Una madre para mis hijos, una esposa para mí.

Enamorado de la madre de mis hijos.


 

Necesitaba terminar con esa tortura, sacarla, olvidarla, enterrar definitivamente su recuerdo y vivir, ser feliz de una vez por todas. 

Decidió salir  después de  hablar con Sylvia,  necesitaba aire, llegó a un restaurante  y allí estuvo recordando lo que había sucedido después de enviar a su esposa a casa; regresó hasta la fiesta e invitó a Tatiana a un antro para consumir licor y olvidar a Rachel.

Allí estuvo casi dos horas hasta que ella le pidió que se fueran a un lugar más íntimo y él decidió complacerla, necesitaba  sentirse amado, aunque fuera solo teniendo sexo. 

Se entregó a la lujuria y al placer con aquella muchacha, sin pensar en más nadie, solo pensaba en borrar a Rachel, a Sylvia y todo lo que tenía que ver con su vida de desastre. 

Sí, debía consultar con un terapeuta, necesitaba de inmediato iniciar sesiones de conversación, para mejorar su comportamiento, especialmente cuando vinieran los recuerdos de su ex mujer. 

Los días con Sylvia no eran tan malos, pero ella era tan correcta que lo hacía sentir como un gusano por haberse acostado con Tatiana.

Al parecer a ella no le importaba que él estuviera durmiendo con cualquier mujer, solo deseaba ayudarlo a olvidar a Rachel, acaso esa chica era de hielo, él se sabía un hombre guapo, pero  Sylvia le era totalmente indiferente  su presencia. 

¿Sería que estaba perdiendo sus encantos? Sylvia lo trataba como a un mueble, un cuadro de la sala de su casa, no se veía emoción en su mirada. 

Él, se sentía aprensivo cuando se dió cuenta que era ella quien había llamado y pensó que cuando lo llevó hasta el estudio para hablar, solo esperaba una serie de reclamaciones, pero nada de eso sucedió. 

En cambio le habló de lo preocupada que estaba por su salud mental, de verdad que se había sentido como una rata rastrera ante aquella mujer tan correctamente formada para la vida. 

Por los momentos necesitaba ocuparse de lo del terapeuta, salir definitivamente del amor tóxico de Rachel, sacarla por completo de su vida. 

Sylvia lo desconcertaba con su manera correcta de ver la vida, a veces pensaba que había traspasado esa barrera de mujer fría y mecánica cuando hablaba con él. 

Pero luego cuando pensaba qué se estaba acercando a ella, la veía más lejana; solo con los niños desplegaba la mujer cálida y tierna que era, con él siempre estaba tensa. 

Hafid, pensaba que solo era el antagonismo, que sintió por él desde el momento en que se vieron por primera vez. 

A pesar de que ahora eran amigos, aún sentía que ella lo despreciaba, por eso no le importaba con quien estuviera durmiendo. 

De hecho cuando él le propuso que fueran pareja porque ya en medio de la borrachera se habían acostado, ella lo rechazó abiertamente. 

Esa noche se sintió herido, por eso decidió apartarse por un tiempo, necesitaba canalizar la extraña emoción que sintió por el rechazo de Sylvia. 

Hasta ese día, ninguna mujer lo había despreciado sexualmente, su ego fue herido profundamente, por eso también necesitaba hablar con esa terapeuta. 

No entendía porque le importaba lo que Sylvia pensara de él, tampoco porque sentía rabia cuando otro hombre la miraba, como esa noche con Robin. 

Definitivamente estaba confundido, pensaba en Rachel y le atormentaba no haber podido ayudarla a salir del infierno en que vivió. 

Ahora con Sylvia, le molestaba que no le preguntara con quien durmió, si tenía amantes, ésto no era normal para la cabeza de Hafid Aziz. 

Rachel le afectaba, pero ya no como antes, ahora sentía culpa por haberla dejado sola con sus fantasmas, no hablar y preguntar. 

Sylvia le afectaba, porque le era indiferente como hombre; ¿que te pasa Hafid? ¿Acaso te estás enamorando de la madre de tus hijos? 

Esto sí que sería un desastre para su corazón vacío, él se había prometido después de la traición de Rachel, volver a creer en el amor, ¿y ahora? 

No ésto no podía estar sucediendo dos veces, Sylvia ni siquiera lo deseaba en la cama, mucho menos amarlo, necesitaba ordenar sus emociones. 

Se sintió frustrado, porque definitivamente estaba enamorado de su esposa, una mujer que solo lo veía como su jefe; ¿acaso su sino era amar sin ser correspondido? 

Quería tirar todo, pero estaba sentado en un restaurante, eso sería lo último que haría, dar un espectáculo público bochornoso, apretó los puños y los abrió repetidas veces hasta sentirse más relajado. 

Recordó las palabras de Sylvia «respira profundo por la nariz y bota el aire por tu boca» « Hazlo cuántas veces sea necesario».

Su dulce esposa, mujer increíblemente amorosa con sus hijos, pero que no sentía nada por él como su esposo, apretó los dientes, se levantó y decidió resolver pronto lo del terapeuta. 

Descubrir que tenía sentimientos románticos por su esposa y también por Rachel, hacía que la cabeza le diera vueltas. 

Si amaba a Sylvia no podía seguir de bohemio, acostándose con otras mujeres, era vergonzoso para su esposa, aunque ella no lo amara a él. 

Necesitaba tomar acciones, sabía que era ella la que había llamado, cuando Tatiana respondió y no hubo reclamos, nada, ni un mal gesto, sintió vergüenza, no podía seguir humillando a Sylvia, no lo merecía; lo mejor era visitar a un profesional y ver si podía ayudarle a centrarse emocionalmente. 

Esa misma semana haría arreglos para tener una cita con un psicólogo  y ver si se volvía un hombre normal, con la capacidad de  amar a una sola persona y que lo amara a él, ojalá fuera Sylvia y que no  se convirtiera en una mujer que ya estaba fuera de su alcance. 

Que vida tan desastrosa había llevado desde la muerte de Rachel, la verdad no tenía idea cómo había sobrevivido a tanto dolor y sufrimiento, muchas veces pensó que se volvería loco. 

Solo se mantenía fuerte por sus hijos, eran su motivo para no fallar y perder el norte de su vida, ellos que eran tan tiernos y adoraban a esa chica. 



#1642 en Novela romántica

En el texto hay: romance +18

Editado: 02.04.2023

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