La chica que dijo llamarse Tatiana se quedó unos breves segundos con la expresión en su rostro de sorpresa.
— ¡Vaya chica, no te pareces en nada Rachel!— dijo la chica— ¡Ella si se dejaba envolver, eres muy diferente y afilada de lengua, muchacha!
Sylvia que no era nada tímida, de inmediato dió una respuesta a la chica con la voz falsamente dulce.
— ¡No querida, no soy Rachel, soy Sylvia, diferente y única, discúlpame voy por mi esposo, un placer Tati!— dijo y salió con aire triunfal.
Su andar firme y seguro a pesar de no haber nacido en cuna de oro, sino que en un orfanato, tenía un aire sofisticado, no le restaba para nada su elegancia, ”¡Que se cree ésta arpía, que me va a pisotear, no querida, no tienes idea de con quién te metes!"
Al llegar cerca dónde estaba su esposo, este le dijo:
— ¿Algún problema? Te vi hablando con una vieja amiga— dijo Hafid.
— ¿La conoces? Insistió en que era amiga íntima tuya— dijo Sylvia.
— Sí, hemos cruzado unas cuantas palabras, se llama Tatiana— dijo Hafid— tanto como íntima, no creo, pero si nos acostamos algunas veces, me imagino que fue lo que quiso insinuar.
— Al parecer, todas han dormido contigo— dijo Sylvia.
— Querida, no soy tan promiscuo, pero tampoco un santo— se defendió él— ¿Que te enojó tanto? Venías echando candela por los ojos.
Sylvia imitó la voz de la chica llamada Tatiana y dijo:
— “¡Ay chica, no te pareces en nada a Rachel, ella se dejaba envolver"!
Hafid aunque sonrió con sus labios por el remedo que hizo Sylvia de Tatiana, endureció su mirada y arrugó el entrecejo.
— ¿Eso te dijo?— quiso corroborar Hafid.
— Si, por eso me enojé— dijo Sylvia— no me gusta que me comparen con nadie, le dije que yo era única, espero no estar avergonzandote.
Él, la tomó de los hombros, depositó un suave beso en los labios de ella, lo que la sorprendió porque jamás había hecho algo así en público, Hafid dijo:
— ¡Como siempre, lo estás haciendo muy bien, no te preocupes!
Sylvia dudo de aquel gesto cariñoso, significaba que ya el alcohol estaba haciendo mella en los sentidos de su esposo.
— Hafid, estoy cansada, ¿podemos ir a casa?— preguntó en tono confidencial.
Él la miró, se veía divinamente hermosa con su redondeada cadera nunca Rachel le acompañaba a las reuniones sociales, decía que se aburría, en cambio Sylvia tan propia y tan dama.
Si hubiera sido Rachel la que hubiera tenido el roce con Tatiana, hubiera llegado llorando y reclamando el trato de la arpía aquella.
Sylvia en cambio la puso en su lugar, Rachel en el fondo era una mujer frágil, si, se dejaba envolver por las circunstancias y por eso prefería enviarlo sólo a los eventos sociales y se quedaba en casa.
Le gustaba como Sylvia resolvía, sonrió y dijo:
— Me das media hora más y prometo que nos vamos querida.
— ¿Puedes dejar de consumir licor?— suplicó ella.
— Está bien, pero con licor o sin licor, reconozco que eres una mujer increíble— dijo Hafid seductor.
— ¡No quiero coqueteos querido, mantente alejado!— dijo ella.
Sylvia lo miró alejarse, se dirigió hasta el lado de la barra donde servían los licores, por su bien no debía consumir nada de alcohol, ella y Hafid eran una bomba de tiempo con unas copas demás.
Preguntó si tenían jugó de frutas y movieron la cabeza en negativo.
— Solo hay agua, soda y gaseosas señora— dijo uno de los chicos.
—Deme una gaseosa por favor— pidió Sylvia.
Unos minutos después, un caballero se acercó a hacerle compañía.
— ¡Buenas noches señora Aziz, espero no importunar!— dijo educadamente el hombre.
— Buenas noches caballero, no para nada— dijo Sylvia— tiene usted ventaja al saber quién soy.
— Es usted una dama muy hermosa, si me permite decirle— dijo el hombre.
— Gracias, disculpe debe saber que estoy esperando a mi marido— dijo ella.
— Lo sé, pero no la exime de ser muy bella— insistió el caballero— conocí a la primera esposa de Hafid, una mujer increíble, el hombre en cuestión de féminas tiene muy buen gusto.
— Señor, ahora si me está importunando, no soy Rachel, le agradezco que me deje sola, por favor— dijo Sylvia.
— ¿Por qué querer estar sola? No te molestes por la verdad — dijo insistente el hombre.
De repente sintió una mano cálida en su hombro y supo que estaba a salvó.
— ¡Hola Robin! ¿Qué estás haciendo cerca de mi esposa? — la voz de Hafid era seca.
— ¡Hola mi querido amigo, Hafid!— dijo el llamado Robin— conociendo a tu bella esposa, mi hermano.
— ¡Gracias, pero te he estado observando y la tienes incómoda, o ¿me equivoco amor?
Sylvia sintió un aire de energía muy cargada y vió al hombre al rostro sin inmutarse.
— No te equivocas cariño,— dijo Sylvia— le decía al caballero, que no me parezco en nada a Rachel, mire, me dejó crecer las uñas.
Cuando dijo esto, enseñó sus manos y el gesto sorprendió al hombre al igual que a Hafid, quién dijo:
— ¿Nos vamos cariño?
— ¡Ay si por favor estoy fastidiada y muy cansada!— dijo Sylvia.
Se levantó y tomó la mano que Hafid le ofrecía y ni siquiera se despidieron del tal Robin.
Éste último se quedó observando cómo se alejaba la pareja, pensó: " Si, en nada te pareces a Rachel, y ¿como supo que se comía las uñas? Seguramente Hafid se lo dijo, ésta también era tremendamente hermosa.
Salieron a donde los esperaba el chofer y Hafid dijo:
— En alguna de mis borracheras, te llegue a mencionar que Rachel se comía las uñas.
— No, no lo sabía, solo lo deduje por como la describió Tatiana y luego este tipo llamado Robin— dijo Sylvia— era una chica con mucha inseguridad.
— Si, ella se comía las uñas, era temerosa de éstas reuniones, muy pocas veces me acompañó, se sentía asfixiada ante mis socios y sus esposas— dijo él con tristeza.
— Ya no pienses en eso, ahora es tarde para analizar la personalidad de Rachel— dijo Sylvia— yo no me parezco para nada a ella, Hafid, no permito que me acorralen y no me quedaré callada.