Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

He tomado mi decisión.


 

Nuevamente se dirigieron al cuarto de 

juego de los niños, éstos estaban dormidos, así que los dejaron descansar un rato más. 

Después dejaron a Sylvia para que descansará del viaje, a las siete llegó Hafid, ya estaban por servir la cena, estaba callado y con el rostro amargado. 

Sylvia estaba con los niños ocupándose de que se centraran en la comida y no en la cara del padre, después que ella le echó una mirada asesina,  Hafid sonrió y se dirigió a ellos. 

— ¿Qué sucede, no tienen hambre?— preguntó. 

— ¿Estás enojado papá?— preguntó Farid. 

Amira estaba con él entrecejo arrugado y no quería hablar. 

— No estoy enojado— dijo él— estoy cansado— y tu Amira, ¿por qué tienes esa cara? 

— ¡Yo si estoy enojada contigo!— dijo la niña. 

— ¿Y eso porqué?— preguntó Hafid. 

— Porque cuando llegaste no nos saludamos, ni nos distes besos — dijo la niña— y estás así. 

Cuando dijo ésto, puso un gesto enfurruñado en su rostro, como si estuviera enojada. 

Hafid  no pudo evitar sonreír y les pidió disculpas por no saludar, se levantó de la mesa y se acercó a sus hijos y les dio un tierno beso en la frente. 

— Ahora si vamos a comer— dijo Farid.

Después de esto, todos comieron tranquilos,  se alivió la tensión que había en el ambiente, los niños estaban muy contentos, quedaron satisfechos; cuando  pasaron a la sala, se subieron a las rodillas de su papá para besarlo y abrazarlo, allí le dijeron. 

— Papá, ¿qué te pasó en la calle, que llegaste enojado?— dijo Amira— no me gusta cuando te enojas. 

— No me pasó nada— dijo él— solo fue un error haber salido de casa. 

— Está bien papito, debes descansar— dijeron los dos— nosotros te amamos mucho, mucho. 

— También los amo muchísimo, mis hijos— dijo Hafid. 

—¡Papá, tú tienes un corazón muy grande! — dijo Farid abriendo sus brazos, para indicar el tamaño del corazón. 

— ¿Por qué lo dices? — dijo Hafid. 

Esta vez fue Amira quien respondió. 

— Porque vas a tener que amar a otro hijo  mucho, por eso debes tener un gran corazón para amar a tantos hijos. 

— ¿Cómo es eso de que tengo que amar a otro hijo? ¿De donde sacan eso?— preguntó él intrigado. 

— Es que aprendimos que los bebés se forman primero en el corazón, después van a la panza de las mamás— dijo la niña— así que queremos un día tener un hermanito, ¿puedes hacerlo en tu corazón primero ? 

Él al oír las conclusiones de sus hijos, los abrazo fuerte contra su pecho y dijo:

— ¡Si, tendré que tener un corazón muy grande y los adoro!— dijo Hafid. 

Estuvieron un rato más disfrutando de un programa en la televisión, hasta que empezaron a cabecear por el sueño  y los llevaron para dormir. 

Luego en la habitación Hafid dijo a Sylvia. 

— Los niños; ¿porque están hablando de un hermanito? Me sorprendieron con eso, por cierto estuve en la casa donde viví con Rachel— dijo. 

—  Es algo que hablaron con la niñera, también me lo comentaron; pensé que ya la habías vendido— dijo ella— por eso tu cara "enfurruñada", como dijo Sylvia. 

— La casa ya se vendió— dijo él— solo quise dar una vuelta y llegué hasta allá. 

— Hafid, se supone que se puso en venta para que tú empezaras a enterrar recuerdos— dijo Sylvia— no entiendo porque te gusta torturar tu mente con recuerdos que te duelen. 

— !Porque soy un maldito masoquista!— dijo él. 

— Por lo menos lo reconoces, — dijo ella— pero por favor, deja tu rostro de recuerdos amargos fuera de la casa, afectan a los niños. 

— Pido disculpas por mi comportamiento— dijo Hafid— me esforzaré por no traer amarguras y que ellos no las noten. 

— Por lo menos no te emborrachaste— dijo Sylvia. 

— Me dirigí hasta el bar, pero afortunadamente un amigo me vió y estuvimos hablando y ya después vine a casa— dijo él. 

— ¡Gracias a ése amigo!— alabó Sylvia. 

— ¿Que hablaste con mamá?— preguntó Hafid. 

— ¿Por qué preguntas? — dijo ella. 

— Porque quisiera que fueras discreta con lo de nuestro matrimonio— dijo él. 

— No te preocupes, tengo pendiente saber lo que debo decir — dijo ella. 

— ¿Te ha afectado estar viviendo conmigo?— dijo Hafid. 

— Un poco, debo recordar siempre que ésto es un trabajo, y que me acosté con mi jefe— dijo ella— me siento promiscua. 

— ¡No necesitas decir eso! Yo sé que no lo eres, y si, soy tu jefe, pero estamos casados, nuestro matrimonio es real— dijo él. 

— ¡Lo sé, pero si no hubiéramos consumido alcohol por demás, nada de ésto hubiera pasado! — dijo ella. 

— Sylvia, quiero que entiendas algo, soy un hombre con necesidades, desde que murió mi primera esposa, he tenido mucha actividad sexual,— dijo Hafid— me casé contigo y la única relación sexual que he tenido fue con Jessica, y contigo esa una noche de locura y copas. 

— Tú me dijiste que tenías muchas mujeres para tu satisfacción sexual— dijo ella— también con Jessica tuviste pasado de tragos

— Si, con ella también estuve bebiendo licor, lo otro solo fueron alardes y nada más— dijo él— para mí dormir contigo cada noche no es tan fácil, eres una mujer hermosa, más qué  hermosa, bella, soy hombre, y desde que se que estuvimos juntos, me cuesta controlarme. 

— ¿Quieres que durmamos en cuartos separados, o camas separadas?— preguntó ella contrariada. 

— A éstas alturas, ya los niños estarán haciendo un sin fin de preguntas— dijo él. 

— Podrías usar la excusa de estar enojados, para dormir cada quien en su cama— dijo ella. 

— Si lo deseas, pero podemos meter otra cama— dijo él— o seguir juntos en la cama, pero conviviendo como pareja. 

— ¿Me estás proponiendo, tener una relación de pareja normal, como marido y mujer?— preguntó Sylvia. 

— Como te expliqué, necesito una mujer, y para buscarla afuera, mejor lo hago contigo— dijo él— solo piénsalo, no hay apuro y tampoco es obligatorio, al final estamos casados. 



#982 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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