Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Buscando respuestas...

— ¡Hola querida Halima! ¿Cómo has estado?— dijo Sylvia

— ¡Yo bien!  ¿Qué tal por allí?— preguntó Halima— ¿Qué necesitas mi niña? 

—Hablar con alguien— dijo Sylvia. 

— Bueno, aquí está mi oreja para escuchar mi amorcito, cualquier cosa que tengas que decirme, cualquier situación por la que estés pasando, aquí estoy yo;  ¿a ver qué está sucediendo? 

— Halima, en menos de dos semanas estaremos nuevamente en América y tengo mucho temor, de cómo va a comportarse Hafid allá, él aún no olvida a Rachel— dijo Sylvia. 

—¿Estás segura? Yo pensé que ese tema era muerto para él— dijo la madre de Hafid. 

— Muy segura suegra, él aún la ama, me lo ha dicho, y la última vez que estuvo allá, se emborrachó, porque los recuerdos lo tenían abrumado—  Sylvia le confió ésto a su suegra. 

— Me dejaste estupefacta con esta información, pero si él quiere volver, te aseguró que tú tienes el temple para controlar lo que él pueda hacer o dejar de hacer— dijo Halima. 

— ¡Halima estoy preocupada!— la voz  de Sylvia sonó como un susurro. 

—¡No mi querida muchachita, todo estará bien!— dijo ella.

— ¡Tengo mucho miedo!— dijo Sylvia. 

—¿Miedo a que? ¡Es maravilloso para nosotras tenerte en ésta familia, muchacha! Eres lo mejor que le pasó a mi hijo— dijo Halima emocionada. 

— Mi miedo es, porque que Hafid no sepa cómo controlarse ante los recuerdos, él está muy extraño, lo siento preocupado, angustiado, no sé, — dijo Sylvia— Halima alguien viene, hablamos después. 

La madre de Hafid, se quedó pensando con el celular en la mano, porque Sylvia colgó la llamada,  no la dejó continuar con la idea que tenía, pero ya hablarían, era mejor hablar esto personalmente, cuando estuvieran acá. 

Sylvia escucho los toques en su puerta y luego vió a Hafid asomar su enorme cuerpo diciendo:

—¿Qué haces acá encerrada? La empleadas me  informaron que no quisiste desayunar y me preocupé— dijo él. 

— Estaba hablando con tu mamá, se emocionó mucho con la noticia de que estemos allá  más cerca de ella—  dijo ella— se me pasó él tiempo. 

— Ven vamos a desayunar— dijo Hafid— mi madre y tú son muy buenas amigas, Rachel nunca hizo nada por acercarse. 

Él extendió su brazo y le ofreció su mano, 

—Somos diferentes Hafid, gracias por preocuparte por mi alimentación. 

Se dirigieron al comedor dónde la estaba esperando desayuno a base de cereales, frutos secos y manzana con una infusión de menta. 

— Voy a buscar a los niños, para  desayunar juntos— dijo Hafid. 

Ella sonrió y se sintió bien, no tenía porqué tener nada, a pesar de que no la amaba, había una buena amistad entre ellos y él le agradecía que amara a sus hijos

—  Señora, usted está siempre tan preocupada por todo y por todos, que es bonito el gesto del jefe de preocuparse por usted aunque sea una vez, nunca lo había visto tan atento— dijo la empleada. 

Sylvia sonrió ante aquel comentario, bueno quizás su jefe se estaba volviendo más humano. 

Esperó y en pocos minutos estaban ellos allí, inundando él comedor con su alegría espontánea e inocencia. 

— ¡Buenos días mamita!— ¿te sientes bien? — preguntó Amira. 

— ¡Mejor que nunca! ¿Durmieron bien?— dijo ella. 

—¡Oh sí, dormimos muy bien! ¡Soñamos con la escuela!— dijo Farid—  debe ser estar muy bonita, así la vida en mis sueños.

— ¿En serio? — dijo Sylvia— Aún no sabemos cuál escuela será,pero les aseguró que será la más bonita. 

— ¡Si, ya quiero estar en la escuela!— dijo Farid. 

— ¿Y tú Amira?— preguntó Hafid—¿ también soñaste con tú escuela? 

— No,  soñé con mamá— dijo ella— siempre sueño con ella, es lo más lindo, me gustan tus ojos mamita. 

— ¡Gracias mi princesa!— dijo Sylvia— ustedes son muy lindos también. 

Hafid informó al personal que irían recogiendo y guardando para salir en los próximos días de viaje, ir cubriendo los muebles. 

— ¿Cuándo nos iremos papa?— preguntó la niña. 

— En menos de dos semanas será el viaje— dijo Hafid. 

Sylvia arrugó la frente, pero no dijo nada, ese día tenía mucho trabajo, así que dijo que iría a trabajar un poco en sus manualidades, también  informó a Hafid que después de almuerzo iría a visitar el orfanato. 

— Está bien, dile al chofer que te acompañe — dijo él. 

—Quería ir en taxi— dijo ella— no quiero ostentar mucho con mi llegará. 

— Como quieras, avísame cualquier cosa, si deseas que el chofer te recoja, recuerda que eres mi esposa— dijo él. 

Sylvia  no podía olvidar quién era, no después de la noche de excesivo alcohol,   aprovechó para  cumplir con la visita a la hermana Teresa, necesitaba contarle un poco acerca de lo que estaba haciendo. 

Y como ya no tenía la confianza de que volvería porque quizás se radicaría en Estados Unidos con Hafid y su familia, lo mejor era tener esa conversación. 

Cuándo llegó nuevamente al orfanato, pidió hablar con la hermana Teresa, esta vez, cuando la hermana la vio si la reconoció. 

— !Hola! ¿Cómo estás Silvia? Qué alegría volver a verte, pensé que ya no vendrías, ha pasado bastante tiempo, desde que viniste la última vez— dijo la hermana. 

—  Disculpas hermana Teresa, realmente estaba bastante ocupada, aunque usted no me crea y bueno tenía algunas cositas que resolver, pero vine  porque voy a volver a viajar y ésta vez no se cuando regrese— dijo ella. 

— A ver, cuéntame qué es lo que ha sucedido en tu vida,  te veo pareces una dama de sociedad, o mejor dicho, eres una dama de sociedad, por la manera cómo vistes— dijo la hermana Teresa. 

Sylvia, le empezó a contar desde el inicio que tomó el trabajo, hasta ahora; la madre Teresa la escuchaba y la observaba mientras ella hablaba. 

— Estás enamorada de tus hijos, se nota en tu rostro, también del padre, creo que no me equivoco— dijo la hermana Teresa. 

— Hermana; ¿cómo va usted a decir eso, si usted nunca ha estado enamorada?— se justificó Sylvia. 



#2991 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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