Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Ahora... Dormirás sola.

— ¿Qué has decidido? — preguntó Hafid. 

—No estoy preparada para que seamos una pareja normal, no existe amor entre nosotros, para que complicar las cosas, ya los niños nos ven como sus padres, sigamos igual — dijo Sylvia. 

— Respeto lo que has decidido, pero te advierto que tendré amantes— dijo él. 

— Eso lo asumí desde que me casé contigo— dijo ella— no tengo problemas con eso. 

Salió hasta el vestidor, para buscar su pijama, aprovechar y cambiarse. 

— Sylvia, si no vas a ser mi mujer, necesito dormir en otra habitación cai— dijo él— 

Ella sonrió con contrariedad, Hafid se veía con el rostro duro,  se preguntó si tomó la mejor decisión al no aceptar ser su mujer. 

— ¿Qué vas a decirle a los niños?— preguntó ella. 

— Mañana saldré de viaje, estaré fuera algún tiempo— dijo él— para ellos no será extraño, lo verán normal. 

— Está bien, respeto tu decisión Hafid— dijo ella— ¿Dormirás en la otra habitación? 

— Sí, es lo mejor, buenas noches— dijo Hafid. 

Salió de la habitación dejando a Sylvia de pie en medio de aquella habitación, que ahora se le hacía más inmensa que nunca. 

Se sentó en el suelo y lloró hasta quedar sin fuerzas, luego se levantó y se acostó en un extremo de la cama, como si él estuviera allí y la pudiera tocar en cualquier momento. 

Tardó en dormirse, esa mañana cuando despertó extrañó no ver a Hafid en su lado de la cama, pensó: «Acostúmbrate a ésto Sylvia, así debió ser siempre»

Salió de la habitación y se dirigió al comedor, allí estaba Hafid sentado al parecer esperando por ella, al verla dijo:

— ¿Estás bien? Te ves agotada

— Sí— dijo Sylvia— solo que no dormí bien anoche, al parecer me acostumbre a dormir contigo. 

— Yo tampoco dormí bien, poco a poco nos acostumbraremos, no te preocupes— dijo Hafid— voy saliendo de viaje, si necesitas algo, acá está ésta tarjeta, es milagrosa. 

— ¡Está bien Hafid, gracias!— dijo ella. 

El se metió las manos en los bolsillos, quería decir muchas cosas,pero solo salió de su boca:

— ¡Nos vemos pronto, despídeme de los niños, dile que los amo!— dijo él. 

Ella cabeceó positivamente y lo vio salir sus anchas espaldas se veían tan bien, era un hombre extremadamente viril, ella lo amaba, pero no había esperanzas para aquel amor. 

Cuando los niños bajaron a desayunar ella les informó acerca del viaje repentino de Hafid, ellos como había dicho él lo tomaron tranquilamente y se dedicaron a su rutina diaria. 

Ella salió con su suegra a buscar un colegio para los chicos, necesitaba mantener su cabeza ocupada para no pensar en tantas tonterías. 

— ¿Cómo es que Hafid tuvo que viajar tan pronto?— preguntó su madre. 

— No lo sé, ésta mañana le comunicó la noticia— dijo Sylvia— salió sin despedirse de los niños. 

— Tuvo que ser algo muy urgente e importante para salir de esa manera— dijo Halima. 

— Imagino que sí— dijo Sylvia. 

Al día siguiente, ésta vez Sylvia no abrió sus ojos tan temprano como estaba acostumbrada, eran las ocho de la mañana cuando despertó, ya Hafid se encontraba muy lejos de casa. 

Nuevamente las lágrimas asomaron a sus ojos sin poder contenerlas, «Sylvia; ¿ésta será tu vida ahora? Andar llorando por los rincones.» Se sentó en la cama, su ropa de dormir, la dejó a un lado y buscó una bata de baño para  ir al baño a asearse. 

Unos minutos después salía del baño completamente renovada, era asombroso lo que sucedía después de un baño caliente. 

— Buenos días ¿Cómo se sienten?— saludó Sylvia a los niños

— ¡Buenos días mamá!— dijeron— nos quedamos dormidos. 

— Así és, necesitamos ir a  algún lugar bien temprano— dijo ella— no adivinan cuál es? 

— ¡ Oh sí, nuestra escuela!— dijeron—  ¡Vamos ya tan pronto! 

— Así es, eso significa que si no se apuran llegaran muy tarde a su primer día de clases — dijo ella— ¡Vamos rápido! 

Sylvia sonrió al verlos tan emocionados, por lo menos le alegraba la vida a esos niños tan inocentes, pronto estuvieron listos para salir a su nueva aventura. 

—Mamá, ¿estás bien?— dijo Amira con timidez. 

Ella  la miró solo unos segundos  para luego decir. 

— ¡Estoy magnífica!— los ojos de ella brillaron de manera especial. — ¿ Por qué la pregunta? 

—  Es qué por un momento te sentí triste— dijo la niña. 

— No mi amor, mamá está feliz de llevarlos al colegio—dijo Sylvia. 

— Si estamos muy emocionados— dijo Farid— siempre quise venir a la escuela. 

Sylvia se apresuró a bajar del auto, ya habían llegado, llevó a los niños hasta su salón de clases, allí conoció a la maestra y al dejarlos allí, sintió un gran vacío en su pecho, no quería irse. 

La maestra le prometió que allí estarían bien, ella los atendería y cuidaría de ellos, sonrió, les envió un beso a cada uno y salió con un nudo en su garganta. 

Sus niños empezaban a crecer, tenía que aprovechar cada segundo que viviera con ellos, porque cuando menos lo pensara llegaría el momento de decirles la verdad y ella debería seguir su camino. 

Las lágrimas salieron sin control de sus ojos, el chofer que la observaba a través del espejo le dijo:

— No se preocupe señora, estarán bien. 

— Lo sé— dijo ella. 

 Sonrió con una media sonrisa, el chofer pensaba que ese llanto erapor ese momento de separación, solo Sylvia sabía que lloraba por otro momento de separación, aquel que sería para siempre.

Sylvia decidió no pensar en el futuro, mejor disfrutaba de aquel presente, sus muchachos crecían y ella disfrutaría de ese crecimiento sin pensar en más nada. 

Sé sentía tímida ante el amor que sentía por Hafid, pero quién pensaba en amor en ese momento, el único amor que debía importarle ahora era el que sentía por sus dos hijos.

Esos eran sus puntos sensibles en aquella relación , se volvería una fiera a la hora de defenderlos de cualquier peligro. . 

Se sintió complacida cuando fue a retirarlos a la escuela, ellos tenían mucho que contar esa tarde, ya en la noche después de cenar, los dos pequeños estaban agotados de tanta actividad. 



#1278 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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