado para que ya no notara cómo se estaba sintiendo. 

Ninguno de los dos supo cuando se quedó dormido, lo cierto es que cuando Hafid  se despertó en la madrugada, porque se estaba dando vueltas, se dio cuenta que tenía a Sylvia, pegada a sus caderas, con la erección más increíble que había tenido en su vida, con vergüenza se volteo y le dio la espalda. 



#1647 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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